Capítulo 58: Celos.

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P A U L I N A

—¿Crees que mamá vaya a venir hoy?—Pregunté recargandome en el hombro de papá.

—No lo sé, cariño. Estos días ha estado muy ocupada con lo de su gira. Tal vez venga en cuanto se desocupe.

Asentí distraída mientras jugaba con los dedos sobre mi regazo. Hace días que no la veía y creo que papá tampoco había hablado con ella. Al menos no desde que él y Vanessa se comprometieron.

—¿Ya se lo dijiste?—Pregunté en un susurro, aún cabizbaja.

Supe que entendió a lo que me refería cuando lo vi agachar la cabeza y rascarse la nuca nervioso.

—Aún no.

—¿Y la invitarás a la boda?

—Por supuesto que sí.

—Entonces, ¿Cuándo se lo dirás?

Soltó un suspiro pesado y se restregó la cara con ambas manos.

—Pronto. Muy pronto. Ya verás.

Asentí no muy convencida, pero no insistí porque el timbre me lo impidió. Rodé los ojos de solo pensar que se trataba de Vanessa. Papá se levantó a abrir, aunque no tardó en gritar mi nombre y pedirme que fuese a la puerta principal. Me levanté de mala gana, pero al ver que quien me miraba sonriente al otro lado del umbral era mamá, sonreí y corrí a abrazarla.

—Te extrañé mucho. Pensé que estabas muy ocupada.

—Bueno, un poquito sí. Pero te extrañaba muchísimo, así que me hice un pequeño espacio en la agenda para venir a visitarte—Levantó una de sus manos, en donde traía una caja de pizza y una bolsa con chocolates.

Chille emocionada y la tomé de su mano libre para casi arrastrarla hasta la sala mientras papá nos seguía por detrás.

—¿Y si jugamos a un juego de mesa los tres? La tía Anita me regaló uno en mi cumpleaños y no lo he usado.

—¿El de adivinar el personaje de las cartitas en la cabeza?—Preguntó papá a lo que mamá rió.

—Se llama headbands, Bernasconi.

—Sí sí, ese—Reí.

—¿Entonces? ¿Jugamos?—Pregunté con un puchero al que ninguno se pudo negar y ante el cuál terminaron accediendo.

Ambos tomaron asiento en los sillones mientras yo corría escaleras arriba en busca de la caja del juego y volvía con el entre las manos, menos de cinco minutos después. Me senté junto a ellos para leer las reglas del juego en voz alta antes de abrir la caja de pizza y comenzar con la primera ronda, la cuál ganó mamá.

Jugamos unas cinco rondas más, de las cuales yo gané dos y papá ninguna. Era tan malo que mamá y yo terminamos con dolor de estómago de tanto reír.

—¡Blanca nieves! ¡Vamos, yo gané!—Gritó papá emocionado.

Mamá soltó una carcajada y yo le seguí.

—¿De qué hablas? Por supuesto que no ganaste. No es Blanca nieves.

—¡Claro que sí! Dijiste que usa un vestido amarillo y el de Blanca nieves es amarillo.

Papá... ¿Qué es Aguslina? [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora