Carlo Gambino Month

5-Casanova

Gracias al amable taxista habían llegado a su nuevo hogar, bajaron las maletas y pagaron al hombre. Caminaron a la puerta de entrada logrando un suspiro de los labios del menor de los Gambino, ya habían salido de Italia, ya no había padres que le mandaran el podía ser libre, podía hacer lo que quisiera.

—El taxista diciendo que tuviéramos cuidado por la mafia de italianos y somos nosotros los mafiosos italianos. —Se rió el mayor mientras abría la puerta y entraba arrastrando su maleta, Carlo soltando una risa le siguió dentro de su nuevo hogar.

—Sisi puto taxista, nosotrsos somos la mafia y nada nos parara.—Solto las maletas que arrastraba y suspiro de nuevo observando su casa nueva, era bastante grande, dos habitaciones de las cuales estaba seguro que solo usarian una por la vieja costumbre de protegerse entre ellos, que desde niños tenian, una amplia cocian que suponia que no hiban a usar, el era el unico que sabia cocinar y no le gustaba asi que sobrevivirian a base de pedir comida, un salon con unos sofas en forma de L de color rojos, un baño con su bañera, en la que sabia que pasaria algunas de las majpres horas de su estancia en la ciudad española y un pequeño jardin en la entrada en la que pondria algunas flrores de colores.

—Ni tan mal, grande, bonita y lo suficiente para nosotros, la habitación extra puede ser un almacén. —Se expresó tras observar la casa de arriba a abajo junto a Toni.

—Esa habitación es la tuya.

—Ni de coña, yo duermo contigo como cuando éramos pequeños y ya, esa habitación ya veremos qué hacer pero yo duermo contigo. —El mayor de los hermanos no pudo hacer otra cosa que reír, si su hermanito quería dormir con él ¿Quién era él para negárselo?

—Bueno bueno pues dormimos juntos, y no esa habitación no va a ser un almacén, el almacén estará en el Ke Rule nuestra tienda. —Le explico mientras se sentaba en uno de los sofás y suspiraba cansado por el viaje, en ese momento solo quería comer algo, darse una ducha y dormir hasta que todo el cansancio saliera de su cuerpo.

Aunque el de ojos azules, tenía otros plane en su mente, él quería salir a divertirse, así era la única manera en la que lograría conocer la ciudad y todo lo que está escondía, sabia que conocer lugares y personas era una de las cosas más importantes si querían montar una organización de éxito y ellos la querían montan.

—Voy a pedir comida ¿Quieres algo en especial?—Hablo cansado el mayor mientras con fatiga sacaba su teléfono móvil de su bolsillo.

—Voy a salir de fiesta, pide lo que quieras despues si vuelvo borracho como lo que sea, aunque seria bueno que tu tambien aprenderas a cocinar y así no sobrevives por comida basura ni me obligas a mi a cocinarte. —Abrió su mochila y tomó un minúsculo neceser, del que sacó una máscara de pestañas y un muy ligero labial, los cuales se puso con maestría en el rostro.

—O contrato a alguien para que nos cocine.—El rubio observó a su hermano maquillarse con una sonrisa en su rostro, aunque el menor no hubiera podido estudiar en la universidad de sus sueños, con cada gesto que hacía gritaba a los cuatro vientos que él era artista, y no uno cualquiera, el mejor artista de todos.

—Aja como sea voy a salir, luego te picó al timbre o algo para entrar.

—Okey chao.—Esas palabras fueron lo último que pudo decir antes de que su hermanito saliera por la puerta de la casa y cerrará la misma de un portazo.

El menor de los italianos camino hacia la calle y tras mirar a todos lados forzó un coche, con el que tras buscar gracias al google maps que tenía en el teléfono marcó lo que parecía una discoteca con el nombre ''El Molinillo'' encendió el coche con sus manos y puso rumbo al lugar intentando descifrar cómo iba el auto, porque aunque se pavonearse siempre diciendo que sabía hacer de todo, había varias cosa que no sabía hacer y una de ellas y la más importante era conducir, sus padres jamás se les ocurrió pagarle le carnet de conducir y esperaba que con su llegada a España logra sacarse el carnet, mientras intentaría no matarse con el coche que había robado.

Tras varios casi accidentes y un pequeño salto al darse cuenta que había tomado la calle que no era, logró frenar el coche en la entrañas del ''Molinillo'' donde espera que el nacimiento de su organización comenzará.

—Eh Eh que aquí no puedes aparcar. —Un hombre con el pelo teñido de violeta se acercó a él Gambino el cual alzó una ceja, y sacó algunos billetes de su cartera lanzándolos a la cara. —Ahora si puedes, eres nuevo ¿No?

—Aja soy Carlo. —Se acercó a la puerta del local y sin prestar atención a la fila que había esperando para entrar atravesó la puerta.

—Yo soy Jose, ven te enseñaré el local —Aunque para el italiano estar con Jose no era un objetivo de la anoche acepto, quizá el andaluz le podía servir en un futuro cercano para su organización.

El Moreno de piel le intentó enseñar el local a Carlo y hablarle de las personas que estaban en el mismo pero por desgracia para él en cuanto se giró para pedir unas cervezas, el recién llegado a la ciudad ya estaban junto a la novia del abogado más importante del lugar.

—Hola guapa ¿Por qué estás tan sola?—Se acercó a la mujer y puso una mano en su cintura.

—Tengo novio además viene con unas amigas.—Lina habló mientras llevaba su mano a la de el hombre en su cintura y la intentaba despegar de la misma.

—No soy celoso, eso no me importa soy Carlo.

Era una risita de la mujer, sin duda era original lo que el cenizo le había dicho pero su respuesta iba a seguir siendo muy clara: No, ella amaba a Salinas.

—Tengo novio te digo así que separate de mi. —Insistió.

—¿Cómo te llamas preciosa?

—Lina.. —Antes de que otro elogio barato saliera de él de ojos azules la morena rápidamente le dio un bofetón logrando soltarse. —Y tengo novio gilipollas.

Rápidamente salió del rango de visión del italiano, el cual se quejaba del dolor que la cachertad a la mujer le había dado.

—¿Cerveza? Ahí hay muchas más chicas, esa es una de las pocas y tiene pareja y a la vez mala hostia. —Le explico el de pelo púrpura mientras le extendía el vaso, el cual Carlo tomo y le dio un buen trago, intentando olvidar el dolor de la reciente bofetada.

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