TRECE

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Después de eso, pasaron unos dos días en los que Jughead no volvió a saber de Betty, y mucho menos de Ethan.

Ni un mensaje, ni una llamada, nada. Él prefirió darle su espacio, y pensó que tal vez metió la pata.

Pero le dolía demasiado. Le dolía la ausencia de Betty, y le dolía como a nada la ausencia de la energía, la ternura y las risas de ese niño. No de cualquier otro niño, si no de ese niño en particular.

Por esa razón se dedicó a tomar de los caros tragos que tenía guardados en un almacén, tirado en el piso, recostado sobre uno de los sofás de su innecesariamente enorme casa.

Sentía que otra vez se estaba hundiendo en su infinita y dolorosa soledad, consumiéndose en ella.

—Hola vago— Lo saludó Cheryl, abriendo la puerta principal y entrando a la casa. —Si, no toque la puerta, pero no me interesa...— Dejó de hablar y lo miró. —Jughead por Dios... ¿Qué pasó? Pareces un perro abandonado aquí tirado—

Jughead suspiró y la miró. —¿Necesitas algo?—

Cheryl asintió. —Si, de hecho si, necesito que dejes de tomar y me cuentes qué está pasando— Pidió, sentándose a su lado y quitándole la botella del Whisky caro que estaba tomando.

—No está pasando nada Cheryl— Negó, sin mirarla. —¿Me regresas la botella, por favor?—

—Claro que no— Negó Cheryl, alejando la botella de él. —Jug, esto no está bien. Ya habías dejado de tomar, ya no te ibas a fiestas absurdas y ya hasta habías dejado de usar a las mujeres. ¿Que pasó? ¿Ocurrió algo con Betty?—Preguntó.

Jughead suspiró. —Ya no importa, Cheryl. ¿Si? Siempre arruino las cosas de un modo u otro—

—Jughead— Lo llamó, en advertencia. —¿Que hiciste?—

—Yo no hice nada, te lo juro, o eso creo. Le dije que me gusta— Confesó.

Cheryl abrió los ojos como platos. —¡Lo sabía! ¡Sabía que te gustaba! Pero... ¿Cual es el problema?—

—Creo que la asuste con eso. Además... una chica con la que tuve sexo una vez... apareció y le dijo a Betty que tuviera cuidado porque yo iba a usarla como la usé a ella. Betty lo supo todo. Ahora sabe que soy un imbécil— Se lamentó, mirando la botella en mano de Cheryl. —Necesito un trago, Cheryl—

—Tu ya no vas a tomar más tragos— Aseguró Cheryl, bebiéndose la botella de whisky hasta el fondo, haciendo una mueca, para luego mirarlo. —Ahora no—

—¡Cheryl!— La regañó Jughead, mirándola mal. —¿Por qué hiciste eso? ¿Acaso no sabes que puedo buscar otra aquí en mi casa?—

—Pero no lo vas a hacer porque en este momento me vas a escuchar. Después de eso, seguramente Betty creyó que tú harías lo mismo con ella— Aseguró la pelirroja. —Tu deber es convencerla de que no quieres hacer eso con ella—

Jughead suspiró, mirándola. —¿Como lo hago? Soy nuevo en esto, Cher—

—Ella siente lo mismo... ¿Verdad?— Le preguntó Cheryl al ojiazul.

—En realidad no lo se. A veces las cosas se ponen raras entre nosotros y nos miramos y nos... nos besamos en una ocasión y lo sentí tan real...— Admitió Jughead, fascinado con ese recuerdo.

—¿Que? Se besaron...— Dijo Cheryl, fascinada.

—Si... pero creo que la asusté... no se. Ella me oculta algo Cheryl. Y parece que entra en pánico cuando le menciono algo de su pasado— Confesó, frustrado.

—Mira... las mujeres somos mucho más reservadas en esos casos. Además... recuerda que ella es madre de un niño pequeño y no sabes lo que ella pudo pasar por sacar a su hijo adelante. Se paciente y ella te contará todo en su momento. ¿Bien?— Propuso la pelirroja.

—Entiendo— Respondió Jughead, soltando un suspiro. —Veré que hago para recuperarla... recuperarlos a ambos—

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Betty estaba en su apartamento, sola. Su madre se había llevado al niño porque notó a su hija deprimida y pensó que sería bueno que saliera, pero eso no fue lo que ella hizo.

Si no que se quedó llorando, abrazada a sus piernas sobre el sofá de la sala de estar, con ese pensamiento de que todos los hombres son iguales.

Tocaron a su puerta, pero a ella no le interesaba abrirle a nadie.

—B– La llamó Verónica, aún tocando la puerta con insistencia. —Sé que estas ahí Betty. Ábreme la puerta en este momento—

—Voy— Contestó, con la voz rota, poniéndose de pie y limpiándose las lágrimas para ir a abrir la puerta. —Hola V— Saludó, sin muchos ánimos.

Verónica la miró y la abrazó. —Hay B... ¿Ahora qué pasó?— Se separó y la miró, esperando una respuesta. —¿Donde está Ethan?—

—Ethan está con mi mamá. Verónica... cuando finalmente pensé encontrar a un hombre diferente... resulta que es igual a todos los demás— Confesó Betty, rompiendo a llorar aún más.

—Oye oye, tranquila, ven— Le dijo la morocha, tomándola de la mano para ambas entrar al apartamento y sentarse en el sofá. —¿Qué fue lo que pasó?—

Betty se limpió las lágrimas, bajando la mirada. —Estaba con Jughead en el parque y el me dijo que yo le gusto—

Verónica abrió los ojos como platos, con una sonrisa. —¡Eso es genial!—

—No es todo. Una chica se acercó a nosotros y le reclamó a Jughead por jugar con ella. La usó y él confesó que sí juega con las mujeres—

—Ouh...— Respondió Verónica, bajando la mirada. —Entiendo... pero... ¿Sigue haciéndolo?—

Betty suspiró. —No... no lo se. Eso fue en el pasado—

—Escucha, B— Pidió Verónica, tomando su mano y mirándola. —Te amo porque eres mi mejor amiga. Y porque te amo te voy a decir que no creo que Jughead valla a hacer eso contigo. Él te quiere, Betty. Y me parece que tú solo tienes miedo de dejar que un hombre entre en tu vida por lo que pasó con...

—Verónica...— La interrumpió, negando con la cabeza, llorando.

—No Betty, escúchame. Tienes que superarlo. Jughead ha demostrado que tú y Ethan le importan más que a nada. Si no buscas ayuda y no superas ese trauma... vas a perderlo y no creo que quieras eso y tu hijo tampoco— Aseguró Verónica.










Viene reconciliación Bughead 😏

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Viene reconciliación Bughead 😏





Samy ❤️

Un Tesoro Inesperado •Bughead• Donde viven las historias. Descúbrelo ahora