UNO

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Un joven pelinegro, profesor de una universidad aquí en Nueva York, estaba pasando el rato con sus buenos amigos Archie Andrews, Fangs Fogarty y Cheryl Blossom en un bar, simplemente perdiendo el tiempo.

Toda su vida se ha basado en hacer lo que cualquier persona debería hacer. Estudiar y luego trabajar para el mismo sin otro objetivo en absoluto.

No se quejaba de su vida. Siempre lo apoyaron su padre y hermana, ya que su madre había fallecido cuando él y su hermana menor eran pequeños. Tiene a sus buenos amigos de la infancia, pero tenía un hueco.

Siempre tuvo un hueco que no lo dejaba ser feliz totalmente. Ni siquiera sabía por qué tenía ese hueco o con qué lo podría llenar. Nunca se enamoró y como consecuencia de eso ahora era un soltero de veinticinco años, libre de hacer lo que quisiera, ir a donde quisiera con quien quisiera, pero no era eso lo que buscaba.

¿Que era lo que buscaba? Esa pregunta se la hacía él mismo constantemente.

—Oye Jughead, deja tu melancolía y disfruta tu vida— Sugirió Archie mientras se tomaba un trago.

—Después de todo eres joven, soltero y sin compromiso. Disfruta eso, amigo— Dijo Fangs, divertido, tomándose un largo trago de cerveza.

—Que horror. Ya están borrachos— Habló la pelirroja Cheryl, tomándose un pequeño trago. —¿Enserio es necesario embriagarse como unos idiotas?—

—Yo tampoco comprendo eso, Cheryl— Admitió Jughead, tomándose un pequeño trago y dejándolo a un lado en el mostrador del bar. —Hasta pronto chicos—

—¿Que? ¿Ya te vas?— Le preguntó Cheryl a su mejor amigo, extrañada. —¿Por qué tan temprano?—

—¿Te vas? ¿A esta hora?— Le preguntó Fangs, alzando una ceja. —Raro—

Archie soltó una pequeña risa. —Ya entendí. Vas a divertirte un rato con una muñeca... ¿Verdad?— Le preguntó, divertido.

Jughead negó, divertido. —Hoy no, Archie. Si llego a casa de mi papá y mi hermana sin ese helado, me matará Jellybean. Iré antes de que la heladería cierre—

—Pero... ¿Vas a volver?— Le preguntó Cheryl, mirándolo y poniéndole ojitos.

Jughead suspiró. —Otro día Cheryl. Papá y Jellybean me esperan en casa—

—Bueno... salúdalos de mi parte— Pidió la pelirroja, volviendo a tomarse otro trago.

—Claro. Nos vemos chicos. No se embriaguen demasiado— Les pidió Jughead a Archie y Fangs mientras se retiraba del bar.

Al salir de ahí, empezó a caminar hacia la heladería con ese vacío en su pecho, ese vacío existencial en el. Tiene una exitosa carrera como maestro de Historia en una universidad cercana, bastante dinero y una casa tan grande que a veces se pregunta para qué si vivía solo.

Llegó a la heladería y entró, acercándose al mostrador en donde lo esperaba el joven heladero.

—Buenas tardes señor. ¿Que sabor de helado desea?— Le preguntó el joven.

—Uno de chocolate, que sea grande por favor— Pidió.

—Enseguida— Contestó el heladero, retirándose a buscar su pedido.

Jughead suspiró, esperando su orden, y vio a un pequeño niño rubio, de abundante cabellera y de ojos grandes, verdes y curiosos, que se acercó al mostrador, señalando los helados.

—Chocolate— Habló el niño, señalando el helado a través del cristal del mostrador. —Chocolate—

Jughead sonrió por la curiosidad y emoción que mostraba el pequeño por ese helado. —Así es, niño. Helado de chocolate. ¿Te gusta?–

Un Tesoro Inesperado •Bughead• Donde viven las historias. Descúbrelo ahora