Capítulo 36: En pleno ojo del huracán.

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L E N A

Las horas pasaron lentamente, pero cuando menos nos dimos cuenta el sol ya comenzaba a irse. La policía había buscado durante todo el día por toda la zona, pero seguían sin encontrar a Paulina.

Todos estábamos cansados pero sobre todo preocupados de no obtener noticias. Estaba sentada dentro de la camioneta de Agus junto con él, Caro, Valu y Maxi cuando uno de los oficiales se acercó a nosotros. Los demás vinieron en cuanto vieron la expresión del hombre.

-Disculpen chicos, pero no encontramos nada. La niña no aparece. Me temo que tendremos que dar por terminada la búsqueda.

Fruncí el ceño a punto de refutar, pero Maxi se me adelantó.

-¿Qué se supone que significa eso?-Él oficial suspiró hondo, mirándonos con pesar.

-En verdad lamento mucho su pérdida, les doy mis más sinceras condolencias-Y se fue.

Se fue de ahí dejándonos con un nudo en la garganta y el sabor amargo de su insinuación.

¿Acaso acababa de dar por muerta a Paulina?

Agustín fue el primero en asimilar lo que el hombre había querido dar a entender con sus palabras. Vi cómo apretaba los puños hasta dejarse los nudillos blancos. Pero cuando hizo el ademán de abalanzarse hacia el oficial, las manos de Maxi y Rugge le sujetaron los brazos mientras intentaban tranquilizarlo. Se negó hasta el cansancio a que su hija estuviese muerta. En realidad, todos lo hicimos. No había más que hacer ahí, pero ninguno parecía aceptarlo.

No nos fuimos de ahí hasta que todas las patrullas desaparecieron y aunque Caro y Agus insistían en seguir buscando, Valu y yo la metimos a la camioneta entre llantos y ruegos. Con Agustín fue mucho más difícil. Maxi, Rugge y Mike prácticamente lo tuvieron que cargar a la fuerza hasta el asiento trasero.

El trayecto de vuelta al vecindario estuvo lleno de un silencio sepulcral. Las palabras del oficial flotaban sobre nosotros. Creía que estábamos en pleno ojo del huracán, pero todo empeoró cuando estacionamos frente a la casa de Maxi, bajamos de los autos y Carolina se acercó a Agustín. No se habían dirigido la palabra desde antes del accidente y su último contacto había sido el abrazo de ayer, pero habría preferido que se quedara así.

-¿Agus?-Murmuró cautelosamente, pero él la ignoró-Agustín-Extendió una mano para tocar su hombro y este la esquivó.

Me tensé inmediatamente y pude ver de reojo a los demás mirándose sorprendidos por su extraña actitud. Algo me decía que esto no terminaría nada bien.

-Vete-Masculló con los dientes apretados y la mirada hacia un costado.

-¿Qué?-Preguntó Caro incrédula, sin poder creer que en verdad la estuviese echando de allí.

-Que te vayas, ¿No entiendes? Lárgate de aquí y déjame en paz-Todos nos quedamos helados al escuchar su tono mordaz.

Carolina frunció el ceño y lo miró como si lo desconociera. Y es que hasta cierto punto, todos lo hicimos. Ninguno de los dos había alzado la voz aún, pero jamás habíamos escuchado a Agustín hablarle de esa manera a Carolina.

-¿Qué carajos te pasa, Agustín?-Él cerró los ojos un momento dando un suspiro hondo y cuando los volvió a abrir los clavó directamente en los de ella.

-Me pasa que no quiero verte a ti, sino a mi hija-Respondió pausado y con mirada penetrante.

-Pues te recuerdo que también es mi hija. Yo también la quiero aquí de vuelta. No eres el único que la esta pasando mal por eso-Contestó tajante.

Papá... ¿Qué es Aguslina? [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora