9-Tatuajes

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Carlo camino hacia donde había quedado con su hermano mientras contaba los billetes, cerciorándose que nadie le habia estafado y sonrio, aunque en un principio no era fan del juego sabia que vendria mas de una vez a ese casino en busca de dinero extra, el verde iba a ser color de la suerte, suerte que esperaba que le acompañara mucho tiempo.

El rubio llegó minutos después aunque este por el contrario de su hermano tenía una mueca en su rostro, la suerte no había estado de su lado mientras jugaba al Poker y en vez de ganar perdio, perdio 150 euros, mas del mitad de lo que tenía en un inicio cuando ingresó al local.

—Gane.—Fue lo único que dio el menor de ellos con una sonrisa y enseñándole el dinero en sus manos.

—La suerte del principiante. —Salio de los labios del rubio con una muy notable envidia hacia su hermanito, era la primera vez que Carlo pisaba un casino ¿Y ganaba? O había trucado el juego que hubiera jugado o solo tenía muchísima suerte, cosa que no creía posible.

—Le tire al verde ne la rueleta.—Definitivamente su hermano tenía la llamada suerte del principiante.

—Como sea vámonos antes que gastes todo lo que has ganado. —Toma el brazo de un hermano y le arrastró hacia las escaleras para empezar a subir las mismas con rapidez, el casino le estaba gritando que se quedará a seguir jugando y ver las maravillosas luces del casino.

Atravesaron la puerta de vidrio y soltó el brazo del de ojos azules dejándolo libre y que pudieran hacer lo que quisiera. —Envidioso.

El cenizo no era tonto y se había dado cuenta desde el momento uno que era lo que estaba pasando y los pensamientos de su hermano mayor. —Quiero hacerme un tatuaje ¿Vienes? —Ignorando completamente lo que el menor le había dicho camino hacia su auto y lo abrió entrando en el mismo minutos después.

—Bueno… me haré yo también uno entonces. —Subió de copiloto y guardó los billetes en su chaqueta, acercó su mano al GPS y marcó el estudio de tatuajes, lo cual guió al conductor por las calles de la ciudad española hacia el lugar marcado.

—¿Que te quieres hacer? —Interrogó el ganador a su mayor mientras observaba las manos de su hermano conduciendo, algún día le pondría las manos en el volante y no le multarian por ir sin carnet, lo juraba por toda su familia.

—Unas flores en el brazo, llevo ya varios días mirando diseños y me lo voy hacer así me olvido un poco de la mierda del casino.

—Bueno yo quizá un cuchillo en el brazo, el abuelo tenía uno y molan un huevo y yo también quiero. —Ante esa palabras Toni solo pudo suspirar, su abuelo había sido un gran referente por su hermano y no le sorprendía que se quisiera tatuarme algo relacionado con el mismo, su hermano amaba  su familia, a todos los miembros de su familia, aunque sus progenitores le trataron como si fuera la peor mierda de todas, Carlo los amaba, sólo era un niño en  busca  de un poco de amor  de las personas que le había dado la vida, no se le podía culpar por eso.

Condujo durante unos momentos hasta que aparcó el coche delante del lugar bajando de este rápidamente y cerciorándose de que su hermano hiciera lo mismo, cerró la puerta del auto y siguió a su hermano dentro del estudio.

—Bienvenidos. —Hablo el un hombre tras el mostrador, alto, con tatuajes cubriendo todas las partes de piel visibles gracias a la ropa que portaba  y con el pelo azul cielo y azul oscuro mitad de cada color. —Soy Máximo y seré vuestro tatuador supongo, aunque no tengáis cita estoy libre.

—Bien supongo soy Toni y me quiero hacer unas rosas en el brazo, tengo el diseño por aquí. —Sacó su móvil de su bolsillo y lo encendió para rápidamente buscar el modelo y ponerlo frente a los ojos del peliazul el cual sonrió en grande. —Ese es mi diseño así que sin problema te lo hago aunque serán 4 o 5 horas solo en el borde del diseño ¿Si? —Le explicó el hombre mirando a los hermanos.

—Sin problema y luego mi hermano Carlo quiere un cuchillo en el brazo...—Mira a el de ojos azules. —¿En qué brazo?

—Derecho. —Respondió seguro mientras observaba los diseños que por las paredes colgaban, por lo que sus ojos podían apreciar el hombre detrás del mostrador era alguien muy bueno en su trabajo.

—Bien pues empiezo con el del cuchillo, va a ser más rápido ¿Tienes algún diseño o me dejas que lo elija? —Miro al menor de los hermanos el cual observó al hombre, los tatuajes que le llenaban los brazos eran muy hermosos si le dejaba vía libre para que decidiera el diseño seguro que le quedaría bellísimo. —Todo tuyo el diseño.

Una sonrisa se pintó en los labios de Máximo el cual salió de detrás del mostrador y tras examinar los dibujos que tenía en la pared tomó uno de un cuchillo y se lo mostró a su cliente. —¿Este?

El Gambino observo el dibujo y sonrió en grande, era justo lo que quería que adornará su brazo durante toda su vida. —Ese por supuesto que sí y el tamaño más o menos así en mi brazo. —Arremangó la manga de su camisa dejando el lugar donde iría el tatuaje al descubierto.

—Bien pues por aquí por favor te lo haré en la habitación donde tengo la máquina de tatuajes. —Con un gesto les pido que le siguieran dentro de una habitación donde se podía apreciar a otro tatuador haciendo su trabajo. —El es Denis mi compañero que atenderá a tu hermano en cuanto acabe, mientras Carlo ¿Verdad? —El cenizo asintió. —Túmbate en la camilla y preparare la máquina para tatuarte el cuchillo.

El menor de los que se encontraban ahí lo mandado con rapidez, se tumbó en la camilla dejando el brazo hacia el hombre de pelo azul el cual preparaba la máquina con la que le dibujaría permanentemente en su piel el cuchillo.

—No te muevas en cuanto empiece que sino la línea va a salir mal. —Le indico el hombre mientras sostenía la máquina a punto de empezar con su amado trabajo.

—Okey... —El profesional tomó su brazo con cuidado y le colocó sobre este un papel el cual logró que el dibujo que había elegido se quedará estampado en el brazo, listo para comenzar a tatuar.

La máquina fue acercada a Carlo el cual cerró sus ojos, comenzado a sentir segundos después como la aguja le atravesaba el brazo, no dolía tanto como muchos de sus amigos le habían dicho solo era un poco de molestia.

Poco a poco y con lentitud y calma el cuchillo se quedó tatuado en el cuerpo del hombre. —Listo. —Aviso Máximo mientras alejaba la maquina del cuerpo de su cliente, el cual observó el cuchillo en su brazo y sonrió en grande, su tatuaje era perfecto. —¿Cuánto es?

—70 euros. —Respondió mientras con cuidado le colocaba el plástico protector y le daba una tarjeta con todas las preocupaciones que debía tomar.

—Toma 80 por tu buen trabajo. —Con el dinero ganado en el casino pago al tatuador, volvería al estudio, había sido rápido y maravilloso.
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1224 palabras

Carlo Gambino MonthDonde viven las historias. Descúbrelo ahora