12-Avion

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—Toni, Carlo tenéis que salir de aquí, estáis en busca y captura. —La seriedad en las palabras y rostro de Gracia no dejaba lugar a dudas, era el momento de salir de la ciudad que con tanto amor les había acogido meses atrás cuando bajaron de ese avión.

—¿Qué? ¿Por qué?—Interrogó el mayor de los hermanos cruzándose de brazos y observando con ojo cínico  a el corrupto policía. —¿Alguien nos descubrió?

—Me descubrieron a mi y no tardarán en tirar del hilo y encontraros a vosotros, tenéis que salir de aquí de una maldita vez, vosotros habéis hecho muchos atracos y siempre estabais vendiendo droga, no os podéis quedar aquí, ni vosotros ni la organización del chino.
Dando por finalizada la charla el agente se subió al coche y lo arrancó saliendo de la vista de los italianos con la myor rapidez posible.

—Voy a hablar con Hai.—El rubio hablo llevandose un asentimiento con la cabeza de sus silencios hermano como única respuesta, hacía días que estaba extraño, siempre en silencio y no tenía ni idea del porque. —¿Qué pasa?

—Nada. —Se dio media vuelta y tomó su teléfono, si ellos debían salir del país lo mejor era organizarse cuanto antes posible. —¿A dónde iremos?

—A Londres, y me da igual que el puto chino no este de acuerdo, Londes es maravilloso y la mafia Gambino segira su progreso ahi, vere como traer las pirulas pero ahi vamos a vivir. —Respondió con rapidez mientras mandaba unos mensajes a los demas implicados en la huida, algo habían hecho mal y ese era el pago.

—Bien me da igual. —Empezó a andar hacia el Mercedes y entró en le mismo, esperando a su hermano, dándose cuenta en cuanto apoyó su espalda el respaldo del automóvil, que como siempre que la mafia debía tomar una decisión importante, nunca se le preguntaba su opinión, siempre se hacia lo que su hermano decía, aunque eso no le gusta al cenizo.

El heredero se adentra en el coche ajeno a los pensamientos de su menor y lo enciende para ponerse rumbo a las cárnicas, donde había quedado junto a Hai y los suyos para planear el escape de Marbelle, el principio del final de la ciudad costera.

Carlo sacó su teléfono y se dispuso a comprar un billete para el primer avión que saliera para la ciudad inglesa, si el plan de los dos mafiosos fallaba el tendria un plan B que esperaba que saliera bien, ellos debían escapar de la ciudad y al aire era su única opción en ese momento, tras comprar el billete suspiro, no le iba a dar tiempo a empacar ninguna de sus pertenencias así que tenía que confiar en que el plan de Toni y le chino saliera bien, porque sino se veria  en Londres sin nada que vender o de lo que dedicarse, y el no se iba manchar las manos con trabajos de mierda, era un Gambino, que el trabajo sucio lo hicieran otros, además de solo, aunque eso podía ser bueno, dejaría de ser ese cero a la izquierda que desde pequeño le había dicho que era y que el chino se encargaba de recordarle.

Tras algunos minutos sumergido en su pensamientos el coche se detuvo y bajó del mismo adentrándose en las cárnicas,listo para la que esperaba que fuera la última reunión con el chino que tan mal le caía, y el culpable de tantas lágrimas derramadas de sus azuladas perlas.

La reunión dio inicio en cuanto la puerta se cerró, espera que de esa reunión saliera un plan con sentido y en el que ninguno de sus conocidos se pusiera en peligro, sabía que si alguno quedaba en tierra sería llevado directamente a la  más profunda de España, Carlo por supuesto que no quería ser el desafortunado que sufriera las consecuencias de sus actos asi que escuchaba atento la reunión.

—Algunos despistan aquí a los policías y que los demás se vayan es obvio.—El plan del chino había salido rápidamente de su labios, plan que para el menor de los Gambino era terrible, pero por desgracia no tenían otro plan, y para las demás cabezas pensantes que se encontraban en el edificio les pareció perfecto.

—¿Y quien se va a quedar? —Los labios de José soltaron las palabras que rebotaban por los cerebros de todos los presentes, nadie se quería quedar a morir pero sabían que debía ser necesario para que al menos la mayoría de los presentes se salvará.

—Yo me quedo. —Hablo Fedor. —Ya soy viejo no voy a vivir mucho más, además vosotros os tenéis que salvar, yo me quedo.

—Yo también me quedo. —Sorprendiendo a todos los presentes la única mujer del grupo habló, mostrando que tenía muchos más huevos y valentía que todos los demás hombres presentes.

—Bien y pato tu también quedate. —Carlo mordió su lengua ante esa frase ¿Él se tenía que quedar solo para salvarlo? En sus putos sueños, por suerte tenía un plan B que también involucraba un avión.

—Bien, iré a casa por las armas.—Sorprendiendo a Toni, que habría jurado que su hermano no se arriesgaría tanto por solo unas personas con las que no tenía buena relación. —Eres un gran Carlo.

—Lo se. —Cortante salió de las cárnicas, se acercó a uno de lo tanto coches de alguno de los que había reunido en el interior y con rapidez lo forzó, obviamente no Iba a dejarse matar por ellos, ni en sus más grandes pesadillas, iría al aeropuerto y de ahí a Londres.

Condujo con rapidez, saltándose todos los semáforos en rojo que pudiera encontrar y golpeó el volante con fuerza, en esa ciudad tampoco había conseguido el carnet, rezaba porque en Londres si lo consiguiera, no quería estar toda la vida sin carnet.

Detuvo el coche en el primer sitio que vio al llegar al aeropuerto y bajó con rapidez adentrándose en el mismo, su vuelo partiría en 30 minutos, los suficientes para comprar alguna cosa en el aeropuerto y subir al avión sin que ninguno de los demás se diera cuenta.

Tras comer algo en los múltiples restaurante que poblaban el lugar suspiro, no debería abandonar a los suyos pero su vida era mucho más importante que la de ellos.

—Pasajeros con destino a Londres por favor último aviso a la terminal 3. —Era su momento.

Con prisa se dirigió a la terminal y en un parpadeó se encontró en su asiento en el avión, era el momento de la despedida de sus lugares favoritos y de su hermano, apoyo su cabeza en la ventanilla del avión y suspiro.

—Espero que nos volvamos a ver... —Susurro observando las edificaciones y bajo la persiana del avión, era el comienzo de su nueva.

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1124 palabras

Carlo Gambino MonthDonde viven las historias. Descúbrelo ahora