15-Dinero

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—A ver Cejas no puedo estar siempre con poco dinero tengo que volverme millonarios. —Hablo el cenizo mirando el dinero que él quedaba en sus manos y luego al hombre con el que compartía hogar.

—¿Y que planeas?—El español había aprendido a seguir al hombre en cualquiera de sus locuras, que muchas veces involucra gastar dinero en el casino o robar coches y hundirlos en el mar, confiaba en Carlo y aunque en muchos casos arriesgara la vida y acabarán siendo perseguidos por la policía, confiaban en el italiano.

—Montar un negocio, Toni estudió economía y me dijo que si invertía en algo al final acabaría ganando, así que Cejas tenemos que comprar una tienda y ocuparnos de ella, será el primer paso para nuestro imperio. —Hablo decided el mayor mientras se levantaba del sofá que se volvió a sentar segundos después cuando un mareo le atravesó por completo, dejar las drogas no estaba siendo tarea fácil y en muchos casos acaba mareado y con nauseas que le obligaban a vomitar, cosa que odiaba con toda su alma.

—Hay un gimnasio abandonado en la playa, lo podemos alquilar o comprar. —Habló Idelfonso mientras observaba al italiano y como en la cara de este una enorme sonrisa apareció, montar un gimnasio le pareció una estupenda, así se entretenía con más cosas y no echaba tanto de menos a la droga.

—Bien, vamos a ver negocios. —Se levantó de la cama y caminó a la puerta del departamento abriendo la misma saliendo, era le momento que Carlo Gambino triunfara y que todos se dieran cuenta que el único Gambino que están en la ciudad era un triunfador aunque no tuviera estudios y solo le quedaran unas cuantas libras en el bolsillo.

El ceja siguió al de ojos azules, y salieron del departamento, para luego cerrar la puerta y caminó hacia el ascensor, listos para poder salir de ese edificio donde llevaban dos mese viviendo mano a mano y divirtiéndose como nunca antes lo habían hecho, ni Carlo con lqe consideran sus familia en Marbella ni el Ceja con los tantos amigos que tenían, solo ellos dos juntos consiguen divertirse hasta que las lágrimas de risa salían por sus ojos y las carcajadas resonaban por todo el minidepartamento en el que vivían.

Salieron a la calle y ambos se subieron a la moto de cani, el Gambino pasó sus manos por la cintura del hombre y apoyó su cabeza sobre su hombro, el moreno era su faro en Londres.

Condujo hacia la playa donde se encontraba el gimnasio abandonado y detuvo la moto al situarse delante de local, al italiano en cuanto lo vio lo amo, era justo lo que quería para comenzar su imperio, un pequeño gimnasio en la playa de Londres, con las canchas de fútbol y baloncesto cerca, disponibles para los clientes que esperaban atender en algún momento, era perfecto.

—Lo pillamos por supuesto que sí. —Bajo de un salto de la moto se acercó a la puerta, sacando un clip de su bolsillo, la forzó e ingresó en el lugar abandonado tapando sus vías respiratorias con un pañuelo que sacó de su bolsillo.

Alfonso le siguió en el interior de la tienda con una sonrisa, le gustaba la sonrisa en los labios de su compañero. Juntos exploraron el lugar y todo lo que próximamente iba a ser suyo, la recepción donde atenderian y les darían los carnet de socios a los clientes, los vestuarios y las duchas.

Recorrieron las tres habitaciones una tras otra y con una sonrisa, era el lugar perfecto solo deben llamar al dueño y comprarlo, iba a ser suyo e iba ser el comienzo del imperio que tendrían de manera conjunta.

—¿Quien es el dueño?—Miro al español alzando una ceja y dejando el pañuelo que usaba para no respirar el polvo de lado, le da igual que entrara en su organismo en ese momento, solo quería comprar el gimnasio y abrirlo en cuanto pudiera.

—Andres un amigo mio, en un momento lo llamo seguro nos lo deja mas barato y todo. —Respondió el hombre mientras llevaba su manos a su bolsillo y tomaba su teléfono móvil para llamar a su amigo y decirle que había encontrado un comprador para el local.

Llamó al hombre ante la atenta mirada del cenizo y sonrió en cuanto el común todo del descuelgue de la llamada. —Andres quiero comprar tu gimnasio junto a alguien ¿Cuánto quieres?

—Primero buenos días ¿No?—Soltó una risa mientras tomaba un poco de café de su taza. —Y quiero 3000 libras por el gimnasio, es barato además os doy los aparatos y todo eso.

—Bien si lo queremos cuando puedas pasate por el gimnasio y conoces al nuevo dueño junto a mi, y te damos el dinero. —Colgó el teléfono y miró a su compañero de piso, el cual estaba expectante ante la cifra que querían por el local. —3000 libras y nos da los aparatos de ejercicio y todo. —Exclamó el apodado como Cejas mientras observaba al hombre.

—Bien tengo 2000 ¿Puedes poner esto?

—Si pongo yo el resto pero me lo debes, lo primero que salga de aquí me lo quedo yo por mi parte. —La palabras que salieron pero su boca lograron que un muy contento Carlo saltara sus brazos y le abrazara con toda la fuerza que tenía, iban a comprar un gimnasio juntos que esperaba que prosperara y les dieran dinero por poder comprar otro y otro local en la ciudad, y quizá y sólo si Alfonso le dejaba comprar un cargamento de droga y empezar a moverla, no debían cerrar ningún camino y el negocio ilegal el de ojos azules lo conocía bien y sabía que era fácil mover cualquier mercancía con los contactos necesario.

Contactos que si salía de fiesta una noche a cualquier discoteca los conseguiría.

Los minutos fueron pasando y cuando un coche se estacionó en la puerta del local fue su momento de salir, hablar y pagar Andrés porque le trasladará el negocio a sus manos, el dinero no hubiera sido problema, era solo el comienzo de su imperio.

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Carlo Gambino MonthDonde viven las historias. Descúbrelo ahora