CAPÍTULO LVIII

7.1K 575 140
                                    

-No, Kamille. Estás pagándolo todo. No es que me alegre lo que está sucediendo pero es un karma que debes pagar- solté una risa y bajé la cabeza. Harta de que me juzgaran y me señalaran. Harta de tener que ser la villana de una historia mal contada,

-Cállate, Eric. Mierda- lo miré mal y él sonrió con burla.

-Actuaste mal, con Verónica, conmigo. Eres una mala persona y mereces lo que está pasándote- se levantó de la silla, señalándome con su dedo. Me estaba llevando un punto de molestia en el que iba a querer defenderme. Y querer defenderme en este punto sería decir la verdad. Me quedé callada- ¡Kamille, carajo!- se alteró ante mi silencio- ¿Cómo pudiste hacer eso? ¿En qué maldita cabeza cabe?- me mordí el labio evitando abrir la boca. No iba a detenerme si empezaba a hablar.No me convenía.

-Cállate, Eric. Y vete- señalé la puerta.

-Soy tu familia, y además, te metiste con una mujer. ¿Con qué escrúpulos dices..?

-Fue para alejarte de la mierda de la editorial- se formó un silencio en la oficina. Miré al escritorio por segundos eternos. Eric no se movió y no me moví yo. En mi cabeza las cosas ahora funcionaban distinto. No quería ser héroe de nadie, sólo quería vivir tranquila. Sin que me reclamara cosas, sin que señalara- No me justifico, porque no tiene una justificación real lo que hice. Pero si hay una razón, y es esa- Apoyé mi cuerpo en la silla dejando caer con él toda la culpa que me carcomía.

-¿De qué hablas?- se apoyó en el escritorio y me miró. Su expresión era diferente, eso me dio un poco más de paz.

-Sabía que debía enfrentar problemas legales. Estabamos salpicados, ambos. Si era jefa podía alejarte de todo eso. No encontré una manera, otra manera, de desligarte de la editorial sin mancharte. No tuve otra opción. Mi padre no iba a querer sacarte, el tuyo menos- suspiré y me encogí en hombros- lamento haber hecho eso, pero no tuve otra opción. No pido que me perdones, sólo quiero que sepas la verdad. Tienes razón en que estoy cosechando lo que sembré, pero no actúe como actúe por voluntad. Tuve razones, y lo haría de nuevo- me miró respirando con lentitud, tal vez sin creerse lo que yo había hecho por él. Negó con la cabeza. Se detuvo. Me miró. Luego miró el piso. Lo entendía. Habíamos pasado toda la vida en competencia, y yo pude hundirlo. Hice lo contrario. Y eso era algo casi imposible de digerir.

-¿Y Verónica?- su nombre me causaba escalofríos.

-¿Verónica qué?

-Si hiciste eso por mi, ¿qué fue lo que hiciste por ella?- la manera en que formuló la pregunta fue demasiado fuerte. Hacía pocas cosas por la gente que me rodeaba, pero ella. Por Verónica estuve y estoy dispuesta a hacer lo que sea. Entendía su pregunta, si él que no afectaba en mi vida y era algo más cercano que un enemigo a una familia, se vio beneficiado por mi, ¿qué había hecho por la mujer que yo quería? Lo había hecho todo.

-Iban a obligarla a escribir un libro semanalmente.

-Eso es un suicidio. Es imposible.

-Lo sé. Pero ella lo haría, lo haría por ayudarme, no mediría consecuencias. Y no iba a permitirlo. Verónica es demasiado terca, así que me alejé y tuve que ser jefa para obligarla a alejarse de mi. Cuando quise buscarla de nuevo, ella ya estaba construyendo un futuro sin mi.

-No es cierto.

-Eric, la carrera profesional de Verónica no necesitaba de mi, y su vida personal tampoco.

-No es cierto, ella te ama- levantó un poco la voz.

-Y yo a ella, Eric. Pero no estamos en un cuento de hadas, y el amor no es suficiente- volvió a hacer silencio.

DE AZUL A MI Donde viven las historias. Descúbrelo ahora