EPÍLOGO

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-Pueden mover esto hacia allá, por favor- señalé el espacio vacío en el piso. Y señalé la tarea realizada de dejar lista mi oficina.

-¿Esto es para su oficina?- uno de los empleados levantó una caja de cartón, sonreí.

-No, es para la oficina de mi prometida- señalé el pasillo y el asintió.

-¿Y puedo saber qué es?- giré ante su voz. Precisamente ella venía caminando con una sonrisa encantadora y un café hacía mi. Me tomó de la nunca dándome un beso. Esto, a pesar de todos los meses que habían pasado desde que nuestra relación se hizo pública, seguía pareciéndome extraño, pero tan cómodo y fantástico que no quería dejar de besarla.

-Hola, mi amor- sonreí, dándole un sorbo al café.

-¿Qué hay en esas cajas?

-Bolsas.

-¿Bolsas?- asentí entrelazando su mano con la mía.

-Sí, para tu vomito- ladeó su cabeza y me reí, besando su mejilla.

-Eso es muy lindo, pero no creo que sea necesario.

-Mejor prevenir- aparté unos mechones de su cabello- por el bien de mis zapatos, cielo.

-Sólo fue una vez.

-Y quiero que sea sólo una- bufó- ya terminaron de organizar nuestras oficinas. Y el resto para los funcionarios, están en perfecto estado. ¿Descansaste?- asintió. Verónica había estado trabajando de manera ardua y muy dura los últimos días en la reparación del edificio para el lanzamiento de nuestra editorial. Yo era muy bien dirigiendo, había estado organizando todo, pero ella ayudaba con su fuerza, moviendo cosas, limpiando, pintando, y aunque quise evitarlo y ayudarla, no lo logré.

Verónica siempre haría lo que quisiera, por encima de mi voluntad. Ya me había acostumbrado a que eso nunca cambiará.

-Aunque hubiese preferido dormir contigo- me reí.

-Lo sé- le tomé la barbilla dándole un beso y entramos a su oficina. Sus ojos pasearon por el lugar y yo abrí los brazos.- ¿Qué tal, Gonzales?- sus ojos sonrieron antes que sus labios. Luego me miró y corrió hasta mi, dándome un abrazo.

-Esta hermosa, me encanta. Sé que será un gran cito creativo, mejor con mi musa caminando por ahí- señaló la puerta.

-No me empujes a alardear sobre eso- la señalé.

-Claro, señorita doy una entrevista donde dices que mi libro más exitoso, fue para ti.

-Verónica, ese libro ni siquiera tenía un buen motivo- se encogió de hombros- es hermoso, me encanta. Pero lo escribiste para olvidarte de mi- me crucé de brazos y ella me miró inocente.

-Bueno, mi amor, en ese momento creía que eras una perra sin corazón- me apoyé en el escritorio y ella rodeó mi cuello con sus brazos. Repartió besos en mi cara y me reí.

-Tramposa- le tomé el rostro mirándola.

-Uso mis armas- sonrió dándome un beso corto.

-Deberían mejorar la seguridad de esta habitación si la usaran como hotel- Susana entró a la oficina y me reí- Yo, encontrándolas muy cariñosas en la oficina, como en los viejos tiempos.

-Hay cosas que nunca cambian- las tres salimos de la oficina.

-Han hecho un excelente trabajo juntas- Susana nos miró y caminó hasta darnos un abrazo- Que orgullosa estoy.

-Te queremos, Susana- Verónica le sonrió y recorrimos el edificio mirando nuestra creación.

Ambas queríamos hacer algo nuevo. Empezar desde cero juntas, reiniciar nuestra vida y sobre todo mi traumático pasado de jefa en malos términos. Eric se encargaba de la empresa de nuestra familia como director desde su recuperación y nosotras fundamos la propia. Que había tardados algunos meses en estar lista, pero ahora lo estaba. Suspiré cuando llegamos al primer piso. Verónica me miró y supe lo orgullosa que estaba, también lo estaba yo. No podía pensar en otra cosa que todo el esfuerzo puesto en esto, y que ahora de sus frutos.

DE AZUL A MI Donde viven las historias. Descúbrelo ahora