Sc-OOPS Ahoy! [Steddie]

18

La verdad fue que su reunión había terminado muy bien y bonito para sus débiles personas. Si bien era mucho para procesar, no hubo tiempo para ello. Y no fue porque sus mentes estuvieran en el limbo entre la sobriedad y la destemplanza, para nada. Ojalá hubiera sido por eso...

El sonido de la puerta del cuarto abriéndose causó su despertar. Se encontraron con Wayne, el cuál probablemente se hallaba igual de pasmado que ellos frente a la escena.

—¡Maldita sea! Edward —fue expulsado de las cuerdas vocales del mayor, haciéndolos inconscientemente brincar. En cuanto Harrington lo percibió, se sintió absurdamente exhibido y el terror cruzó por sus venas. Pudo apreciar el frío irrumpir, pese a que encima tuviera las sábanas y a un Eddie igual de confundido.

Dios, ojalá la tierra se lo comiera. El susto fue de tal grado que sintió la sobriedad revisitar su cuerpo poco a poco. Imaginó muchos escenarios donde se reuniría con él, pero ninguno era como este.

Steve no supo dónde colocar los ojos, o qué hacer. El tío se mantuvo en la puerta, apartando la cara de ambos por acto automático, por lo cuál lo tomó como oportunidad para incorporarse. Se sacó al chico de encima en un movimiento, buscando su ropa o algo para cubrirse, ya no quería las sábanas, ya no quería estar ahí. Sus manos empezaron a temblar y se dio cuenta que por suerte tenía la ropa interior colocada. ¿Cuándo se la puso?

—¿Qué sucede? —preguntó el de cabellos largos, adormilado. A pesar de estar medio dormido y mareado, lograba entender: su tío en la puerta, Steve buscando sus prendas con desespero y sin saber dónde mirar... Terrible por donde lo miraras.

—¿Sabes qué horas son? —preguntó el mayor, ignorando al castaño en la habitación, el cuál aguantaba la respiración por temor, ya no quería ocupar espacio en esa zona.

Honestamente, Wayne hacía lo posible por no enfocarse en él, si lo hacía, la sangre le herviría de maneras incontrolables y actuaría de forma irremediable contra él. Todavía estaba siendo amable, dándole tiempo para salir de ahí lo antes posible; le agradaba que el chico supiera lo que tenía que hacer en cuanto lo divisó, que supiera que tenía que largarse.

Con sus movimientos tan torpes y observando cómo los alrededores seguían borrosos y temblorosos, se colocó el pantalón. Se dispuso a levantarse por completo de la cama, pero en ese instante sintió la mano ajena en su antebrazo, deteniéndole.

—Steve, no te vayas —dijo, mirándolo únicamente a él, ignorando al mayor en su totalidad. El castaño lo hubiera visto como un acto dulce, si no estuviera el mayor en la pieza. Le hizo ojos de compasión, ¿Cómo se atrevía a decir eso con su tío ahí?

—No, déjalo que se vaya —interrumpió la otra voz violentamente. De repente se ubicó cerca, pero para su suerte, el brazo que tomó fue el de su sobrino, obligando que lo soltase. No hubiera sabido cómo reaccionar si en su lugar hubiera tomado su brazo para jalarlo hacia afuera, hubiera temido por su vida.

De por sí, fue suficiente cuando por primera vez sintió esos ojos sobre él, le miraba molesto. A su vez le especulaba, esperando su reacción ante aquello y ante cualquier cosa. Esperando cualquier excusa para brincarle encima como un depredador hambriento. Y obviamente Harrington no iba a ponérsele en contra...

—Con su permiso, buenas noches —fue lo único que pudo decir, se empeñó en no balbucear como un estúpido, aún con su respectiva playera y suéter en manos. Ni siquiera pudo colocárselas y no le preocupó, debía irse ya.

—Lárgate —terminó de decir y Steve asintió con la cabeza gacha, esforzándose para que sus pies no fallaran de ahí a la salida.

Ni siquiera tenía idea de cómo manejaría hasta su casa, estaba entumecido, como si siguiera dormido o drogado, tal vez ambas. Trató de analizar qué carajo había sucedido y con esa rapidez. Miró el reloj mientras salía a paso veloz del motorhome: las tres de la mañana.