Prólogo

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Nunca olvidaré esa noche. Oí muchos disparos, a partir de ahí mi vida cambió para siempre. Para mí y para mi hermano.

Mariam, Nueva York, 24 de diciembre de 1913

- Ha llamada al 911 ¿cuál es su emergencia?

Silencio...

- ¿Cuál es su emergencia? ¿Disculpe?

- Lo siento... ne-necesitamos ayuda

- Muy bien ¿cuántos años tienes? -supongo que debió notar mi voz aniñada y temerosa

- Ocho años...

Oía pasos por el pasillo e intentaba no hablar muy alto para que no nos encontraran. En ese momento ese era mi mayor miedo.

- ¿Ocho? Dime qué ha pasado

- Unos hombres, han... entrado a mi casa a matar mi familia

- ¿Dónde estás ahora?

- En la calle Stone street, escondida... en un armario con mi hermano

Se me aceleraba la respiración y se me entrecortaba la voz. Con mi mano tapaba la boca de mi hermano mayor, que había perdido la razón en ese momento y lloraba como nunca. Lo entendía perfectamente, pero yo no podía derrumbarme en ese momento, o estaríamos muertos. Creo que ese día se le agotaron las lágrimas, porque no volvió a llorar.

- ¿Solo quedáis vosotros?

- Sí... 

- ¿Cuántos años tiene tu hermano?

- Diez, pero está llorando mucho. No... puede con esto

- Ya enviamos ayuda, no me dejes de hablar... ¿Cómo te llamas?

- ... M-Mariam, me llamo Mariam

- Tranquila Mariam ya estás a salvo -suspiré, pero no estaba aliviada para nada

Mamá nunca nos hablaba de la muerte. Decía que era algo fuera del alcance del entendimiento para los humanos. Sí oía hablar de ella en las misas de domingo. Tan plácidas y qué aburridas se me hacían.
La imagen de cuatro personas, una familia feliz y unida me venía a la mente siempre. Sentada en el banco oyendo los sermones del sacerdote.

Sabíamos que morías al dejar de respirar o al dejar de latir el corazón. Si fallaba uno, fallaba el otro, iba todo ligado. Y caías en esa ecuación tan difícil de explicar.

¿Qué habrá después? ¿Vas al cielo? ¿O simplemente acaba?

Solo sabía que no le temía a morir. Nunca había sabido el por qué. Sentía curiosidad en cambio. A lo que le temía era a la vida. Llena de personas malas. En una sociedad movida por dinero y apariencias. Y en ese momento mi hermano y yo no teníamos ninguna de las dos cosas.

Los pasos se oían cada vez más cerca. Subían las escaleras lentamente, crujiendo la madera.

Pero entonces se oyeron las sirenas de policías y ambulancias. Mi hermano y yo nos quedamos escondidos en ese armario. Pero había un pequeño agujero. Por esa pequeña rendija alcancé a ver a nuestro posible asesino de ese día.

Solamente vi sus ojos, pero me dejó ver hasta su alma. Vacía y fría. Pero tal vez no disfrutaba de eso.

Sus ojos se movieron hacia el armario. Cuando pensé que me había descubierto, un policía lo arrestó y se lo llevó. Mi hermano y yo estábamos a salvo. Pero por alguna razón mi cuerpo no me dejaba moverme, y por lo tanto no salimos del armario.

La policía buscó y buscó, pero nunca encontraron la trampilla del armario. Algo me decía que si salía iba a ser peor. Hasta dónde sé ahora mismo, ha sido la mejor decisión de mi vida.

Nota de la autora:

¿Finalidad? Más que pasar un buen rato. La finalidad es disfrutar de la lectura, y con un poco de suerte aprender algo... o no.

Doy la bienvenida a Mariam: Sobrevive. Una novela que muestra que todo el mundo tiene problemas y como sobreviven algunas personas.

Está ambientada en los felices años 20 y narran varios personajes.

Mariam: sobreviveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora