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Se mantenía en una batalla mental sobre creer conocer lo que hacía. Cualquier persona cuerda te aseguraría que, lo correcto siempre sería lo que te gusta, lo que te mueve por dentro y lo que te hace sentir bien. Pero claramente la cabeza de Steve no funcionaba como las del resto... Honestamente ya no era sobre "Lo correcto" o "Lo incorrecto" sino sobre el temor. A Steve le aterraba aceptar cuánto le había gustado el acontecimiento y cómo fue tan significativo para él.

Tenía miedo.

¿Qué es lo que haces cuando no conoces algo, te asusta y encima no quieres arriesgarte? Así es, te alejas, si bien no sea la gran cosa. La respuesta natural del cuerpo ante el miedo es alejarte. Había metido la pata al haber ido a la casa rodante ese fin de semana. Tenía que haber sido más inteligente; haber actuado por encima de sus tontos impulsos, pero ahora era tarde para eso, pues había abierto una puerta en su interior la cuál era completamente diferente, nueva y que prometía demasiado, pero le atemorizaba fisgonear dentro. El problema era que no lograba ignorarlo con facilidad, tenía esa constante espina en su interior la cuál no dejaba de joderle.

¿Por qué se complicaba tanto la vida? Le dolía la sien. Tenía que intentar con fuerza de sobra para desentenderse.

Sólo... Constantemente se preguntaba cuánto tiempo estaría soportándose junto a sus mentiras. Mientras, mantenía las esperanzas de que al actuar como un estúpido dejara buenos resultados. Era mejor dejarlo por la paz, por su paz... Era preferible continuar con su trivial vida, ignorando lo sucedido, el embrollo en su mente y el resto de las cosas.

Por supuesto, en su cabeza vivían distintas cosas más fundamentales en las cuáles concentrarse, no todo era... Esa puerta, que se abrió en su interior ese día.

[...]

Ignorar el asunto de Eddie a lo mejor podría ser sencillo si él cooperara; si las actitudes del azabache se mantuvieran al margen. Y por, "mantenerse al margen" lastimosamente no me refiero a ninguna cosa sugestiva. Me refiero a que por lo menos actuara normal, o que por un demonio, hiciera lo cotidiano.

¿Como qué? Como por ejemplo: mostrarse en el trabajo. Aparecer en la tienda de batidos, ponerse en ese mostrador y atender a los descorteses clientes, como hacía antes. Pero no, eso no sucedió.

La semana empezó a transcurrir como siempre lo hacía, pero la única leve y pequeña diferencia, fue que Munson dejó de aparecer en Starcourt.

Se preguntarán cómo fue que Steve se dio cuenta de ello... Bueno, no había que ser muy inteligentes para notar cómo aunque deseara ignorar lo sucedido, la gran parte de él que no estaba apta para pelear con la tentación -la que usualmente lo dominaba- fue su acompañante ese día, en consecuencia se descubrió mirando el local de los batidos al primer instante que pisó el centro comercial. Se sorprendió cuando ese día nunca lo vio llegar, ni al siguiente, ni al siguiente...

Si se hubiera aparecido como siempre, a lo mejor no estaría como loco observando la tienda vecina, preguntándose por él. No era normal su ausencia. ¿Le habría pasado algo? ¿O estaría completamente despechado por lo sucedido entre ambos y se había visto en la obligación de dejar el trabajo y la ciudad para siempre?...

Ese pensamiento era bastante estúpido, a decir verdad. Steve se daba demasiada importancia. Pero, seguía existiendo esa posibilidad...

¿Y si se había cansado de ver la carota de Harrington todos los días, a sabiendas que era un cobarde el cuál primero le insinuaba, se lo cogía, y después se hacía el digno para ignorar todo, sólo porque le parecía viable y por esa simple razón renunció...? Ni siquiera se paró a reflexionar cómo había sido esto para él, tampoco era como que debería de importarle, pero ahora que se le cruzó por el cerebro, un sentimiento de culpa empezó a invadirlo.

Sc-OOPS Ahoy! [Steddie]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora