Después de servir el vino me senté en el piso, al lado de Verónica. Sentía dolor, y en el aire un montón de "hubiera" que me impedía mirarla a los ojos por mucho tiempo. Tomé un sorbo y dejé la copa a un lado, silencio de nuevo. Ella no decía nada, y yo no sabía cómo romper el silencio. De todas maneras era yo quien venía a despedirme. Entonces la observé, la detallé y mis ojos se detuvieron en su cabestrillo. Un deja vu me atacó y entonces recordé que cuando la conocí también tenía uno por aquel accidente en la empresa. Aquella vez cuando la vi por primera vez en la cafetería y no sabía que sería tan importante para mi. Quería guardar aquella, esta y todas sus imágenes en mi memoria.
-La primera vez que te vi también tenias un cabestrillo- me miró por unos segundos y una sonrisa corta apareció en su rostro. Se veía hermosa. Siempre tan hermosa.
-Así es- confirmó con un tono de voz bajo.
-Adrien ya me había hablado de su mejor amiga para ese entonces, pero no creí que fuese aquella chica en la cafetería, créeme jamás lo habría adivinado- continué hablando mientras la miraba- Me pareciste muy bella y tenias una mirada tan... Fuerte, me mirabas mucho- se rió entonces, sacándome una sonrisa a mi. Quería que me tuviera como un buen recuerdo, a pesar de todo. Para mi ella siempre sería el mejor.
-Ya, ya se- la miré por unos segundos- Lamento haber parecido acosadora, pero cuando una mujer tan hermosa como tu esta en un lugar es imposible no mirarte, tu presencia no pude pasar desapercibida para nadie- confesó y la miré un poco sorprendida. Lo había dicho antes, pero me encantaba que lo confirmara. Saber que mi presencia fue una trampa para ella, porque me había pasado igual. Su presencia me había impresionado, conmovido y atrapado desde el primer momento.
Silencio, de nuevo. Después de un rato, volví a hablar.
-Lamento haberte herido, tantas veces, busque siempre tu bienestar, pero se que me equivoque y te lastime en el proceso, Verónica, eso me pesara toda la vida- nadie nunca tendría una versión tan sincera de mi como ella. Verónica era mi mejor versión, mi mejor descubrimiento. Quise tocarla, pero no lo hice.
-El dolor rodeado por tus ojos cafés es un poco mas soportable- me recordó aquella frase que le dije yo, y evité llorar. No quería llorar delante de ella, pero la situación estaba siendo demasiado íntima, era un campo que aunque ella me enseñó a manejar, todavía no dominaba- ¿Volverás con Alexandre?- la pregunta llegó de golpe, de manera tan inesperada que tuve que procesarla en mi cerebro por unos segundos.
-¿Qué?- quería asegurarme que lo había dicho de verdad. Ella acomodó su cuerpo para mirarme de frente.
-Ambas sabemos que él te pretende Kamille, y que con Alexandre nada te impide estar. Tú y el ya volvieron a estar juntos y solo quiero saber si le daras otra oportunidad. Silencio, peros, dudas. Una tensión se formó entre las dos cuando quiso levantarse, alejarse de mi.
-No lo sé, escucha, no se que sucederá. A corto plazo no tengo planeado tener ninguna relación. Quisiera tenerlo todo contigo, no miento cuando lo digo, estoy loca por ti, pero mi temor sigue y seguirá siendo mucho mas grande. No puedo ofrecerte nada de lo que mereces...- me interrumpió, se molestó.
-¡Y ya te dije que eso no me importa!
-¡Pero a mi si! Entiende que no puedo estar contigo dándote una realidad a medias, yo no me lo permitiría. No puedo, Verónica- no podía explicárselo. Ni siquiera yo podía entenderlo del todo, porque me moría por dejar de tener miedo. Pero ¿Cómo le dices al miedo que se vaya? ¿Cómo dejo de pensar en todas las consecuencias que va a tener que pasar conmigo?
-Cuando Eric estuvo entre la vida y la muerte Damien acepto que se realizara la operación y me dijo que lo había hecho porque era lo que el necesitaba, porque la felicidad de Eric y sus deseos iban a ser su prioridad sin importar que y... y yo tal vez no te quiero lo suficiente para dejarte ir aunque sea lo que necesites- sonreí con amargura- y lo acepto, acepto no quererte lo suficiente si eso significa estar dispuesta a aceptar perderte, te mantendré por el tiempo que pueda en mi vida, aunque sea solo en recuerdos, y sin importar cuanto duela eso- no pude evitar abrazarla. La manera en la que Verónica me amaba era demasiado intensa, y yo incluso sentía que era demasiado para mi. La sentí llorar en mi pecho y me odié por lastimarla así. Le pedí perdón a ella por hacerlo. Por hacerlo tantas veces.
ESTÁS LEYENDO
DE AZUL A MI
RomanceEn la vida a veces tuve que aprender a las mala lo difícil que era tener libre albedrío incluso para hacer algo insignificante como tomar una decisión. Debí aprender cada cosa, cada pequeña y mínima cosa para llegar a ser grande. Pero jamás aprendí...