CAPÍTULO LVII

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En el espejo las marcas que evidenciaban mi falta de sueño y la sobras de mi insomnio eran evidentes. No estaba descansando bien. La noche fue demasiada larga entre mis anhelos y los ojos de Verónica. Era evidente que hiciera lo que hiciera, ella seguía y seguiría afectándome. Sin embargo, aceptarlo no cambiaría nada. Debía afrontar su presencia sorpresiva en mi vida, no tenía otra opción.

-buenos días, mamá- Jérémie me besó la mejilla.

-Buenos días, mi amor. Ten unas clases magnificas- le lancé un beso mientras recogía mi gabardina.

-¿No vas a desayunar?

-Voy tarde, mi cielo, comeré en el camino.

-Esta bien- cerré la puerta detrás de mi. Había dormido poco y la alarma fue mi peor enemiga. Iba a llegar tarde si no me daba prisa. Conduje tomando atajos para llegar lo más pronto posible, y cuando llegué al ascensor, me encontré a Verónica esperándolo. Las puertas se abrieron y ambas entramos. Me sentía mucho más desconcertada ahora. El espacio reducido y el estar respirando de forma mas directa el mismo aire que Verónica era una manera demasiado intensa de empezar el día. Y ni siquiera me sentía lista para iniciarlo, menos de esta forma. No la miré, pero si la olí. Su perfume estaba en todos lados y era magnifico. Me sentía segura teniéndola tan cerca, ella no aparentaba ser nadie, y yo tampoco. Éramos dos personas, independientes, con una historia que era ignorada. No era mi rival, y yo no era la suya, al menos no para mi. Verónica dejó clara su posición cuando al salir, chocó conmigo innecesariamente, pero probablemente de manera voluntaria. No me miró y se fue sin voltear a verme.

Suspiré y me encontré con la mirada de Scarlett que me esperaba, y no entendía nada.

-¿Que hacen llegando juntas?- caminamos hasta la sala.

-No llegamos juntas, Scarlett. Que cosa mas irreal, nos encontramos en el ascensor- la miré y ella levantó las cejas.

-La vida quiere juntarlas.

-La vida quiere torturarme- entré con ella al lugar donde ya estaba Susana.

-¿Adivina qué Kamille estaba en el ascensor con qué Verónica?- la miré mal y Susana desvió su mirada con una sonrisa nerviosa hasta el costado. Voltee y estaba Eric que miraba a Scarlett con curiosidad. Me miró apenada y giré los ojos. Lo que me faltaba.

-Buenos días, Susana.

-Buenos días- sonrió diciéndole algo entre dientes a Scarlett que no entendí, pero sabía que tenía que ver con mi encuentro con Verónica. Le golpee el brazo a Susana que me miró con picardía, negué con la cabeza, reprendiéndola en silencio para atraer lo menos posible la atención de Eric. Él ahora era amigo de Verónica y lo último que quería es que se extendieran malentendidos por ahí, y que llegaran a oídos de la española.

Nos reunimos ambos para organizar los horarios de las entrevistas de hoy. Isabella tardaría en llegar, aunque no había informado la razón. Cuando salimos de la reunión con los medios invitados confirmados y el lugar me fui a informarles a los escritores el horario en que se les necesitaba disponibles. Había organizado un par de entrevistas también para mis escritores, la idea era que reconocieran a los de Graham, pero no quería dejar de lado a mis escritores.

Cuando fue el turno de Gonzales me quedé en la puerta por unos segundos, su regreso habría traído consigo muchos recuerdos de nuestra primera vez como desconocidas. De nuevo estaba yo, nerviosa detrás de una puerta. Ansiosa por ver el mar azul de Verónica, pero temerosa de que ella volviera a intimidarme. A dejarme expuesta conmigo misma. Suspiré y cerré los ojos. Mientras más rápido fuese, mejor.

Abrí la puerta y me encontré de inmediato con la mirada de Verónica, casi reclamándome por no tocar, de nuevo. La respuesta a ese reclamo, se la dio mi mirada.

DE AZUL A MI Donde viven las historias. Descúbrelo ahora