VEINTICUATRO

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—Jug... pensé que tu...— Dejó de hablar al ver quien era, en shock, aterrada.

Vio a ese personaje parado en la puerta de su apartamento y fue como si hubiese visto al diablo encarnado. Estaba viendo a la persona que más daño le había causado en la vida.

La persona responsable de sus traumas y miedos más profundos, la persona más temida en su vida, la persona que estaba causando que su corazón se acelerara del terror, que aparecieran esos temblores incontrolables y que su respiración se cortara.

—Hola muñeca. ¿Qué pasa? ¿No dirás nada?— Preguntó aquel hombre rubio, con una sonrisa de oreja a oreja.

Betty dio unos pasos hacia atrás, negando con la cabeza y con las lágrimas bajando por sus mejillas como cascadas. —No... no...—

—¿No? ¿Por qué dices que no, preciosura?— Le preguntó, acercándose a ella y mirándola fijamente. —Estas muy bonita Elizabeth. Más gordita, pero linda—

Betty tomó aire, agarrando valor. —¿Que... que estas haciendo aquí? Vete... Bre... Brett— Pidió, sin parar de temblar.

Éste soltó una risa irónica. —¿Por que debería irme? Acabo de llegar—

—¿Que es lo que quieres? ¿Que haces aquí?— Le preguntó, enojada, deprimida y asustada a la vez. Sus fantasmas volvieron a salir.

—Vine a verte, Elizabeth querida. Te extrañé y además... me dijeron que tuviste un hijo y creo que ese pequeño es mío. Ya sabes... nuestra nochecita alocada— Le recordó, guiñándole un ojo.

—¡Me violaste!— Le gritó, con lágrimas en abundancia saliendo de sus verdes ojos. —¡Abusaste de mi, maldito idiota! ¡Vete de mi casa!—

—Cálmate lindura. Yo no abuse de ti. No fue mi culpa que quisieras fingir que eras una santa cuando todos sabíamos que eras una maldita puta— Le dijo.

—Tu no sabes nada sobre mi— Contestó Betty, mirándolo con ese resentimiento y dolor en su mirada. —Lo único que supiste hacer fue hacerme creer que eras un hombre de verdad solo para aprovecharte. Me hiciste mucho daño maldito—

—Ya deja el drama Betty. ¿Si tanto daño te hice por que te quedaste con el niño? Vamos, se que ese niño que tienes es mío— Dijo Brett, tomando el rostro de la chica entre sus manos.

Betty se soltó de su agarre y le dio una cachetada con toda esa ira que se cargaba. —¡Te juro que si te le acercas a mi hijo será lo ultimo que harás en tu puta vida imbécil!—

Brett la agarró fuertemente de la cara, obligándola a mirarlo. —Ese mocoso es mío y si no fuera por mi, no lo tuvieras, perra—

—Betty, amor, ya conseguí...— Habló Jughead, con una pequeña bolsa en mano, la cual tiró al piso desde que vio lo que estaba pasando y separó a Brett de Betty, empujándolo. —¿Quien es éste y qué hace aquí? ¿Que querías hacerle a mi novia, imbécil?— Preguntó, mirándolo mal.

Brett soltó una risa y miró a Jughead de arriba a abajo. —¿Éste es tu novio ahora, Betty?—

—Déjalo en paz— Exigió Betty, aún temblando.

—Si, soy su novio. ¿Tu quien eres?— Le preguntó Jughead al rubio, mirándolo mal.

—No se si lo sabes amigo. Pero esta chica tiene un hijo que seguramente es mío— Aseguró Brett. —¿Donde está nuestro hijo, querida?— Miró a Betty.

Jughead lanzó un puñetazo en la cara del tipo, tirándolo al piso mientras Betty permanecía inmóvil, sin saber que hacer, temblando y llorando sin parar.

—¡Tocas a ese niño y eres hombre muerto!— Le gritó Jughead al rubio, dándole una patada.

—¡No Jug!— Gritó Betty, ya nerviosa.

—¡Joget!— Llamó Ethan al ojiazul desde la habitación, llorando. —Mi papi...— Sollozó.

Brett abrió los ojos como platos y miró al pelinegro. —¿Por qué diablos te dice papi a ti? ¿Es ese el niño? ¿Donde está? Necesito ver— Se puso de pie.

—¡Deja en paz a mi bebé!— Exigió Betty, enfrentando a Brett.

—No puedes quitarme el derecho de al menos conocer a esa criatura— Aseguró Brett, queriendo evitar a Betty para ir hacia el niño.

—¡Sobre mi cadáver vas a tocar a mi hijo!— Le gritó Jughead a Brett, soltando otro puñetazo en su cara.

"Su hijo". El momento estaba demasiado tenso como para que alguno de ellos dos le diera prioridad a esa palabra, pero Brett sí lo hizo.

—¿Tu hijo?— Preguntó Brett, divertido, poniéndose de pie y limpiándose la sangre que tenía en el labio. —Ese niño no tiene una gota de tu sangre. Tu no fuiste quien se la metió a esta...

—¡Cállate!— Exigió el pelinegro, agarrándolo de la camiseta y mirándolo con ira. —Vete o llamo a la policía—

Betty se fue corriendo hacia su hijo mientras los dos hombres permanecían ahí, en la sala, mirándose a los ojos con un odio increíble.

Brett se soltó del agarre de Jughead y salió del apartamento por la puerta principal, así como llegó.

Jughead tomó aire, cerrando la puerta principal con seguro para luego correr a la habitación en la que estaba Betty con el niño.

Y ella estaba ahí, sentada al borde de su cama con su pequeño en brazos, abrazado a ella, pero ella lloraba en silencio. Lloraba en silencio porque las viejas heridas del pasado se abrieron, haciéndolo más doloroso por enfrentarse directamente con el.

Jughead suspiró y se acercó a ellos, y en cuanto Ethan lo vio se lanzó a sus brazos.

Jughead lo tomó y lo abrazó, besando su cabeza, sintiéndose bien porque el niño ahora estaba seguro con ellos.

"Su hijo". No se arrepentía de eso que dijo anteriormente. No era su hijo, no tenía su sangre o ADN, pero así lo sentía el. Sentía la necesidad de cuidar y proteger a ese niño sobre todas las cosas.

—¿Estas bien, Betts?— Le preguntó Jughead, mirándola con preocupación.

Betty negó con la cabeza mientras lloraba y otra vez corrió al baño, para vomitar en el inodoro. Se sentía mal y lo de hace poco no había ayudado mucho.

Así, con Ethan en brazos, Jughead fue hasta el baño y la vio ahí y su corazón se quebró. —Betty, si no funciona lo que tengo en mente tendré que llevarte al hospital—









 —Betty, si no funciona lo que tengo en mente tendré que llevarte al hospital—

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Bastantes cosas para procesar 🤯





Samy ❤️

Un Tesoro Inesperado •Bughead• Donde viven las historias. Descúbrelo ahora