CAPÍTULO XXXI

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Bufé mientras caminaba a la cocina después de dejar la ropa y las sábanas en la lavandería. Verónica aún seguía en la ducha y aproveché para darme un baño rápido y hacer el desayuno. La discusión que habíamos tenido hace pocos minutos me había dejado un poco molesta por su actitud. No me gustaba discutir con ella, pero a veces era inevitable. Ambas teníamos un carácter similar, y aunque no se lo dijera, ella tenía razón a veces. Ni siquiera a mi me parecían correctas del todo mis actitudes. Pero mi barrera estaba demasiado estructurada, y no era fácil para mi admitirlo.

Hice el desayuno y lo llevé al jardín donde le dije que viniera. Miré el mensaje y bufé de nuevo, corrigiéndolo por una pregunta. No quería ser grosera con ella. Verónica había luchado tanto con todas mis malas actitudes que lo mínimo que merecía ahora era gozar de las buenas, aunque también esas estuvieran en proceso de construcción, casualmente, debido a ella. Cuando la vi bajar, y llegar hasta mi, señalé la silla sin querer abrir la boca. No quería arruinarlo y aún me sentía alterada por la discusión, si le dirigía la palabra, entonces sería para una nueva discusión, y una muchísimo peor. En mitad del desayuno recibí una llamada del investigador, que me dejó sin aliento aunque intenté que no se notara. Me preguntaba que quería, pero no quería responder frente a Verónica, así que ignoré la llamada y su voz rompió el silencio.

-¿Quien quiera que sea no merece que la gran Kamille Dupont le responda?- su comentario me golpeó bastante fuerte el ego, y sobre todo el tono que usó. No estaba acostumbrada a este tipo de situaciones, y no sabía como afrontarlo.

-Podemos regresar si tanto te molesta estar con alguien altanero- voltee el celular y miré al frente. Escuché que suspiró.

-El problema es que conmigo no lo eres, pero con todos los demás si- su voz era suave de nuevo. Eso me hacía sentir más tranquila.

-No quiero discutir mas- confesé mirándola, viendo mi orgullo perderse por completo en sus ojos.

-Por favor sé mas amable. Kamille, no quiero que todos tengan un concepto erróneo de ti. Eres increíble, pero ellos creen que eres horrible porque no te conocen- miré al cielo con ganas de gritar. Entendía lo que decía, pero de decirlo a ejecutarlo era un tramo complicado. Mi educación y modales fueron moldeados por toda mi vida, no sabía cómo cambiarlos.

-¿Lo creías antes?

-Si- la miré recordando todas las veces que su mirada furiosa encontró la mía, las veces que me contradijo, que me enfrentó, que me acompañó, que me reprendió. Y entonces pensé en mi, antes de ella. No me reconocía como real ahora. Pensé en mi padre, en mi madre, en mi hijo y en todas las cosas que ella aún no sabía de mi. Pensé, y temí, que ella huyera si los supiera. Aunque no sabía si me asustaba más que al saberlo se fuera, o se quedara.

-¿Y que tal si el espejismo es esta Kamille y no la que soy con ellos, Verónica?- solté la frase quemándome la garganta, sintiendo que le mentía aunque no lo hacia del todo. Sin embargo, sabia que una verdad a medias no era verdad, y me sentía mal por eso. Se sentó sobre mi mientras hablaba y me convencía de tener un mejor comportamiento con los demás. Me parecía curiosa la forma en la que me reprendía, y me ayudaba, a pesar de saber cual seria mi respuesta a sus deseos. Luego de solucionar el problema entonces habló sobre Adrien y la respiración se me cortó un poco. No alcancé a ser una mejor para él, y eso me dolía.

-Eres una mujer preciosa, Verónica. Físicamente y tienes un carácter que me atrae mucho. Eres una mujer inteligente y talentosa, claro que llamabas mi atención y curiosidad- la mire y ella sonrió un poco.

-¿Te gustaba?- hice una mueca y pensé un poco para después responder. Entendía poco de mi situación con ella desde el principio, lo que tenia claro, es que me había costado mucho.

DE AZUL A MI Donde viven las historias. Descúbrelo ahora