Capítulo 48 | Final

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3 años más tarde

Seúl, Corea del Sur

06:37 am

Aterrizó en el suelo produciendo un ruido sordo. Estiró los brazos marcados y la espalda tonificada hasta que los escuchó tronar. Se acercó a uno de los rincones y estiró su mano hasta alcanzar su celular desde la repisa de madera. Pulsó en el ícono de «pausa» en cuanto se encendió la pantalla, y de inmediato, la habitación se sumió en un abrupto silencio.

A pesar de que la sala de ejercicio había sido equipada con un excelente sistema de ventilación, al final de cada sesión aún podía percibirse con claridad el impregnante olor del sudor, siempre acompañado de la profunda fragancia del petricor y de la uva madura.

Jungkook tomó una de las perladas toallas que guardaba en los gabinetes empotrados en la pared y comenzó a secar las gotas que resbalaban por su piel. Por el rabillo del ojo, miró la hora y se dio cuenta de que debería tomarse una ducha en ese instante, si es que quería tener tiempo para desayunar algo antes de tener que salir rumbo al trabajo.

Hace ya un tiempo desde que había comenzado a hacer ejercicio por las mañanas. Disfrutaba sentir como su cuerpo y su mente comenzaban a despertarse con cada flexión. La sensación vigorizante duraba gran parte de la mañana, así que podía comenzar su jornada laboral con la mente centrada y activada. Era una excelente actividad para canalizar su estrés.

Además, su terapeuta le recomendó desarrollar nuevos pasatiempos que pudieran aportar algo positivo a su día a día. Así que, con ello en mente, comenzó a hacer algunos cambios importantes en su vida; hace casi dos años se mudó de departamento. Ahora residía en un espacio más grande y privado; era como el nido de un pájaro en la inmensa ciudad, y utilizó una de las habitaciones disponibles para adecuarla como un gimnasio, pues no le apetecía salir en la mañana para hacer sus rutinas.

La empresa marchaba bien. Bastante bien, en realidad. Durantes esos años, había enfocado la mayor parte de su atención en asegurarse de que el negocio saliera a flote, desligándolo de todos los tratos y problemas con los que alguna vez se encontró relacionado

Ahora, el valor de las acciones se habían duplicado, y sus restaurantes solo se habían dedicado a acumular estrellas Michelin.

Sin embargo, eso no parecía ser suficiente para que el eterno papeleo disminuyera. Y las perpetuas reuniones aburridas parecían emerger de un manantial de razones absurdas.

Un ladrido interrumpió el sorbo de café que se había llevado a la boca. El alfa dejó la taza sobre la mesa presintiendo el vendaval. Sin embargo, también sonrió en el momento en el que un gran doberman café comenzó a trotar hacia él.

— ¡Hey! Hoy te levantaste temprano. — Exclamó con una floreciente sonrisa.

Bam también formó parte de los cambios importantes. Lo había adoptado cuando era un pequeño cachorro, en aquella oscura época en la que comenzaba a sentirse embargado por la soledad.

Resultó que el cachorro fue la mejor compañía que pudo escoger. Era un perro cariñoso, enérgico y juguetón. Y Jungkook lo adoraba.

Bam llegó a su regazo, exigiendo la ración de mimos de la mañana, las caricias que Jungkook le dio con gusto. Poco después, Jungkook revisó que hubiese suficiente comida en el plato de su mascota, y terminó su propio desayuno sin otro contratiempo, antes de conducir al trabajo.

Horas después, poco antes de que llegara la hora que marcaba el fin de su jornada, revisó la bandeja de mensajes del teléfono que utilizaba exclusivamente para el trabajo, quería asegurarse de que no hubiese ningún otro pendiente para ese día. Por lo general, su asistente a diario le enviaba una lista detallada con un horario diseñado de forma meticulosa donde se encontraban cada una de las actividades, reuniones, llamadas y tiempos asignados con los que debía cumplir para el final del día, sin embargo, había ocasiones en las que Jungkook prefería tomar él mismo las riendas de su agenda.

Vendimia || KookVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora