Capítulo 46

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Afuera hacía frío.

Las hojas secas de los árboles se elevaban más allá de su cabeza, componiendo una grácil y elaborada danza mística. Se balanceaban de un lado a otro con presteza, simulando ligeras ondas e intrincados remolinos que no parecían alcanzar un final. Acariciaban el espacio vacío con la delicadeza del cariño, hasta terminar la escena con una caída delicada sobre el suelo. No recibían ningún aplauso, sin embargo. Su arte pasaba inadvertido para los humanos.

En aquella época, las brisas otoñales estaban acompañadas de algo más que una curiosa fuerza invisible. Auguraban presagios y futuros inciertos; el destino que llegaba a su cúlmen, y avanzaba hasta suceder...

Yongsun tarareaba una vieja canción, mientras admiraba el espectáculo con la mente perdida en el interior de sus recuerdos. El bosque había cambiado de color a un verde opaco, pero las tonalidades se habían triplicado, pues el café, el amarillo y el ocre se hicieron un hueco en su paleta de colores.

El cielo encapotado y la sigilosa brisa del helado viento causaban que pareciera que era más tarde de lo que marcaba el reloj, pues apenas pasaba del mediodía.

La ventana plegable, por medio de la cual ella observaba la puesta en escena, de pronto fue cerrada y una esbelta espalda se coló en su campo de visión. Yongsun espabiló y sacudió su cabeza en un movimiento veloz, saliendo de la hipnosis con brusquedad.

— Está comenzando a hacer más frío. — Escuchó. — Dicen que en algunas ciudades ya han caído las primeras nevadas.

— ¿Aquí nieva?

— Sí. Aunque las nevadas suelen comenzar entre la primera y la segunda semana de diciembre. — Comentó, con una sonrisa tímida en su rostro.

Yongsun asintió. El interior del hanok era cálido. Habían colocado un calentador eléctrico portátil en una de las esquinas de la habitación y también mantenían las puertas corredizas bien cerradas.

Tomó un sorbo del té tradicional que le habían ofrecido, deleitándose brevemente con el sabor, con las sutiles notas frutales y con el regusto amaderado.

Jimin se sentó frente a ella, del otro lado de la mesa baja, y tomó un sorbo de su propia taza de té. Después, se instaló un silencio incómodo. Yongsun carraspeó, e intentó entablar una conversación.

— ¿Los cultivos son resguardados de alguna forma durante esta temporada?

— ¡Oh, sí! — Afirmó el omega. — Seguimos algunos protocolos para que los brotes no se congelen. Aunque el trabajo siempre se vuelve más complicado durante estos meses.

— Ya veo. — Y antes de que regresaran al ambiente engorroso, se aventuró a preguntar. — ¿Cómo han estado ustedes, después de... — Dudó, buscando la forma de preguntarlo sin ser imprudente. — ...después de lo sucedido?

Jimin evadió su mirada y tamborileó sus dedos sobre la superficie de la mesa.

— Hemos tenido mejores tiempos. — Masculló. A Yongsun le pareció que de pronto perdió gran parte de su energía. Se veía cansado, con esas bolsas oscuras que había intentado, en vano, ocultar con maquillaje. — Pero nos estamos levantando poco a poco.

Formó una mueca con sus labios, que a la omega le pareció que pretendía ser una sonrisa. Una sonrisa triste y exhausta.

Se compadeció de su situación, porque sabía que Jimin no solo estaba hablando sobre el viñedo.

Sabía que Yoongi y él habían tenido una discusión en un momento indefinido a lo largo de estos últimos meses. Y lo que sea que habían tenido entonces, se había pausado. De forma indefinida.

Vendimia || KookVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora