18-Fiesta

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El italiano entró en el departamento que compartía con el Cejas y la actual pareja de este, la cual era Andres cerró de un portazo y mientras tenía enorme sonrisa en su rostro.

La pareja que le esperaba en el sofá le miraron expectantes ante lo que fuera a decir, había ido a pasar su examen de conducir y ambos estaban en vilo por si su compañero lo había pasado o no.

—....—Carlo amaba el drama y no había que ser un genio para descubrirlo.

—Gambino para hoy. —Andres no tenía tanta paciencia para aguantar a su amigo haciendo drama y alargando la noticia que esperaba que fuera buena.

—Bien si soy apto...ya tengo mi carnet de conducir. —Habló con emoción y sacó el carnet de su bolsillo enseñando a su amigos, los cuales lo tomaron entusiasmados y gritaron de felicidad, por fin ya no serían los taxistas del hombre.

El cenizo no hizo más que soltar una leve risa y tomar sus cartas de las manos del español y guardarlo de nuevo en su bolsillo. —Me iré de fiesta para celebrarlo.

Tan rápido como había llegado al departamento salió de este, solo ha venido a decirles a sus amigos que había pasado, ahora le toca celebrar ¿Y qué mejor lugar que la disKoiteca? Ninguno.

Cerró las puertas del edificio y caminó con una sonrisa hasta uno de los tantos coches aparcados en el lugar, lo forzó y entró en el asiento del piloto suspirando con una sonrisa, ya era legal poder conducir el vehículo, aunque este no fuera suyo.

Encendió el coche y empezó a conducir hacia la discoteca, listo para divertirse, era se compensaba por todo lo estudiado y los años que había pasado anhelando la tarjeta que le daba derecho a conducir.

Siguió conduciendo con cuidado hasta llegar al lugar deseado, la mejor discoteca de toda la ciudad de Londres, y en la que Carlo había pasado más horas de las que le gustaría entre copa y copa.

Detuvo el auto en cualqueir lugar y bajo de este con uan sonrisa, se coloco bien su amdo chaleco amarillo, ese que tan bien le sentaba y ese que conquistaba a muchas mujeres a su paso.

Entró por la puerta del lugar y caminó directamente a la barra, donde pidió un martini, el cual llevó a sus labios en cuanto lo tuvo en sus manos, soltando un muy leve jadeo al sentir el dulce sabor en su boca.

Una mujer pelirroja se acercó a la barra y pidió una copa de whisky, llamando la atención del hombre, quizá y con suerte podía llevarse algo a casa y que la celebración fuera completa. —Guapa.

La pelirroja le observó alzando una ceja, ¿Ese hombre, el cual no conocía de nada le acaba de decir guapa? —Ya lo sé aunque no puedo decir lo mismo de ti. —Contestó Michelle con una sonrisa burlona en sus labios, la cual fue imperceptible por el italiano, ya que rápidamente la copa de whisky fue a parar a sus labios.

—Joder...—Aunque no habian empezado con buen pie, el cenizo esperaba que la mujer se le sumara a la lista de su conquistas, aunque sonara muy mal, queria a la pelirroja debajo suya gimiendo su nombre, mientras dejaba marcas por todo su cuello. Solo de pensarlo ya le está calentando de sobremanera. —Soy Carlo y te invito a la próxima copa.

Eso interesó a la mujer la cual se acercó un poco el. —Supongo que es una manera rara de preguntarme el nombre, soy Michelle. —Se presentó mientras tomaban un poco más de alcohol.

Michelle, era un nombre muy bello pensó el Gabino mientras lleva su copa a sus labios tomando un trago, el cual esperaba gemir esa noche hasta que su cuerdas vocales se le rompieran. —¿Y qué te gusta hacer Michelle?

La chica tuvo que admitir que su nombre en los labios del recién conocido sonaba fantástico. —Ir al casino.

Los ojos de Carlo se iluminaron en cuanto escucho eso, era muy raro encontrar a una mujer con sus mismos gustos y aunque el primer contacto con la mujer había sido horrible, y él sentía que solo le están siguiendo la conversación por la copa gratis que él había prometido, está feliz por conocerla. —¿Ruleta?

—Si, ruleta por supuesto aunque está trucada.

—Claro que lo está, antes salia un monton y ahora casi no sale.—Se quejó también el hombre mientras dejaba su copa sobre la barra y centraba su atención en la mujer, mujer maravillosa ante su ojos, además le gustaba el casino ¿Podía una mujer ser mejor que ella? Su respuesta era clara, no, no había nadie más perfecta que ella, aunque llevaran hablando menos de 20 minutos.

Una despampanante rubia se acerco a la barra por el otro costado de Carlo y con una voz aguda pidio un Sex on the Beach, aunque eso no fue lo que llamo la atencion del hombre, sino sus enormes uñas de color negro, que parecina armas mortales y como está hacia parecer facil llevarlas.

—¿Me estás prestando atención?—Le llamó la atención Michelle colocando el vaso con algo de fuerza sobre la barra del lugar.

—No. —Contestó con sinceridad mientras regresaba sus ojos a la mujer que en un principio le había cautivado, aunque siguiera pensando en las uñas negras de la rubia despampanante, si no lograba llevarse a Michelle a al cama, no le importa probar suerte con la mujer de largas uñas.

—Te estaba diciendo que esa chica que acaba de venir y tu le estabas mirando las tetas es mi amiga si que no te atrevas a hacerle algo malo porque te cortaré los huevos.—Hablo seria mientras lleva su mano a la copa de Carlo, de un trago se la acababa y se daba la vuelta dispuesta volver con sus amigas y dejar al hombre.

—¿Cómo se llama?—Le pregunto antes de que se alejara de él y poniendo su mano en su cintura.

—Invítame a una copa y te lo digo. —Si el hombre quería saber de una de sus mejores amigas, ella al menos sacaría algo de alcohol del cenizo.

—Echo.

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1022  palabras

Carlo Gambino MonthDonde viven las historias. Descúbrelo ahora