Unos dos meses después, Ethan ya estaba totalmente recuperado y volvió a ser el niño de antes, o quizá con un poco más de energía.
Betty y Jughead continuaron su relación, e incluso mejoró más, porque se volvieron aún más unidos.
Ellos dos junto al pequeño ya parecían una familia.
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Ésta tarde Jughead no tenía que dar clases en la universidad, y Betty tampoco tenía trabajo. Por eso el ojiazul se había quedado un buen rato en el apartamento de su novia, compartiendo con ella y con el niño, ambos jugando en el piso.
—¿Y éste vehículo? ¿Quien o quienes lo usan?— Le preguntó Jughead al niño, mostrándole un auto de juguete.
—Policía— Respondió, señalando el auto.
—Eso es. Eres un chico muy listo, amigo— Felicitó Jughead al niño, despeinando su abundante cabellera con una sonrisa. —¿Y éste?— Le mostró otro auto de juguete.
—Bombero— Respondió también, con una sonrisa.
—Eso es— Lo volvió a felicitar, tomándolo en sus brazos y subiéndolo a sus hombros.
Betty se dedicó a mirarlos en silencio. Amaba verlos jugar como si los dos tuvieran la misma edad o fueran dos niños por igual. Ella sentía esa conexión entre ellos dos.
—¿Por qué tan callada amor?— Le preguntó el pelinegro a la rubia, dejando al niño en el piso para acercarse a ella y depositar un dulce beso en sus labios.
—No es nada malo. Es que tu y Ethan... creo que de verdad tienen una conexión especial— Admitió Betty, con una sonrisa.
Jughead sonrió y la abrazó, y el pequeño también quiso unirse a aquel abrazo y eso hizo, en medio de los dos.
Cuando Ethan se fue a jugar al piso con sus autos de juguete, Betty y Jughead fueron a la cocina, y ahí se besaron, besos dulces y lentos.
—Jug...— Lo llamó, aún besándolo.
—¿Que pasa, hermosa?— Le preguntó, dejando unos últimos besos en sus labios para mirarla. —Te escucho—
—¿Qué harás mañana en la noche?— Le preguntó, acariciando su mejilla.
—Nada— Contestó. —Mañana es viernes y no tengo que dar clases. ¿Por qué?—
—Te lo pregunto porque mañana mi mamá se quedará con Ethan y pensaba que tal vez podríamos... hacer algo divertido, los dos— Dijo la ojiverde, acariciando el rostro de Jughead.
Jughead sonrió. —Claro que si. ¿Que se te ocurre?—
—No se, pero cualquier cosa está bien mientras yo esté contigo— Aseguró Betty, sonriéndole.
—¿Quieres que vallamos al bar? No se si las fiestas sean lo tuyo pero...
—Ya te lo dije. Cualquier cosa esta bien siempre y cuando esté contigo. Creo que me caerán bien unos tragos y bailar un poco— Admitió, encogiéndose de hombros.
Jughead soltó una pequeña risa y la abrazó, besando su cabeza, para luego ir hacia el niño y levantarlo.
—Cuando no estás te extraño enano— Le dijo Jughead al niño, abrazándolo y llenándole la cara de besos mientras éste reía.
Betty soltó una carcajada y Jughead la abrazó también a ella. Un abrazo de tres. Eran muy felices cuando estaban así, juntos.
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El viernes en la noche llegó bastante rápido, más de lo normal. A Betty siempre le costaba dejar a su hijo en manos de alguien más, aunque fuera su madre, y Jughead no toleraba ni unas pocas horas sin verlo.
El pelinegro llegó al apartamento de Betty, un poco nervioso, y tocó la puerta. La puerta se abrió de inmediato y lo que vio lo dejó casi babeando.
La rubia lucía un vestido rojo, corto y con escote en el pecho, su cabello suelto y su lápiz labial rojo intenso.
Jughead la miró de arriba a abajo con el corazón golpeando con fuerza su pecho y con un problema armándose entre sus pantalones, cosa por la que se regañó él mismo mentalmente.
—¿Por que no hablas?— Le preguntó Betty, extrañada. —¿Me veo mal?—
Jughead tragó saliva y la miró a los ojos, acercándose y posando una mano en su mejilla. —Lo siento. Es solo que te ves tan... rayos Betty. Eres hermosa— La besó.
Betty sonrió, besándolo cariñosamente y se separó, fijándose en el. Traía una camisa rosa que le quedaba espectacular, y sus fuertes y gruesos brazos como troncos sobresalían, haciendo que ella se mordiera el labio.
Jughead soltó una pequeña risa. —¿Que haces?—Preguntó.
Betty suspiró, tragándose las ganas de lanzársele encima a besos. —Nada. Es solo que... que tú también te ves bien—
Jughead sonrió y tomó su mano. —¿Nos vamos cariño?—
Betty asintió con una sonrisa traviesa y cerró la puerta del apartamento. Fue hasta el auto con el chico y ambos entraron, pero no esperaron a entrar bien a ese auto para lanzarse el uno al otro como animales, comiéndose.
Se besaron con un fuego, ganas y una lujuria que nunca antes habían mostrado. Sus lenguas parecían estar en una guerra sin piedad y sus cuerpos empezaron a calentarse.
Betty se subió a horcajadas sobre el, aún besándolo, y encima de la dura tela de los jeans sintió esa enorme erección que se había formado entre sus pantalones, convirtiéndose en una sensación excitante para ella.
Él no se conformaba con devorarle los labios. Por eso bajó sus terribles besos al cuello de Betty, devorándolo, chupando y succionando su suave piel que lo enloquecía.
Ella ya empezaba a jadear, y estaba ansiosa por sentirlo. Bajó una de sus manos al pantalón del ojiazul, desabrochó aquel botón y le bajó el cierre, sacando su gran miembro totalmente erecto.
—¿Tienes un condón?— Preguntó ella, apenas con aire, mirándolo y acariciando su rostro.
Jughead asintió y buscó en su bolsillo un condón. Betty lo tomó y fue quien se lo puso a él, y éste le bajó las bragas para así permitirle sentarse sobre el, sobre su miembro, logrando entrar en ella.
Entre descontrolados gemidos, ella saltaba sobre él mientras él la agarraba fuertemente de las caderas y guiaba sus movimientos, gimiendo al ritmo con ella, llegando a la cima.
Entre más saltos y gemidos, hicieron que los cristales del auto se empañaran, hasta que alcanzaron su orgasmo juntos.
Primero tenían que recuperar el aire, para luego mirarse a los ojos y darse un beso más calmado y dulce.
—Yo... yo... te amo, Betty Cooper— Admitió, mirándola.
—Jughead Jones...— Contestó Betty, acariciando su rostro mientras lo miraba. —También te amo—
🥺❤️ Eso fue ❤️👄❤️Me siento fatal 🥲🥲
Samy ❤️
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Un Tesoro Inesperado •Bughead•
FanfictionUn chico solitario y sin rumbo y una chica rota se conocen, y juntos encuentran su tesoro inesperado de una manera que no imaginaron.