12

532 53 52
                                    

Por fin todo había avanzado como debería. O quién sabe si era como se suponía, pero para este punto a Steve ya no le importaba.

Se sentía en paz, como si sus interiores al fin pudieran dormir tranquilos después de días y semanas de tantas tormentas. Incluso tenía un extraño presentimiento, como si no pudiera tener ninguna cosa buena y en cuestión de momentos algo terrible fuera a pasarle para arruinarle la serenidad. Pero no era así, no tenía por qué ser así todo el tiempo. Necesitaba disfrutar la felicidad, por muy temporal que fuera.

Tal vez lo único malo era que no había vuelto a tener un tiempo a solas con Eddie. Era extraño pensar en eso como algo malo... Pero ya era tarde para cambiarlo.

El chico aún aclamaba estar ocupado con los Calabozos y Dragones, las partidas habían iniciado y esas cosas seguían siendo su prioridad.

¿Su brazo? No se permitía decir demasiado, apenas cumpliría dos semanas. Regresó al trabajo, ya fuera para realizar tareas mínimas. Tan pronto como empezara a tener movilidad ansiaba usarla, se sentía terrible al estar limitado en sus extremidades. Pero bueno, pronto saldría de ello.

Había prometido buscar a Steve cuando se sintiera preparado para reunirse con él: tanto física como emocionalmente -y cuando tuviera tiempo en su ocupadísima agenda, claramente...- Entonces, como por arte de magia, ese viernes pareció ser la mejor oportunidad para buscarlo.

Tras trabajar como estúpido medio día, decidió invadir Scoops Ahoy. ¿Por qué no?

Le encantaba tomar al castaño por sorpresa, aparte pedir un helado no parecía mala idea. Nunca había pisado ese local sin contar cuando fue a pedir informes, ser un cliente sería una experiencia diferente.

—¿Eddie? —fue lo primero que salió del castaño cuando lo vio pisar la tienda, tan sonriente como siempre. Se colocó frente ese mostrador.

—Hey —dijo con sencillez. Lo miró a él por un segundo, seguido a los carteles donde anunciaban los helados y ojeó el resto del lugar. Buscó a su compañera junto a él, pero no la localizó, quizás se hallaba en el cuarto de atrás.

—¿Qué... Qué haces aquí? —preguntó, colocando sus codos sobre la mesa y haciéndose para adelante, colocándose muy cerca del azabache. En parte le molestaba cómo Eddie podía ir hasta su trabajo para distraerlo, pero él no contaba con autorización de estar en su casa si se trataba de ese estúpido juego de mesa.

Él levantó una ceja al verlo hacer aquello y lo miró a detalle.

—Vine por un helado —se hizo el desentendido—...Y a buscarte, claro está —murmuró. Aprovechando que no había nadie en la tienda se acercó de igual forma y lo tomó del pañuelo, no con suficiente fuerza, sólo pasó sus dedos por la seda, acariciándole.

Steve se removió ansioso y conectó sus ojos. Y lo hubiera besado en ese instante al comprender sus palabras. ¿No pudo esperarse luego del trabajo?

Tomó aire y se separó. No tomaría ese riesgo, Robin acababa de entrar al cuarto de atrás por unas cosas y no tardaría en salir, y la verdad no se equivocó.

—¡No lo encuentro! —se escuchó la voz femenina en el interior del cuarto. En segundos empujó la puerta para salir al mostrador—. Están las chispas, las lunetas... ¡No encuentro la vainilla! —tenía las manos llenas con lo mencionado, enseguida bajó la voz al darse cuenta de la presencia del cliente. Tenían gente y ella andaba gritando como si nada.

Steve hizo una mueca y miró cómo dejó las cosas sin amor alguno en la mesa de atrás, donde preparaban los helados.

—Iré por ella. Atiende a Eddie.

Sc-OOPS Ahoy! [Steddie]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora