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Los besos escalaron, realmente nunca se detuvieron. Eddie paseó sus manos con desespero por todo el torso opuesto en cuanto estuvieron sobre ese descuidado colchón, el cuál sería el testigo de todos sus deseos.

El notable desespero de Munson enardeció el cuerpo de Steve, percatándose que la conmoción era cosa de ambos. Se aseguraron de besarse lo suficiente y de no cerrar la boca ni por error, hasta que no hubiera un rincón que no conocieran de la cavidad contraria. Eran un desastre de baba, labios hinchados y mordidas.

Eddie le jaló la camisa hacia arriba y Steve cooperó moviéndose para que saliera rápidamente. La joyería y las frías manos ajenas sobre su torso lo hicieron respingar y suspirar, pues el tacto era más increíble que con las prendas de por medio.

Para Munson, verlo sin camiseta era un deleite, no pretendía despistarse con esos detalles, aunque estuviera experimentando el calor insufrible y el deseo de perderse en su piel fuera superior a él. Quería morderlo en todos los lunares, acariciarlo, disfrutarlo y besarlo, pero tenía miedo de parecer un loco. Agradeció cuando Steve separó sus labios y directamente se clavó en su cuello, dispuesto a estudiarlo.

Enredó sus dedos en el cabello castaño, inundado en sus pensamientos. Era el momento menos indicado para replantearse, analizar y sobre todo recordar. Presintió que iba a llorar y ni siquiera conocía por qué: la mezcla de emociones, la felicidad, o porque tuvo la sensación de estar expuesto.

No era un sueño, tenía a Harrington aferrado a su cuello, sin camiseta... Apenas tomó conciencia de la intensidad de la situación...

Trató de alejar su remolino interno de emociones, no se dejaría atormentar por lo del pasado, no se permitiría arruinarse el momento apasionante con cosas excesivamente tontas.

Sin querer sonrió y suspiró al sentir la otra lengua en su cuello. Acarició sus pectorales y abdomen, embobado con el olor tan natural y masculino que emanaba. Buscó sus labios para retomar el roce hambriento de sus bocas y decidido, bajó sus manos hasta la entrepierna opuesta. La sostuvo con audacia y repartió toques ahí, sintiendo como empezó a apretarse ahí dentro, robándole un par de suspiros.

Haberse sentado encima de él había servido lo suficiente para restregarse sobre sus pantalones y ayudarse a excitarse mutuamente y de hecho dejó frutos. Empezó a adueñarse de un estremecimiento más sediento, a pesar de las ochocientas cosas que pasaron en su cabeza.

Era mejor darle continuidad antes de que terminara de perder la cordura.

—¿...Me follarías, Steve? —propuso sobre su boca. A lo mejor el asunto de la reunión era evidente, pero necesitaba asegurarse. Pese a que Eddie deseara que fuera al revés, no iba a obligarlo a algo que probablemente no estaba listo para experimentar. Intentaba atraerlo, no espantarlo. Tenía la disposición para recibirlo, siendo honestos tampoco era un martirio para él ser sometido: lo disfrutaba.

Las palabras cumplieron su cometido, aunque haya sido una duda honesta, simplemente no podía sonar inocente. El mencionado se agitó frente a la propuesta, no había vuelta atrás. No necesitó dar una contestación verbal, pues desabrocharse el pantalón fue suficiente.

Eddie sonrió al verlo decidido. Lo imitó y se quitó el pantalón, seguido se acomodó en su cama. Quiso buscar en sus cajones por lo esencial, pero en ese instante tuvo al otro encima el cuál le besó con la misma pasión; utilizó sus manos para acariciarlo por debajo de la camiseta y no tardó en sacársela también, quedando los dos en ropa interior. Observó el resto de sus tatuajes, admirando cómo encajaban perfectamente en su piel. No quería centrarse en eso, su rostro ya ardía lo suficiente y se sentía ridículamente agitado.

Sc-OOPS Ahoy! [Steddie]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora