Cap 8

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Jack Jones

Mi hermana había entrado con mucha felicidad a casa. La notaba cambiada, no solo por su maquillaje, si no por su nuevo vestido verde y algo en su expresión. Estaba claro que no era la misma, pero ¿qué había podido pasar?

- ¿Has ido de compras? -le pregunté frunciendo el ceño

- Para nada, ha sido nuestra amable vecina Edith, me ha ayudado como nuestra nueva modista -sonrió verdaderamente feliz

- Oh... estás muy bien -no quería arruinarle la alegría, y sí estaba bien de verdad, pero no quería que mi hermana cambiara

- Gracias -subió contenta a su habitación y yo me enfurecí

Subí rápidamente a mi habitación, y como era de esperar la ventana de mi vecina estaba abierta y con cortinas abiertas también. Como si estuviera esperándome.
Vi a Mariam recoger los vestidos tarareando una canción inventada y feliz, nunca la había visto así, de verdad le gustaría eso de la moda.
Me pensé lo que iba a hacer a continuación embobado mirándola, pero nada ni nadie me retendrían.

- ¿Qué te hace pensar que puedes cambiar a mi hermana? -le grité

No se asustó, en cambio se esfumó su sonrisa, paró su canción y con el ceño fruncido se dirigió a la ventana. Me crucé de brazos vacilante esperando una respuesta, pero en lugar de eso corrió las cortinas.

- A mí nadie me ignora, y mi hermana estaba perfecta antes... no necesita tu ayuda

Silencio.

- ¡No pases de mí! Sé que estás ahí

Silencio. Bueno hasta que abrió las cortinas suspirando y me dirigió una mirada asesina.

- Déjame a mí y a ella en paz. Se moría por dejar salir lo que tenía dentro y... y encima está mucho mejor ahora

- No, la has vuelto como tú, como una... una...

- Vamos dilo -se cruzó de brazos

- Una zorra -nos quedamos en silencio mirándonos. Solo quería saber si a caso tenía sentimientos, si le había dolido. Me arrepentí de decir eso casi al segundo

- Gracias -sonrió- No sabes la cantidad de gente que me ha dicho eso y tampoco sabes el caso que les he hecho. Pero ¿sabes qué? -hizo una pausa- Es tu hermana, y es como quiere ser, y no es como yo, tan solo es ella. Así que enfádate contigo mismo y date la vuelta

Tragué grueso y abrí la boca. Dudé un poco, pero al fin pude decir algo mientras ella se giraba para volver a lo que hacía.

- No tenías derecho a cambiarla -casi murmuré, pero lo oyó

- Ha sido ella, lo ha decidido ella, ha venido llamando a mi puerta ella. No eres su amo -iba a volver a cerrar las cortinas- ah, y a ver si prestas atención a la cara de felicidad con la que se ha ido... y aviso, no suelo hacer favores -con una sonrisa falsa cerró las cortinas

Mierda... eso no había ido nada en broma. Esperaba que hubiese sido como nuestras peleas tontas, pero nada de eso. Realmente estaba enfadada, y mi hermana no estaba tan mal. Tal vez era porque veía que se hacía mayor y no podía soportarlo. No quería que dejara de ser la niña inocente, aunque a veces me quejara.

...

Con mis pantalones negros y una camisa blanca con algunos botones desabrochados, me dirigí a salir de casa, necesitaba despejarme. Quería alejarme un momento de todo esto y pensar. Pero cuando crucé la puerta principal y miré al frente, vi a Mariam. Iba vestida bastante elegante, como si se fuera de fiesta. Con un vestido brillante de flecos y un tocado en su pelo, además de un largo collar de perlas.

Mariam: sobreviveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora