Cap 5

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Jack Jones, Berlín 10 de noviembre

Estaba por volver a casa al fin. Mi estancia en una ciudad no duraba más de un mes con suerte y después volvía a casa. Se trataba de negocios de mi padre.
Me afectaría emocionalmente, si tuviera sentimientos. Así que apartaba continuamente esos pensamientos. Lo hacía tan a menudo que estaba acostumbrado, tanto que ya no me importaba. Tanto que ya no sentía nada.

Estaba en Berlín sí, y cuando completara mi trabajo, mi hermana y yo volveríamos a Nueva York.
Nuestro trabajo no era sólido, ni siquiera existía la profesión, pero nos mantenía. Además nos gustaba. Bueno mi hermana Rose Mary prefería una vida normal, pero también estaba acostumbrada a ir de ciudad en ciudad y aguantar a nuestro padre.

En ese momento nos encontrábamos acabando de hacer las maletas.

- Hiciste un trabajo perfecto Mary, no te preocupes -sonreí

- Es que si tuviera una vida normal, seguro que ese hombre y yo hubiésemos podido tener algo -dijo con un tono melancólico

- Venga ya Mary, tienes que acostumbrarte de una vez. Y deja de pensar en ese hombre, es un desconocido -empecé a cansarme de sus sueñitos, era una persona muy soñadora y yo mantenía siempre los pies en la tierra

Decidió callar, y fue lo mejor que podía hacer si no quería enfadarme.

Llamé a nuestro ayudante, el señor Adler, para que fuese bajando las maletas de la habitación al coche. Mary y yo bajamos a la calle esperándolo. Mientras, veía la hora en mi reloj de bolsillo y sacaba un cigarrillo.

- Gracias Adler -le di un fuerte apretón de manos y mi hermana le dirigió una sonrisa dulce

- Es un placer -sonrió e hizo un gesto de agradecimiento con la cabeza

Entonces me acordé de las numerosas joyas que acababa de comprar mi padre- ¿Les diste ya el dinero?

- ¿Disculpe?

- Los vendedores -aclaré soltando una calada del cigarrillo

- Ah por supuesto, como ordenó el señor -asintió

- Llámeme Jack

- Lo siento, Jack

- No hay problema Adler, le diré al jefe que ha hecho un trabajo increíble -sonreí con la boca cerrada dándole otra calada al cigarro

- O no le diga nada, para no levantar sospechas -alzó las cejas con media sonrisa

- Por supuesto... en la fecha acordada te enviaré el dinero para los billetes del transporte sin todo va bien. Se lo iré comunicando por cartas. En otro caso, vendremos Mary y yo

- Gracias, nos veremos pronto -se despidió y le hice un gesto con mi sombrero con el significado de despedida

Adler era un hombre mayor. No era más alto que yo, tenía el pelo y la barba medianamente larga, de color blanco canoso. Sus ojos eran negros y transmitían paz y serenidad, además de sabiduría. Tenía las cejas blancas bastante pobladas. Su voz ronca, me recordaba tanto a un padre. Era muy amable, y serio.

Nos subimos Mary y yo al coche y le dijimos al conductor que nos llevase a la estación. Nos despedimos de Adler con una sonrisa amplia y moviendo la mano.

- Bueno, lo has conseguido, nos volvemos a mudar -aplaudió mi hermana con poco entusiasmo

- No Mary, lo hemos conseguido juntos -sonreí

- Y tenemos el reloj

- De eso quería hablarte Mary... la joven a la que me encontré en la misión llevaba uno igual, y ya no sé cual es el verdadero

Mariam: sobreviveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora