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La ansiedad de Steve había escalado conforme los días. Pero, en el sentido del guión de una mal película. Ese último encuentro entre el chico de los batidos y él, le dejó mucho qué analizar. Sentía su cuerpo hervir con tan sólo recordarlo.

No sabía cuál tipo de ansiedad era mejor, la que vivía en él antes de ese domingo o la que empezó a llegar después. Pero sin duda era una sensación diferente, hasta cierto punto se encontraba emocionado y curioso de averiguar para dónde iría su nueva relación con Eddie. No serían amigos, eso estaba claro... No podía creer su entusiasmo sobre algo tan sencillo, pero a la vez tan nuevo para él.

Sus días en el trabajo continuaron siendo normales, Robin le preguntó si al fin pudo resolver el problema con esa chica la cuál le tenía tan inquieto y él contestó que sí, dispuesto a no volver a mentir después de eso.

Ella no preguntó demasiado, porque la verdad escuchar a Steve quejarse de sus problemas amorosos no era su actividad favorita, pero se alegraba genuinamente de que estuviera tranquilo. 

O bueno, lo más parecido a, Steve estaba untado con un frenesí diferente; pero no le importaba, era mejor a como estaba la semana pasada, donde ni siquiera atendía a los clientes por pensar idioteces. Ahora parecía que tenía una luz de bengala en el culo, obligándolo a estar enérgico. Robin no iba a reclamar por eso.

[...]

Edward honestamente recapacitó sobre su relación con Steve. O eso supuso. Sólo le tomó un par de segundos.

Tener al castaño dispuesto, curioso y tan impaciente no era algo de lo que dispondrías todos los días. O al menos no era algo que Eddie figuraba tener alguna vez... Era una oportunidad la cuál ni siquiera muerto dejaría pasar. Si le dijera a su yo de hace años que esto estaría sucediendo, no se lo imaginaría en lo absoluto.

Entonces lo tomaría. Sin querer pensó en él el resto del domingo, el lunes -que Steve descansaba- y hasta el mismo martes, cuando lo tuvo a un pasillo de distancia. Se le revolvían las tripas, pero ante todo centrado, imaginando en qué tipo de posibilidades existirían entre ellos dos: ¿Hasta que extremo podría llevarlo? ¿Qué era capaz de hacer con él? ¿Y viceversa?

No quería quedar como un adolescente hormonal, pero estar en tus veintes y ser hormonal tampoco era tan inusual... Únicamente por eso y por hallarse a pasos de cumplir sus fantasías se dejaba perder la cabeza en esta magnitud; sólo en este caso, siempre y cuando se tratara de él.

Ese día, se dio el placer de cerrar Orange Julius antes; su compañero no abogó, hasta eso tenían en común no tener muchos ánimos para trabajar, entonces le facilitó las cosas. Permaneció en el estacionamiento de Starcourt, fumando un cigarrillo como acostumbraba, mirando al cielo y sintiendo el fresco ambiente a su alrededor. Necesitaría empezar a traer un suéter, el aire iniciaba a ser insoportable. Las estrellas eran menos brillantes comparadas a cómo se veían en su casa rodante...

De hecho, en condiciones normales ya se hubiera largado del centro comercial, pero ciertamente se hallaba ahí para otra cosa más allá de aguantar el frío y mirar los destellos de el cielo: estaba esperando al castaño. A diferencia de él, a Eddie no le tomaba tanto tiempo decidirse, al menos no en este aspecto. Se negaba a postergarlo en demasía, a lo mejor después perdería la magia.

Aparte, se sentía fresco. Le gustaba mucho la idea de que fuera su primera vez buscando a Steve, cuando todo este tiempo había sido al revés. Debía mostrar algo de interés en su nueva aventura.

El momento en el que el marinero salió de Starcourt llegó y Eddie no lo pensó ni dos veces, se acercó silenciosamente hasta el auto tercero. Sus pasos fueron tan ligeros que Steve ni siquiera lo notó, fue hasta que quiso ingresar la llave en su respectiva puerta cuando se percató de la presencia contraria. Se asustó, no esperaba verlo ahí, recargado en su automóvil.

—Mierda, Eddie —exclamó, visualmente sobresaltado.

Ninguno dijo nada, Steve aún asimilaba el espanto que sintió al observarlo salir de la nada. Sólo fue por unos segundos, porque su cerebro se encargó de inmediatamente volver a pensar sobre lo del domingo... ¿Qué estaría pasando por la cabeza de Eddie? El rostro le ardió levemente. Gracias al demonio, el cielo estaba oscuro y era más complicado tratar de descifrar sus expresiones a esa distancia.

—¿Qué... —murmuró— Qué quieres? —suspiró. 

—Consideré lo nuestro —fue conciso. Dio pasos hacia él, lo suficiente para detenerse frente a su persona. Steve se vio obligado a levantar la mirada, enlazándola con la contraria—. Ya sabes...

Apretó los labios, sin dejar de examinar sus facciones, al menos lo adecuado hasta que el marinero se sintió avergonzado y expuesto. Steve desconocía qué tipo de dominio tenían los ojos ajenos sobre él y la razón por la que lo hacían sentir tan pequeño, le hacían gelatina las piernas. Trató de hacer algo al respecto, pero en ese instante el otro apagó el cigarro, tirándolo al suelo justo como la otra vez.

—Acepto —dijo, tal cual. El castaño casi brincó de emoción y sin darse cuenta recibió otra analizada de su parte. Le frustraba cómo le repartía esas poderosas miradas, pues no sabía qué carajo significaban. ¿Por qué le miraba así? Si sabía que recibiría sus labios y caricias en cualquier ámbito. Eran un par de ridículos.

Silencio.

—En mi casa —continuó, harto de la tensión innecesaria formada entre ambos. Así mismo, él también podría tomarlo de ese estúpido pañuelo de una vez por todas y hacerlo suyo ahí mismo, en ese frígido estacionamiento. Su cabeza le había dado desmedido material en esos tres días hábiles. "Pero es demasiado" escuchó a la voz casta de su cabeza—. El día que quieras, ¿Sí? —trató de sonar sugerente y a su vez mantenerse cuerdo, en su carril.

Eso no le detuvo de estirar los brazos lo suficiente como para pasar sus manos por la tela ajena que era de color azul y roja. Lo acarició y le acomodó el traje.

—¿Sí? —volvió a preguntar, conectando sus ojos por última vez.

El marinero abrió la boca para querer hablar, pero cuando fue consciente que era incapaz de decir algo, mejor la cerró. Pese a que nada salía de sus cuerdas vocales, su cabeza fue aprisa y asintió con ella. Percibió cómo las manos opuestas le quemaban en la piel a pesar de tener las capas de ropa de por medio. 

Como siempre, siguió esos característicos y poderosos impulsos que lo poseían cuando se trataba del otro y ladeó la cabeza con el plan de besarlo, pero Eddie se movió rápido, tomando amplia distancia. Metió sus manos en el pantalón, sujetando todas las ganas que tenía de hacerle miles de cosas.

—En mi casa —repitió, y le sonrió. Después se despidió, desapareciendo por las calles tan oscuras. Necesitaba cortarlo ya o si no no habría vuelta atrás. Debía hacerse interesante, quizá hasta mantener su dignidad.

Steve se mantuvo un momento extra ahí, parado y analizando lo recién sucedido antes de animarse e irse de una vez por todas de ahí. Era tarde y mañana sería otro día.

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Nota:

Cuenta la leyenda que hace años que no escribía un episodio tan corto :^) /joke. Bueno, y por eso mismo se los traigo con esta rapidez<3  anyways.

Gracias por su apoyo!!! ya casi somos 800 leídas (?? watafak watafakkkk<3 les agradezco con todo mi corazón de pollito. espero vernos pronto en la próxima actualización

Sc-OOPS Ahoy! [Steddie]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora