CAPÍTULO LXV

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En la mañana recibí una llamada de Eric, era temprano y mi alarma todavía no sonaba. Suspiré y miré en la pantalla mensajes de Alexandre invitándome a salir que me había enviado anoche y que no respondí. Descolgué la llamada de Eric con un poco de sueño aún. Me sentía cansada, había pensado mucho, y además, obligarme a no llamar a Verónica a preguntarle como estaba me había gastado mucha energía.

-¿Que pasó?

-El concurso- suspiré.

-¿Ya escogiste una fecha? ¿No podías decírmelo mas t..?

-No, Kamille. Alguien escogió una fecha por nosotros, y sabemos quien fue- el sueño se me esfumó y me senté en la cama con rapidez.

-¿De que estas hablando?- me levanté.

-Hay una fecha estipulada para el próximo concurso, Kamille. Isabella volvió a hacerlo- cerré los ojos con un poco de fuerza.

-Voy a matar a esa maldita- colgué la llamada y caminé por la habitación, molesta, sintiéndome tonta. Ella lo había hecho. Se había asegurado de las condiciones, de que aceptara. Y ahora lo negaría- me cubrí el rostro con las manos.

Ella había jugado sus cartas y yo había perdido de nuevo. Pero si Isabella quería guerra, entonces guerra tendría. Ya no pensaba quedarme cruzada de brazos.

Cuando llegué a la editorial, era de lo único que se hablaba. Lo único que corría por los pasillos era aquella noticia. No podía ir a acusar directamente a Isabella, eso no era inteligente, y debía pensar con la cabeza fría. Señalarla sería evidenciarlo. Pedí a una de las asistentes que le avisara a Verónica que quería verla. No sabía porqué o para qué. Tal vez para hablar lo que había sucedido, o para ver que ella estaba bien después de lo sucedido ayer.

Isabella era estratega, y no tenía remordimientos al actuar mal. Me estaba haciendo la vida imposible. Los subastaba a todos, nadie la culpaba, nadie la señalada. Por alguna razón ella siempre tenía la manera perfecta de salir ilesa, y lo había descubierto con todos los negocios que tenía con mi padre. No entendía como lo hacía. Me molestaba que se relacionara con gente de su clase, que ella estuviese dispuesta a pagar cualquier cantidad con salvar su pellejo.

Cuando Verónica estuvo frente a mi en la oficina, la recorrí con rapidez. Estaba bien. No tenía ninguna herida, sus vibras eran buenas, me sentía un poco mas tranquila. Dejé caer mi peso en la silla, aunque indirectamente lo hice apoyándome en su mirada. Me miró con tristeza, tal vez por no poder hacer algo más por mi, ella yo lo sabía. Isabella nos llevaba mas de un paso adelante.

-Ya lo sabes- asintió y la miré- Solo quería avisarte, decirte que nos reuniremos Con Eric mas tarde.

-¿Fue Isabella de nuevo?- asentí desahogándome con ella respecto a Isabella. Aunque fuese su jefa, confiaba de nuevo en ella, totalmente. Cuando se movió el labio, nerviosa, miré el escritorio. La recordé a ella, pegada a mi. Dejé de mirarla- Siente inseguridad, hoy me ha dicho algunas cosas, me advierte- ella intentó tranquilizarme un poco como el temor de Isabella, pero no lo logró. Yo había cancelado aquella demanda, aquella reunión que buscaba presionarla. No tenía sentido alguno continuar con aquello.

-Esto es un mal plan, Verónica. Se puede descubrir la verdad sin arriesgarte de esta manera. Es una locura- la miré buscando dentro de mi una calma, inexistente- pero bueno, hablaremos más tarde. Eric te avisara.

-Isabella no cuenta con tu grandeza y con lo buena que eres para las tácticas, puedes contrarrestarla- me miró con intensidad mientras me hablaba y yo sentí mi alma encogerse. Sus palabras eran la fuerza, que Verónica me dijera eso era un respiro, un empujón, que yo necesitaba y ella no sabía. Un apoyo que yo quería.

DE AZUL A MI Donde viven las historias. Descúbrelo ahora