CAPÍTULO XXIII

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-¿Estas nerviosa?- Scarlett salió del auto sonriendo mientras me miraba y suspiré.

-Bastante- Cerré la puerta del coche.

-¿Que decidiste al final?- la miré. Anoche habíamos conversado sobre lo que haría con Verónica, o con mis sentimientos por ella, aceptaba lo que me provocaba, pero no sabía que hacer con ello- ¿Comerle la boca a la tal Verónica cuando la veas?- levantó una ceja y sonreí negando con la cabeza. Pero suspiré cuando me imaginé la escena y un escalofrío me recorrió.

-Dejaré las cosas como están- hablé provocando que ella girara los ojos.

-Kamille, por favor. ¿No se supone que estas loca por esa mujer?

-Es diferente, Scarlett. Hay demasiadas cosas en riesgo, y ha pasado casi un mes. Verónica está mejor sin mi, y debe odiarme.

-No la culparía.

-Tampoco yo- entramos al ascensor- pero ese es el punto, Scar. Mejor para mi que así sea, es... una barrera que me impide acercarme, me mantiene al límite. Es bueno que ella la tenga, porque la barrera que yo construyo ella la deshace, en un segundo- se rió y llegamos al piso en que era mi oficina. Afuera, Susana me esperaba.

-Señorita Dupont, Bienvenida de nuevo- sonreí y sentí la sinceridad en las sonrisa de Susana. A diferencia de la hipocresía que había en Francia. Su gesto era sincero, eso me hacía sentir bien. Los Angeles comenzaba a sentirse mucho mejor- Es un placer tenerla aquí. Aunque fue sorpresivo su aviso.

-Lo sé, Susana. Debí avisarte antes, pero aún terminaba de resolver algunas cosas- asintió- Mira, ella es Scarlett Muller, será nuestra abogada. Es mi mejor amiga y puedes confiar en ella tanto como en mi, ¿esta bien? Pídele ayuda siempre que necesites.

-Un placer, señorita. Soy Susana Nuñez, y creo que quien debería ofrecer mis servicios en caso de ayuda, soy yo- Scarlett sonrió estrechando su mana.

-El placer es mío. Es bueno encontrar una persona amable de verdad en una instalación de los Dupont- la miré mal y ella se rió- Gracias Susana, sospecho que necesitaré de tus servicios, más de una vez- ella sonrió apenada.

-Puedes entregarme los informes de las cifras mientras no estuve.

-Son excelentes, señorita. Veronica levantó mucho el nivel en nuestro equipo- una risita se le escapó a Scarlett.

-Lo noté con lo que leí. Pero necesito cifras exactas- Susana asintió.

-Se las enviaré de inmediato, señorita. Permiso- Susana entró al ascensor y yo a la oficina, acompañada de Scarlett.

-A ver si entendí- la miré mientras me sentaba en mi silla- No sólo cogiste con una escritora de la editorial, cogiste con una de las mejores- puntualizó.

-Scarlett.

-Genial, me gustan tus estándares de calidad- la miré mal- Ahora, preséntamela. Quiero verla- solté una risa negando con la cabeza.

-Imposible.

-¿Qué? Necesito verla, quiero conocer a la mujer que fue capaz de hacer que Kamille Dupont se olvidara de lo pesado que es su apellido. ¿Tienes idea de lo que logró esa chica?

-No voy a presentártela.

-Entonces la buscaré- me reí.

-Por favor, no tienes nada de ella- se encogió de hombros- entonces te desearé suerte.

-No la necesito- me guiñó el ojo.

-Scarlett no es en serio- la miré caminar a la puerta.

-Voy a conocer a Verónica, digo, a las instalaciones de la editorial- sonreí y la vi salir. Suspiré, me sentía tranquila. Hasta ahora he descrito a Verónica pero no lo suficiente como para que ella la distinga, asi que tendré tiempo de preparar un encuentro entre ella, y mi mejor amiga. Al menos para mi. Scarlett me había pedido que la llevara al cementerio, le quería llevar flores a Adrien, pero no fui capaz de guiarla, sólo decirle donde era. No soy capaz de regresar a ese lugar.

DE AZUL A MI Donde viven las historias. Descúbrelo ahora