Era extraño tener a Verónica en la editorial de nuevo, aunque fuese sólo por conferencias. Extraño pero demasiado reconfortante. Me llenaba de energía sólo mirarla y salí de la oficina donde mi padre hablaba con todos los escritores con un humor diferente, mejor. Que ni siquiera encontrarme con Victoria me quitó. Me fui a la oficina a esperar que ella llegara porque sabía que lo haría, su mirada me gritaba que como yo, le asfixiaba la distancia que había entre las dos y que necesitaba tenerme cerca. La sensación de lo mutuo y todo lo recíproco, eso me enloquecía.
Como esperaba entró a la oficina minutos después con una sonrisa. Me levanté para recibirla y darle aquel beso que necesitaba desde que la vi de nuevo en la editorial. El peso del trabajo me asfixiaba y ella siempre era una buena excusa para empaparme de felicidad. Tonteamos un poco juntas e incluso hubo una insinuación para tener sexo en mi oficina. Y no supe un poco como reaccionar o qué pensar. No sabía que pasaría si tenía sexo con Verónica en mi oficina. No sabía si los fantasmas seguían atormentándome o sentiría algo distinto a miedo. Pero evitaría descubrirlo porque temía no tener una reacción como lo esperaba al estar entre sus brazos.
-¿te imaginas que Adrien nos encontrara en esta escena?- la miré desde mi silla pensando en la ilusión que le causaría que Verónica me estuviese haciendo tan feliz, y que yo me permitiera serlo. Me daba mucha nostalgia que no haya podido verme en esta faceta.
-Nos mira orgullosos desde donde esta- me miró con ternura y asentí.
-Se volvería loco.
-Es verdad- rió y me quedé mirando sus ojos. Ahora entendía menos como había logrado evitarla tanto. A ella y a sus besos. La forma en la que me atraía. En la que su carácter me atrajo desde el primer momento.
-¿Nos vemos para cenar entonces?- apoyé mi rostro en mi brazo sin dejar de mirarla.
-Quería invitarte a un restaurante- me moví un poco en la silla al escucharla. Sabía que era monótono cenar siempre en casa pero no tenía otra opción. Era peligroso que los medios nos pillaran cenando juntas, solas. Y mucho más ahora que las publicaciones y su presentación ante los medios como nuestra escritora estaba tan cerca.
-Creo que lo mejor es que no, ange- su gesto cambió drásticamente, y el suspiro que salió de su boca me alarmó- Verónica, sabes que no puedo hacer eso.
-Quería intentarlo al menos- lo medité dos segundos y me pareicó una mala idea en todos los escenarios posibles. Poner en riesgo tanto. No podía, así que negué- Nos vemos en mi departamento esta noche- me miró y salió de la oficina. Me levanté con la intención de ir a buscarla pero me detuve porque habría mucha gente en el pasillo. Maldije y giré la silla mirando la ciudad a mis pies.
Sabía que no podía mantener esto mucho tiempo más. Verónica merecía más de lo que le ofrecía. Un secreto interminable que nos volvía un círculo vicioso nada sano, pero lo suficientemente adictivo como para no querer dejarlo. Yo por lo feliz que ella me hacía y ella... ella porque me quería más de lo que dimensionaba. Y por el bien de su cariño, no podría tenerla atada a este secreto para siempre.
Suspiré y terminé de subir los contratos con Scarlett para despejarme. La editorial necesitaba más que nunca de mi y debía mantenerme concentrada. Cuando salía de la oficina de mi mejor amiga, Alexandre me llamó. Miré la pantalla y descolgué, volviendo a mi idioma natal.
-Hola, querida Kamille. Sólo quería saber cómo estabas.
-Hola, Alexandre. Con bastante trabajo como siempre, pero bien.
-Me alegra- hizo silencio por unos segundos- mira, te llamaba porque, no sé si sabes, tu padre está luchando para evitar una demanda que tengo en mis manos. Es de los Graham, pero muy mal basada.
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DE AZUL A MI
RomanceEn la vida a veces tuve que aprender a las mala lo difícil que era tener libre albedrío incluso para hacer algo insignificante como tomar una decisión. Debí aprender cada cosa, cada pequeña y mínima cosa para llegar a ser grande. Pero jamás aprendí...