| Finalizada |
Jeon Jungkook, acostumbrado a una vida sin conocer el cansancio y el esfuerzo, creció en el seno de una familia poderosa que le proporcionaba todo lo necesario para alcanzar sus metas. Como próximo líder de una de las cadenas de resta...
Sentía cómo su corazón se desangraba a cada instante, sentía lo difícil que era pasar el oxígeno hasta sus pulmones. Sus ojos retenía una lluvia de dolor, de desespero, de decepción. Decepción de si mismo.
<¿Cómo todo terminó así?> Preguntaba su lobo con insistencia.
<Terminó así, porque no supe valorarlo.> Respondía Jungkook con agonía.
Si, eso era justo lo que sentía en esos momentos. Agonía. Por verlo caminar tranquilo entre el pasto. Por observar sus facciones relajadas, sin nada que pudiera alterarle. Por verlo tomado de la mano de aquel alfa, uno que sí supo valorarlo, quien estuvo junto a su Tae en todo momento, quien limpió sus lágrimas y recogió todos los fragmentos que cayeron, para volver a edificarlos en el omega.
Sentía agonía por ver a Taehyung feliz.
Sin él.
La lluvia era su única compañera. La única que le acogía con cada gota. Pero a la vez, también le reprochaba de su idiotez, regalándole un frío glaciar que llegaba hasta sus desnudos huesos. Le enseñaba además, que era sincera y directa.
Se sentía patético. Y no era para menos. Mientras que la pareja estaba frente a unos metros, él sólo podía observarlos a la distancia. Muriendo por ser testigo de cada sonrisa que el omega no dirigía a él.
Estaba empapado. La lluvia caía sobre él sin remordimiento, haciendo su ropa pegarse a su cuerpo y a su cabello gotear. Pero no le importaba. Le permitía esconder sus lágrimas.
-Luna-suplicó en un desesperado ruego-Por favor, si eres tan piadosa como dicen, haz que esto termine. Ahora.
Un estruendoso rayo cayó, para después ser escuchado su trueno. La Luna había escuchado su llamado. Era momento de terminar.
Justo cuando el último imponente eco se escuchó a la lejanía. El pobre cuerpo de Jeon cayó en la mojada tierra. Agradecido de que por lo menos una vez, estaba haciendo lo correcto. No tenía nada, todo lo que lo que existió en su interior se lo llevó el omega de sonrisa cuadrada.
Si alguna vez tuvo una razón para vivir, se lamentaba el que tan sólo fuera para llevar la desgracia con él.
Por fin terminó. Finalmente, su propósito estaba hecho.
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