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Steve repasó lo ocurrido en puntos y en orden, como si fuera la lista del super. No paró de dar vueltas sobre lo mismo. Estancarse le dejaba un sabor agrio, incluso si esto no era nada nuevo para él. Lo inédito era su sensibilidad, que se veía afectada ante repasar lo vivido con Eddie, lo provocado gracias a su separación y reunión.

Lo reexaminaba con leve esperanza de apaciguar la calamidad en su interior, pero no sucedió. Era lo opuesto, se daba cuerda para ir más lejos.

Había algo distinto. Tenía un impacto diferente, lo que usualmente sería miedo o negación, ahora se veía impulsado de diferente manera. Se sentía motivado por diferenciar y conocer.

Aquellas puertas las cuáles Munson abrió en su interior cuando iniciaron su relación lo habían llevado hasta ahí y es probable que al haber aceptado ya se localizara sin salida. Ni siquiera advirtió cuán profundo se hallaba en su absurdo laberinto, no obstante, sabiendo eso, por primera vez no le inundó la angustia.

Sus extremidades temblaban, pero no de temor. La sonrisa en su rostro y el ritmo cardiaco se situaban ahí, siempre estuvieron ahí... ¿Cuándo escaló de ser únicamente sexo? Ni siquiera se dio cuenta.

Eran amigos. Todavía recordaba con exactitud cuando eso pasó: la sensación de descubrir esa posibilidad. Pero después simplemente eso se había derrumbado y se había reconstruido de forma diferente. Realizaba esas cosas por él... Su cuerpo y mente reaccionaban de tal forma frente a Eddie... Al menos no como un amigo normal... Es que nunca tuvieron tratos de amigos ordinarios...

Era un tonto.

Nunca imaginó este destino para las cosas, pues suponía tenerlo bajo control. Era tarde para eso, porque ya ni siquiera temía, parecía que Munson y cualquier emoción próspera hacía a él siempre sería la respuesta correcta.

Entonces analizar y recordar a Eddie tenía un resultado neutralizante en lugar de uno negativo. Era alentador. Le gustaba. Le gustaba tener la cabeza en el techo, mantener sus pensamientos ocupados y sentir las acogedoras huellas marcadas en su interior causadas por lo mínimo que tuviera que ver con él. Quería gritar hasta que los pulmones se le salieran por la boca.

Esa noche, el compás de su cerebro iba a la par con la ridícula lluvia; la escuchaba estrellar en su ventana. De algún modo lo consideraba relajante. Por primera vez tenía algo para distraerse después de tanto tiempo. Tenía algo justo y que fuera únicamente para él, por encima de lo que en su época fue la escuela, su trabajo... E incluso sus papás.

Sus papás...

Ellos ni siquiera se cuestionaron de su ausencia. No supo por qué una parte de él pensó que lo harían. Pudo incluso haberse quedado con Eddie a pasar la tarde y seguramente ellos no se hubieran inmutado.

"Llegué" fue lo que dijo en cuanto pisó la casa. (Si por suerte ellos se encontraban ahí) "¿Dónde fuiste?" preguntó su mamá con preocupación, o al menos eso concibió, hasta que dijo "¿No estabas en tu cuarto?" con la indiferencia caracterizada. 

"Chicago" contestó, esperando aunque sea una reacción negativa, lo que fuera. Pero no. La apatía proseguía siendo la peor contestación.

Ni un sí, ni un no. ¿Por qué esperaba reacciones diferentes? Ella sólo continuó moviéndose en la planta baja con prisa, porque siempre había algo más relevante. Steve subió a su habitación y observó a su padre en su respectiva pieza, él impertérrito de la presencia de su hijo. Steve tampoco hizo el esfuerzo para saludar o decir pío. No había razón.

Se encerró en su cuarto. Al paso de las horas escuchó la puerta de entrada cerrarse y el auto de ellos arrancar, se fueron. Ni siquiera una despedida... Pero ya no le sorprendía. Simplemente vivía con ello. Pensó cómo pudo haber pasado la tarde con Eddie y solamente no lo hizo por considerar a sus papás, cuando ya no valía la pena.

Sc-OOPS Ahoy! [Steddie]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora