29-Amistades

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El momento había llegado, aunque hubiera estado meses atrasado no podía seguir de esa manera, alejando a su futuro esposo de sus amigos, Toni ya se lo presentaría en otra ocasión, hoy le presentaría solo a sus mejores amigos y más cercanos, el Cejas a quien ya lo conocía por los arrestos en los que estuvo implicado y a su pareja Andres, los compañeros de la mafia que habían venido de Marbella no los consideraba más que conocidos, los cuales si los veía simplemente les saluda con la cabeza y seguía su camino, su vida estaba muy bien sin ellos y no quería cambiarla por culpa de los mafiosos.

—¿Te gusto asi la niña mi amor?—Le llamó la oficial con la bebe en brazos logrando que su vista fuera a la pequeña logrando una sonrisa en su rostro, su bebe con un pequeño body verde y un gorrito con ojos de rana se veía hermosa, definitivamente amaba a su chico y su extravagante sentido de la moda que estaba contagiando a la pequeña Tania.

—Está perfecta mi pequeña ranita. —La tomó con cuidado en sus brazos y sonrió para empezar a besar su rostro escuchando unos leves balbuceos suyos lo cual le enamoró muchísimo más de lo que estaba ya de la menor. —Lista para ver a sus tíos.

Horacio sonrió en grande y asintió para sentarse en el sofá esperando a los amigos de su futuro esposo, los cuales esperaba que no tardaran mucho, no le gustaba la gente que llegaba con retraso a las citaciones de los demás, mucho menos si era una ocasión tan importante como esa.

Los minutos fueron pasando uno tras otro y sus amigos no parecía que iba a llegar a la hora acordado, lo que logró un suspiro de el de ojos azules, él sabía que muy posiblemente iba a pasar algo asi y no le extrañaba nada, lo que de verdad le extrañaba era si la pareja llegaba a tiempo al departamento.

—Van diez minutos tarde. —Se quejó el de cresta logrando un suspiro de su futuro esposo. —Si no van a venir mejor que no hubieramos quedado e íbamos con mi padre.

—Nono seguro que viene, quince minutos más y sino ya nos vamos con tu padre y hermano descuida, ellos vendrán... espero. —Susurro lo último mirando a su bebe en sus brazos, solo esperaba que de verdad vinieran.

Trece minutos después y ya con la paciencia del policía por los suelos el timbre sonó, logrando un saltito de parte de ambos, por fin habían llegado, tarde pero habían llegado.

—Por fin. —Perez se levantó del sofá y caminó hacia la puerta abriendola observando a los que debían ser los amigos de su chico, y se cruzó de brazos. —Llegáis tarde.

—Lo sabemos Cejas no encontró sus zapatos... y tampoco sabíamos muy bien dónde vivíais, Carlo nos mandó un mensaje con la dirección y lo perdimos, y hasta hace como diez minutos lo encontramos. —Explicó el mayor de la pareja mientras veía al hombre con el que su amigo mantenía una relación.

—Bueno como sea pasar anda.—Les dejo pasar y cerró la puerta caminando hacia el salón donde encontraba su pareja e hija y siendo seguido por los recién llegados.

—Por fin hijos de puta.—Ante esas palabras del italiano los recién llegados no dudaron en poner los ojos en blanco, sólo habían tardado unos 20 minutos, además tenían una muy buena razón para tardar tanto. —Como sea mirad que bonita.

Movió sus ojos ante el bulto que su mejor amigo tenía en brazos y abrió los ojos en grande al observar que era lo que llevaba en los mismos, un bebe vestido como si de una ranita se tratara. —Pero... ¿Qué cojones Carlo?

—Se llama Tania y es nuestra hija. —Ante esas palabras el silencio inundo la habitación, ninguno de los recién llegados pensaron en ningún momento de su vida que el gran Caro Gambino, mafioso y ex drogadicto se volvería padre con un oficial de policía, ni siquiera se les había pasado por la cabeza que su relación con el agente durará más de algunas semanas y polvos, pero el brillo en los ojos del Gambino expresan lo mucho que el hombre adoraba al oficial de policía y a la niña que por azares del destino tenía en brazos.

—Pues es muy linda. —Alago el español sentándose al lado de su amigo y mirando a la bebe, la cual mantenía sus ojos cerrados ajena a lo que estaba sucediendo en el departamento y al como sus tíos le observaban con dulzura y amor.

—Si... me la encontré en la calle y decidimos adoptarla, así no está nunca más sola porque tendrá a su dos lindo papas para ella. —Les explico mientras la acunaba con cuidado en su brazo y observaba a los hombres. —Y me voy a casar con Horacio.

En cuanto esas palabras abandonaron sus labios Andres cayó al suelo alarmando a su pareja, el cual se levantó y se acercó a él para acercarse y poner dos dedos en su cuello notando como su pulso seguía tan normal como siempre logrando un suspiro de parte del apodado como el Cejas. —Solo le dio un bajo por la noticia, nunca pensamos que te fueras a casar. —Explico mientras observan cómo los ojos de la persona que más amaba en su vida se iban abriendo y recordaba lo que minutos atrás pasó.

Se colocó en pie de un salto y miró a la pareja en el sofá. —¿De verdad os vais a casar? —Pregunto sin creerse lo que habían escuchado antes de que cayera al suelo.

—Si, mi amor enséñales el anillo nada. —Le pidió el cenizo logrando que el francés levantara su mano donde desde hacía algunos días portaba el anillo que su chico le había regalado y con el que la pedida se había hecho.

—Bonito ehhh. —El dueño y futuro esposo hablando mientras soltaba una risa por la cara de asombro en el rostro de los amigos de su futuro esposo, debían conocerlo muy poco para no saber lo tanto que estaba enamorado de él.

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1021 palabras

Carlo Gambino MonthDonde viven las historias. Descúbrelo ahora