CAPÍTULO XXIV

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El maratón es el domingo antes de que digan nada. Jajajaja mientras tanto, gocen.

***

-Kamille, ven para acá- Eliza camino detrás de mi, pero camine un poco más rápido- Tengo que revisarte.

-Yo estoy bien ¿Okey? Estoy bien, sólo quiero saber como esta ella- hablé sin mirarla con un camino en mi cabeza: Ver a Verónica.

-Kamille, pero que terca eres, por Dios- habló entre dientes pero seguí ignorandola- ¡Kamille necesito curarte!

-Sólo déjame ver cómo esta- abrí la puerta y el alma me volvió al cuerpo al verla despierta, suspiré y sonreí de manera corta. Me sentía emocionada, tranquila. Feliz de verla de nuevo con sus ojos sobre mi- Hola, Gonzales- sonrió y sentí un cosquilleo en mi abdomen.

-Hola, señorita Dupont- sonreí mas abiertamente ante su tono de voz. Quise decirle tantas cosas pero no pude. Su imagen se sentía irreal aún, solo quería llorar.

-¿Ya?- Eliza llegó a mi lado mirándome mal y quise negar. Solo quería quedarme ahí mirándola, todo el día, pero asentí- Ey, ahora que termine con ella vendré a revisarte a ti, ¿esta bien?- habló con ella esta vez y me miró preocupada.

-¿A ella? ¿Que tiene?

-No tengo nada- la calme pero supe que no me creyó nada. La mire con calma. Calma que no tenía

-No te preocupes. Kamille, ¿será que ahora si puedo revisarte?- la miré negando, pero Verónica me miró mal a mi. Así que no tuve otra opción.

-Vamos- Salí de la habitación acompañada de eliza que me indicó que entrara al consultorio. Cuando entró cerró las cortinas, me miró.

-Entonces, Kamille... ¿Te puedo decir Kamille?- me miró mientras se ponía los guantes y asentí- ¿Que fue lo que pasó?

-Bueno, no tengo aún una explicación lógica para lo que sucedió. Cuando salía de la empresa un auto explotó.

-¿Qué? ¿Por qué?

-No lo sé, pero lo averiguare- asintió- Verónica caminaba hacia el auto en llamas, no se porque. Me asuste, y bueno, intenté alejarla de eso, pero al parecer no lo suficiente. Luego, se desmayó- asintió y me quejé cuando sentí que rozó con el algodón una herida en mi espalda.

-No son heridas de importancia, por fortuna. Solo debo curarla, y estarás como nueva. Sanarán solas- asentí y apartó un poco la bata curandome con cuidado.

-Esta bien.

-Ambas se han salvado la vida mutuamente, curioso- encontré un tono divertido y la miré.

-Sólo han sido casualidades- sonrió.

-Maravilloso, de eso están hechas las mejores historias- habló mientras me aplicaba una crema. Cerré un poco los ojos.

-Gonzáles y yo no...- me quedé callada mientras ella se quitaba los guantes.

-Verónica y yo sólo somos amigas- sonrió y frunci el ceño- Voy a revisar a tu... ¿Escritora?- me miró con duda, tal vez esperando que yo cambiara esa información.

-Si, escritora- al contrario la confirme- ¿Puedo saber cómo está después de esta revisión?- ella asintió, saliendo del consultorio. Suspiré y miré la pared, recuperándome un poco de todas las emociones que había pasado el día de hoy. Sólo quería descansar, y ahora estaba en un hospital, después de todo. Scarlett entró al consultorio.

-¿Cómo estás?

-Bien- suspiré y ella me rodeó con sus brazos- ¿Qué fue lo que pasó allí?- pregunté yo- es decir, un auto explotó, en el estacionamiento de mi empresa, ¿Qué mierda?- abrí los brazos y ella asintió.

DE AZUL A MI Donde viven las historias. Descúbrelo ahora