15 MESES DESPUÉS
-¡Oye, eso fue falta!- Jérémie se levantó de la silla molesto y sonreí un poco. Hizo un berrinche corto y suspiró- ¿Cierto, mamá?- lo miré y asentí sin entender nada de lo que estaba diciendo. Volvió su vista al partido y yo sonreí.
Los últimos meses habían sido tan difíciles. Tan difíciles que lo único que me había mantenido a salvo era pasar tiempo con Jérémie, verlo sentirse más seguro cada vez en el entorno que le ofrecía. Pasábamos bastante tiempo juntos, en las noches y fines de semana que viajábamos a España para que recorriera la ciudad y viera al Barcelona jugar. La empresa se me estaba saliendo de las manos con un enemigo claro: mi padre. No sólo no agradeció el sacrificarme, sino que se empeña de cualquier manera en que yo pierda un poco el sentido en la jefatura. No entendía porqué lo hacía, se supone que tenemos el mismo objetivo, que era sacar adelante el negocio familiar. Era estúpido. Sin embargo no era lo único que me atormentaba. Verónica era novia de Olivia. Había sido su novia desde hace un año atrás, y desde entonces mi sueño se había esfumado de golpe. La noticia había corrido lo suficientemente rápido y lo suficientemente fuerte para que Scarlett no pudiera ocultármelo y me encontré con una imagen de ambas dándose un romántico beso con varios titulares mucho más cursis de lo normal. Y eso me había destrozado.
Había llegado en un punto difícil, duro y en el que me costaba no llamarla, o escribirle. Aquella imagen había sido un jaque mate fatal. Horrible.
-Kamille- levanté la mano y miré la revista. Leí el titular, de nuevo. Ya no sabía cuantas veces mi mirada había viajado por la portada- Kamille, no te martirices por eso- Scarlett se apoyó en la mesa y apartó la revista.
-No sé si sepas, pero no es la única copia- bufó e hice silencio. No quería hablar. La imagen me había golpeado, me sentía devastada y sólo quería llorar. Desahogarme. Me sentía molesta. Sabía que sucedería, y sólo Verónica sabría en cuanto tiempo podría estar con alguien más, sin embargo no podría haber estado preparada nunca para verla con alguien más. Me levanté y busqué mi gabardina.
-¿Puedes cuidar a Jérémie?- suspiró.
-¿A dónde vas?- me tomó del brazo y negué con la cabeza.
-Quiero estar sola- la voz se me quebró y dejé de hablar. No podía mencionar palabra, la garganta me quemaba y la imagen se repetía, una y otra vez, una y otra vez, en mi cabeza. Asintió y me soltó. Salí de la oficina y le encargué cancelar todo a Susana. Me sentía vulnerable, demasiado rota emocionalmente. Aquella imagen había sido un golpe durísimo para mi. La gota que colmó el vaso. Aquello que rompió mi rabia y frustración acumulada por meses.
Cuando estuve lo suficientemente lejos de todo me bajé del auto cerrando la puerta con molestia y cubriéndome el rostro mientras lloraba. Respiraba con dificultad y se me dificultaba ver. Ella estaba con Olivia y entonces tuve que aceptar el saber que se entregaría a ella, que le daría todo aquello que me había dado a mi. Todo eso a lo que yo renuncié, lo que yo perdí.
La sensación que me estaba carcomiendo era insoportable. Cerré los ojos y dejé que el viento se llevara mis lágrimas, aunque no pudiese con mi dolor. Verónica era novia de alguien más. Ella le había dado seguridad, ella le había dado un nombre, ella la había llenado de paz, construyó lo que yo destrocé. Verónica era con alguien más. Sería con ella. Y yo debía conformarme con recuerdos, con razones, con heridas.
Me limpié las lágrimas en un intento vano de recuperarme, pero no sirvió de nada. Un impulso tonto me atacó. Nuestra conversación, con nuestras fotos, con nuestras promesas estuvo frente a mi. Destruyéndome poco más, pero manteniéndome en pie. Una parte de ella era mía, y sin embargo, yo la quería completa. La quería, de forma egoísta. Tal vez no lo suficiente como para enviar aquel mensaje que redacte y volverle a recordar lo nuestro. Para volver a hacer que doliera.
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DE AZUL A MI
RomanceEn la vida a veces tuve que aprender a las mala lo difícil que era tener libre albedrío incluso para hacer algo insignificante como tomar una decisión. Debí aprender cada cosa, cada pequeña y mínima cosa para llegar a ser grande. Pero jamás aprendí...