Capítulo 40

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Miles Davis tocaba su aclamada canción "So What" a través de los altavoces del salón a un volumen moderado, lo suficiente como para ser un buen sonido de fondo que permitiera a las personas que se habían congregado en ese piso a hablar con los demás sin tener que alzar la voz.

El sonido del champagne vertiéndose en el interior de las copas, y el de las mismas al chocar unas con otras se mezclaban con el constante murmullo de las casi sesenta personas que charlaban animadamente.

Eran las cuatro y media de la tarde, hora adecuada para la comida, el sol se colaba entre el cielo encapotado de vez en vez y atravesaba el cristal de los enormes ventanales sin problemas, para reflejarse contra el reluciente piso de azulejos blancos e inundar de luz natural aquel edificio.

Una larga mesa, con un mantel de color marfil, sostenía el banquete que Jeon Somi había organizado. Pequeños bocadillos con frutas, con carnes y con verduras estaban estéticamente colocados. Una exótica fuente de licor de manzana caía dejando destellos del color de la miel a su paso.

La mayoría de los alfas, tanto hombres como mujeres, habían decidido asistir con elegantes trajes de tres piezas, en tonos oscuros, hechos a la medida. También abundaban cortos vestidos de colores vibrantes y estampados alegres. Risas diplomáticas y felicitaciones que, en su mayoría, eran hipócritas.

Jungkook se forzaba a sonreír, a parecer amable, agradable y propio. Y la verdad sea dicha, él no tenía deseos de estar ahí, a pesar de que el evento había sido organizado a su nombre.

Varios rostros se pasearon frente a él, collares finos y sacos zurcidos por manos experimentadas se acercaban a saludarlo y desearle un buen comienzo en la empresa, siempre acompañadas de sonrisas forzadas.

—... descolocados, ¿Usted tiene ya una pareja? — Preguntó una beta de edad mediana, la amiga del secretario de la ejecutiva... No recordaba su nombre. Pero no parecía haber formulado aquella pregunta con buenas intenciones.

— Sí. — Respondió con sequedad, desviando el enfoque de sus orbes hacia los colosales cristales que gobernaban la pared a su derecha. — Permiso. — Se retiró sin ganas de continuar con la vacía conversación. La mujer, descolocada, pronto se vio envuelta en una nueva conversación.

La mayoría de las personas que se habían acercado a él hacían las mismas preguntas y casi los mismos comentarios, como si hubieran ensayado el mismo guion justo antes de llegar a ahí.

Comenzaba a sentirse sofocado. Con las manos en el interior de los bolsillo de sus pantalones, se paró a un par de pasos del cristal y observó, desde las alturas, la inmensidad de Seúl. El cielo estaba levemente nuboso, los rayos de sol se colaban como doradas columnas que habían sido edificadas desde el suelo hasta el cielo.

El río Han podía observare a la lejanía, y el puente que lo atravesaba de lado a lado se veía lleno de partículas que se trasladaban a cada extremo.

Uno de los principales problemas con los que había lidiado desde que llegó a aquella reunión, fue la abrumadora mezcla de olores y fragancias, naturales y artificiales que se impregnaban con más y más fuerza en la habitación. Se sentía profundamente asqueado.

La ventilación hacia un buen trabajo, a pesar de todo, pero no parecía ser suficiente como para evitar que de pronto comenzara a percibir las náuseas que comenzaban en su estómago.

En los últimos días no se había atrevido a hablar con Taehyung, su cabeza no estaba en un buen estado después de la conversación que tuvo con su hermano, dos días atrás, y aunque se sentía culpable por dejarlo solo en un momento tan crucial de su vida, en el que luchaba contra su propia villana, era innegable que él no estaba bien, y que no era un buen apoyo en ese preciso instante, ni siquiera para sí mismo.

Vendimia || KookVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora