19-Hobbies

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El mafioso abrió sus ojos y observó el blanco techo del departamento, bostezo y se incorporó en el sofá donde dormía, con paso lento y cansado se dirigió a la cocina y empezó a preparar un café.

—Carlo ¿Tu no tienes hobbies?—La suave voz de Andres le asustó logrando que la taza cayera al suelo, echando a perder su desayuno y un grito saliera de sus labios.

—Coño Andrés por poco me matas. —Sin querer responder tomó la fregona y se dispuso a limpiar el líquido marrón en el suelo de la cocina.

El mayor por su parte comenzó a hacerse un café mientras observaba al cenizo de reojo y dándose cuenta que había ignorado su pregunta, le parecía muy raro que no tuviera hobbies, solo se la pasaba de fiesta y durmiendo, eso no era sano, el debia tener algun hobbie, cualquier hobbie estaría bien si se podía distraer y dejar de pasarla de fiesta en fiesta.

—¿Que te gustaba hacer cuando eras pequeño?—Interrogó Andres tomando un poco de café y observando.

—Pintar... supongo que era algo bueno, casi voy a la universidad de Bellas Artes... —Confesó mientras acababa de limpiar y comenzaba de nuevo a prepararse el desayuno. —Pero siempre me quise dedicar a la moda... pero en mi familia no estaba contemplado de que un hombre se quisiera dedicar a algo así... según ellos era muy femenino y me volvería maricon... y mírame ahora, bisexul y sin poder dedicarme a la moda porque nunca me dejaron. —No había que ser un genio para darse cuenta de la tristeza en las palabras que salían de la boca del italiano.

—¿Y por qué no lo intentas ahora? Nosotros te podemos ayudar.

El de ojos azules tomó un poco de su café y suspiro, quizá sí era el momento de volver a las artes creativas, había dejado la pintura con 18 años y ahora tenía 27 y estaba lleno de ideas para plasmar en papel.

—Bien si lo intentare. —La sonrisa se pintó en su rostro alegrando a Perez el cual no hizo más que tomar un poco de su café.

Carlo se acercó a el hombre y rápidamente le dio un abrazo con toda la fuerza posible en su cuerpo recién despertado, para con su café salió de la cocina buscando papel, empezaría en ese mismo momento, era el momento de volver a lo que más amaba en su infancia.

Tras encontras papel en el department, se apoderó de un bolígrafo de su mejor amigo y dejo las coasa sobre la mesilla del salón, su taza de café, el folio en blanco y el bolígrafo, estaba listo para dibujar lo que fuera, era su momento de demostrar que él era Carlo Gambino a quien le había dado una maldita beca en una de las mejores universidades de dibujo de toda Italia y su padre le había prohibido aceptar.

Ahora solo quedaba la maldita pregunta que toda persona creativa se hacía al encontrarse con un folio en blanco delante ¿Que iba a dibujar?

Suspirando tomó su taza de café y le dio un trago mientras observaba el blanco papel ante su ojos, la idea de su compañero y pareja de su mejor amigo era muy buena, aunque no lo dijera en voz alta llevaba años extrañando el arte que años atrás había logrado salir de sus dedos y ahora era el momento de volver a eso, su negocio era próspero y tenía muy buenos amigos, había dejado las drogas y ahora estaba bien, aunque le atormentara la muy posible muerte de su hermano cada dia, lo que lograba muchisimas pesadillas.

Aunque recordar eso logró que una idea le atravesara su mente, dibujaria al huevo rey que le había aparecido en tantas alucinaciones, era un dibujo sencillo para volver al arte, sólo era un huevo con corona y centro, aunque nunca en su vida había dibujado algo así no debía ser difícil hacerlo, nada era difícil para Carlo Gambino.

Así que tomando el bolígrafo en su mano se puso a dibujar al famoso huevo que tanto daño y felicidad le había dado, con lentitud comenzó a dibujar sobre el folio mientras recordaban todos los detalles de el famoso huevo y la nave que empezó a ver desde la primera que se drogo.

La forma del huevo no fue difícil por su experta mano, las extremidades fueron algo más complejas, no recordaba la complejidad de dibujar manos y pies, llevaba años sin hacer un trabajo creativo aunque en un principio creía que iba ser fácil dibujar sus alucinaciones, se dio cuenta que no era así, no solo se le complicaba de sobre manera dibujar las extremidades del alienígena sino también sus enormes ojos vacíos que le miraban serio.

Pero él había sido el mejor de su clase, y el único al que le habían dado una beca para la RUFA , él podía hacerlo, un maldito huevo alienígena que destruyó Londres no iba a ser una obstáculo para él.

Tras soltar un suspiro agacho un poco más su cabeza mientras seguía dibujando y tratando que los dedos de la mano derecha del rey huevo, que envolvían la lanza con la que comenzó la destrucción de la ciudad de Londres.

Suspiro y levanto su cabeza, soltó el bolígrafo y tomó la taza de café tomando un pequeño sorbo de la misma. —Joder...

Se quejó observando el dibujo que estaba haciendo, había sido muy mala idea dejar el dibujo de lado, si no lo hubiera dejado ahora sería capaz de dibujar esos dedos agarrando el cetro, pero tras no poder estudiar la carrera de su sueños decido dejar lo que más amaba de lado.

Volvió a suspirar y tomo un poco de café, dejó la taza de lado y tomó el bolígrafo nuevamente para dejarse llevar y acabar de dibujar el huevo rey como fuera, en ese momento solo quería acabar el dibujo y buscar algo más de lo que se entretenerse, quizá podría llamar a Michelle e ir los dos al casino, o quizás acabarían en la cama como tanto había deseado.

El dibujo llegó a su fin en cuanto acabo de colocarle la ridícula corona en la cabeza del rey huevo, se levanta del sofá y toma la taza de café para beberse todo el café que quedan en la taza, aunque con un único pensamiento en mente, él volvería al dibujo, aunque fuera para conseguir dibujar los dedos del maldito rey huevo.

Minutos después y cuando el italiano había salido de el departament a la cita con Michelle, Andres se acercó a la mesa y con una sonrisa observo el dibujo que había hecho su amigo, esperaba que volviera, porque le encantaba lo que acababa de hacer en el folio, aunque suponía que solo era más que una alucinación, ya que nunca su vida había visto un huevo con corona y cetro.

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1142 palabras

Carlo Gambino MonthDonde viven las historias. Descúbrelo ahora