28-Hija

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En cuanto Carlo salió de su gimnasio, sabía que algo iba a pasar pero por sorpresa para él sentía que iba a ser algo bueno, algo que le llenaría de felicidad por el resto de su vida, puso los ojos mientras siguió caminando, quizá solo era un presentimiento sin sentido.

Dirigiéndose hacia el departamento donde su futuro esposo vivía se detuvo y miró a todos lados, él había escuchado algo. —¿Hola?

Su saludo no tuvo ninguna respuesta más que algunos pasó con rapidez, logrando que sacara su navaja de su chaqueta, listo para poder apuñalar a quien fuera que estuviera corriendo tan tarde y le quisiera hacer daño, aunque por suerte para él no era más que una joven de no más de 16 años la cual corría.

—¿Eh eh que pasa? —La preocupación le comenzó a invadir, el debía ir por el mismo lugar que la joven había salido corriendo, la cual le ignoró mientras lloraba con fuerza saliendo de la vista del italiano.

El Gambino dio algunos pasos hacia la calle sin bajar su arma blanca y asomo su cabeza viendo que no había nada extraño ante su vista, bajo la navaja y empezó a caminar prestando atención a todo lo que sucedía en el lugar, solo podía escuchar charlas de familias en las casa conjuntas al callejón, un par de coches y unos balbuceos, espera ¿Balbuceos?

Guardandos su navaja y se acerco a dodne los pequeños sonidos salian, encontrando un bulto de color rosa, se arrodillo y con cuidado tomo la manta de la que salian los sonidos, dandose duenta que de la misma cayo n
una pequeña nota, la tomo y la leyo con una mueca en su rostro.

Hola, ella es Tania, tiene dos meses y espero que seas quien seas la cuides yo no puedo. Fue lo que pudo leer en papel y suspiro incorporándose, al parecer el bulto que tenía en sus brazos era una bebe llamada Tania, y suponía que la chica que minutos atrás había salido corriendo y llorando del lugar era la madre de la pequeña.

—Hola pequeña... Soy Carlo sere tu papi a partir de ahora ¿Si? —Aunque a sabiendas que no le hiba a entender le hablo a la bebe, mientras con cuidado destapaba su carita observandola, dandose cuenta que tenia los ojos igual que su chico, uno de color verde y el otro marron, quiza no era mas que el destino haberla encontrado en un sucio callejon y que lograra ablandar su corazon.

Abrazándola con cuidado contra sí mismo siguió caminando hacia el departamento donde su chico vivía, solamente esperaba que Horacio la quisiera cuidar junto a él, sino pasaría a ser un padre soltero y alquilaba un departamento para ellos dos, porque si le lo había decidido en cuanto la tuvo en sus brazos, iba a ser su hija.

Sus pasos le llevaron hasta la puerta del edificio y la abrió haciendo malabares con la niña en sus brazos, entró en el lugar y cerró la puerta para caminar hacia el ascensor con cuidado, no quería dañar a la pequeña que tan cómoda estaba en sus brazos, entró en el ascensor y pulsó el botón del piso donde vivía con su chico, notando como el ascensor comenzaba a subir minutos después.

Salió del ascensor en cuanto llegó y camino hacia el departamento para tocar la puerta, el francés abrió la puerta al escuchar los toques y abrió los ojos en grande al ver a su novio con un bebe envuelto en una manta rosa. —¿Qué?

—Entramos y te digo mejor que seguro tiene frío. —Ante esas palabras el oficial dejó espacio para su chico el cual entró y cerró la puerta mirándolos. ¿Porque cojones su chico tenía un bebe en brazos?

—¿Ahora me respondes?

El cenizo camino hacia el sofá y dejó al bulto que portan en sus brazos sobre los suaves cojines para empezar a quitarle la manta que lo envolvía. —La encontré en la calle, primero me encontré a lo que supongo que es la madre corriendo y llorando y luego a ella, se llama Tania y tiene dos meses.

Le explico sin separar la vista de la criatura, la cual miraba a todos lados curiosa para luego empezar a llorar con fuerza al ver que no estaba junto a su madre, él italiano se acercó a pero con rapidez su prometido la tomo en brazo sorprendiendolo, no pensaba que Perez la quisiera sostener con tanta rapidez y la comenzó a acunar logrando que el llanto de Tania se calmara.

—Hola Tania, seremos tus papis, el Carlo y yo Horacio, y te vamos a cuidar mucho y muy bien te lo juro.

Ante esas palabras el de ojos azules no hizo más que enamorarse el doble de lo que ya estaba de su chico, él había aceptado cuidar a la niña junto a él, ellos hiban a ser padres de una muy linda bebe llamada Tania.

—Mañana saldremos a por ropa y cosas por ella, mientras iré a la vecina a ver si me puede dejar algunos pañales, cuidala un momento ¿Si? —Ante esas palabras el de cresta no hizo más que asentir mientras se sentaban en el sofá con la menor en brazos, nunca había pensado en tener hijos pero si el tan caprichoso destino la había colocado frente a él, no iba a cambiarlo, si su futuro era cuidar a un bebe junto al mafioso que tan loco le tenía lo aceptaría con los brazos abiertos.

El hombre regresó minutos después con algunos pañales de una de las tantas vecinas que tenía, le había dado, al menos tendrían suficiente para pasar la primera noche con Tania.

—La vecina dice que felicidades y que si necesitamos ayuda ella nos ayuda. —Se sentó al lado de su futuro esposo y dejó los pañales sobre la mesilla del salón observando a ambos con una sonrisa.

—Vamos a necesitar mucha ayuda... yo no sé nada de bebes y creo que tú tampoco así que tendremos que buscar ayuda, también tendré que hablar con mi padre para que nos ayude. —Acuno a la niña en sus brazos y sonrió, aunque no tuviera buena relación con el hombre que llamaba papá por ella solucionaría esos problemas.

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1037 palabras

Carlo Gambino MonthDonde viven las historias. Descúbrelo ahora