El negocio del gimnasio y de los asteroides estaba yendo viento en popa, Carlo eso lo sabia asi que juntando algunas ganancias en sus bolsillos salió de la casa, dirección al famoso barrio de los chinos. donde iba a buscar lo que quería y la protección que ambos necesitaban en su negocio ilegal.
Camino con calma mientras observaba la ciudad, por extraño que pareciera en Londres no estaba lloviendo, lo que le daba una alegría al hombre de chaleco, amaba los días de sol en la capital inglesa. Paso tras paso llegó al barrio de los chinos y se dirigió a una casa, donde sabía que estaría lo que buscaba a cambio de un módico precio.
Toco la puerta y está fue rápidamente abierta por una mujer que le dejó pasar, y cerró la puerta tras él, aunque Carlo sabía que en cualquier momento de un tiro le podían matar también sabía que no lo haría, ella conocía al Cejas y no se arriesgaría a que el hombre le dejará de vender droga.
—Un arma noventa, dos, ciento setenta. —Habló la mujer observando al cenizo.
—Me dijeron que era setenta y ciento treinta. —Se quejó sacando de su bolsillo algunos billetes, dispuesto a comprar el arma.
—Te dijeron mal.—
—Ya veo aquí tienes los noventa dame la pipa y tres cargadores. —Le extendió los billetes lo cuales la mujer rápidamente cogió en su manos y los contó, sonriendo al ver que el italiano le había dado el dinero exigido. Saco de uno de los armarios una pistola y se la dio al hombre, el cual la tomó en sus manos con cuidado y con una sonrisa, desde Marbella que no sostenía una y estaba deseoso de usarla y disparar a alguien.
—Los tles calgadoles son veinte cada uno. —Habló la asiática logrando que el de ojos azules pusiera los ojos en blanco aunque sacara de su bolsillo el resto de billetes y se los diera , recibiendo a cambio los cargadores, que volvieron a su bolsillo, menos uno que rápidamente cargo en el arma, por si acaso la china quisiera hacer algo el dispararon a matar, el pulso no le templaban.
La mujer abrió la puerta de nuevo y dejó salir al comprador el cual guardó la pistola en su bolsillo y sacó su teléfono, llamaría al Cejas para que viniera y viera con su propios ojos la nueva adquisición al imperio Gambino que juntos estaban montando.
Marco a su compañero de aventuras y sonrió al escuchar su voz por el altavoz. —¿Diga melon?
—Te mando ubi y vienes por mi que tengo un juguetito que te va a gustar. —Respondió mientras caminaba alejándose de la casa donde minutos atrás había sido la compra de la arma que descansaba junto a su cintura, con la que en cualquier momento le podía arrebatar la vida de las manos a cualquiera que le dijera algo.
—Okey manda ubi. —Alfonso colgó el teléfono lo que le dio la señal a Carlo para mandarle la ubicación, se había alejado de la casa de la china, ahora se encontraban en un pequeño parque que no sabía que existía en Londres.
El coche del rapero poco tardó en llegar, el de ojos azules se subió con rapidez al mismo y sonrió para marcar un lugar en mitad de las montañas. —Vamos ahí.
—Que no soy tu taxi tio. —Se quejó aunque se puso en marcha hacia la ubicación marcada.
—Hasta que no me saqué el carnet si lo eres además te gustara lo que compre. —Sonrió mientras observaba la carretera pasar a toda velocidad por su ventanilla, le quedan poco para pasar el examen de conducir, la semana siguiente tenía la famosa prueba y estaba impaciente de presentarse y hacerla bien, luego podría conducir el coche de cualquiera, y en algún momento el suyo propio.
Perdió en su pensamientos y en el coche de su sueños llegó a la ubicación marcada. —Carlo ya llegamos. —Llamó su atención el compañero logrando un pequeño salto del mafioso el cual lo miro y saco de su bolsillo el arma.
—Mira qué guapa, te voy a enseñar a disparar aunque yo tampoco tenga mucha idea. —Sé sincero para tomar el arma en sus manos y bajar del vehículo, aunque llevaba muchos meses sin disparar, sabía lo que tenía que hacer, cargar, apuntar y disparar.
Camino un poco por el bosque siendo seguido por el español, hasta que llegó a un pequeño claro, el lugar perfecto para que su amigo aprendiera a usar un arma.
—Ven Cejas que te enseño no es tan difícil como parece. —Le intento convencer el cenizo mientras el hombre se acercaba a él aunque con algo de miedo, en su vida había tenido un arma en su manos, le daban mucho respeto además no quería matar alguien con ellas, aunque en muchos casos ha sido partícipe de asesinatos, nunca había sido con pistolas.
—¿Pero a ver tu estas seguro? —Estaba algo temeroso cuando el arma mortal fue colocada en sus manos.
—Que sí hombre sí es muy fácil de usar sólo tienes que tener buena puntería, además es más sencilla que un cuchillo. —Le intento convencer el hombre mientras le sonreia, notaba tan nervisoo el moreno, como el en su priemer asesinato, era alguien que no queria dañar a nadie, pero debia aprender que en ese negocio si no dañabas, te dañabana y con ese arma tenias mas posibilidades de no ser el dañado.
—A ver levanta el brazo y apunta a ese árbol. —Señaló un árbol del lugar mientras se colocaba detrás el apodado como Cejas, era imposible que disparara a su espalda así que ahí estaba seguro de cualquier bala.
Con ayuda de las expertas y suaves manos de carlo, el hombre logró apuntar con el cañón del arma hacia el arbol minutos atrás señalado, sólo debía apretar el gatillo, y lo hizo, logrando que el proyectil saliera del cañón del arma y diera contra la madera del árbol. Un grito de alegría salió de ambos, habia disparado su primera arma y no lo había hecho nada mal, aunque su amigo le estuviera ayudando y si no fuera por él, no lo habría hecho jamás..
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1030 palabras
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Carlo Gambino Month
FanficUn mes enteró sobre Carlo Gambino Si tu eres el autor o autora de el fanart de la portada dímelo y te daré los créditos correspondientes Espero que la disfrutéis Mucho drama