—Betty— La llamó, tomando su rostro entre sus manos y mirándola fijamente. —Eres la mujer más hermosa y valiente que he conocido y yo no podría estar más orgulloso— Le sonrió.
Betty se limpió las lágrimas, mirándolo. —¿Entonces no te importa mi pasado?—
—Claro que no— Negó el ojiazul, acariciando su mejilla y mirándola a los ojos. —No fue tu culpa, Betts. Fuiste una víctima y fuiste muy valiente tomando la decisión de tener a Ethan. Pero... ¿Como hiciste para seguir adelante tú sola con un bebé?—
—Mamá— Respondió, con una sonrisa. —Mi mamá me ayudó y estuvo conmigo en todo momento. Mi papá falleció cuando yo tenía quince. Desde entonces fuimos mamá y yo y mi niño y yo vivimos con ella hasta que Ethan cumplió su primer año. Nos mudamos a este apartamento gracias a un trabajo que conseguí por internet y pude terminar la universidad. Trabajo creando ilustraciones para libros infantiles, por ahora—
—Eres muy valiente Betty. Saliste adelante tu sola con un niño pequeño y eso es increíble. Ethan es un gran niño, de verdad— Aseguró Jughead.
—Lo se, es el mejor y no me arrepiento nunca de haberlo tenido— Aseguró Betty, con una sonrisa. —Se que es producto de una... una...
—No lo digas, ya lo se— Dijo Jughead, posando una mano en su mejilla. —Eres increíble, Betty. Has pasado por mucho, pero supiste salir adelante y eso es lo importante. Eres la mejor madre que le pudo tocar a Ethan—
—No lo se, a veces pienso que no estoy haciendo un buen trabajo o que no puedo yo sola— Confesó, con la voz rota.
—Claro que estas haciendo un buen trabajo Betty. Solo piensa en lo feliz, sano y lleno de vida que esta tu hijo. Eso es gracias a ti. Estas manteniendo con vida a un pequeño ser humano y lo haces increíble. Lo que creo es que aún no superas tu pasado y necesitas... necesitas buscar ayuda— Aconsejó el ojiazul.
—No necesito que un extraño sepa todo sobre mi. No me gusta recordar eso— Se negó, rompiendo a llorar otra vez.
Jughead la abrazó y besó su mejilla. —Tienes que superar eso, bebé. No podrás seguir adelante si no superas eso. Esta bien buscar ayuda profesional de vez en cuando. Incluso yo podría acompañarte... si quieres— Propuso, separándose del abrazo y mirándola.
—¿De verdad harías eso?— Preguntó ella, mirándolo con los ojos llenos de lágrimas. —¿Por que?—
—Porque estoy absurda y completamente enamorado de ti, Betty Cooper— Confesó, acariciando su mejilla y detallando su rostro.
—Pero... ¿Por que de mi? ¿Entonces... no te importa el hecho de que ya tenga un hijo o el pasado que tuve?— Preguntó, mirándolo.
Jughead soltó una pequeña risa. —Betty, amo a ese pequeño más que a mi propia vida. No me gustan los niños, pero Ethan... Ethan es un niño increíble Betty. Nada me haría más feliz que tú me permitieras estar en su vida y en la tuya—
—Jug... tu... tu también me gustas— Confesó ella, sonrojada, bajando la mirada. —Me gustas desde hace un tiempo pero tenía miedo. Y cuando supe lo que solías hacer con las mujeres... me decepcionó mucho porque no tengo buena experiencia con hombres y... y me daba miedo que me lastimaran otra vez, o que lastimaran a mi hijo—
—Betty, primero muerto antes que hacerte daño a ti o al niño. Tu y Ethan son lo que más me importa. Siempre me sentí vacío y con ustedes siento que tengo el mayor tesoro de todos ahora— Aseguró. —Mi intención no es lastimarlos, Betty. Para nada. Y me alegra mucho que decidieras contarme. Créeme, lo necesitabas— Aseguró Jughead.
Betty asintió, mucho más calmada, e hizo algo que Jughead definitivamente no esperaba. Se lanzó a sus labios, atrapándolos en un beso lento y pacífico con ternura.
Claro que él no se iba a negar. Le correspondió, tomando su rostro entre sus manos y el beso se intensificó y se convirtió en un beso caliente e intenso, despertando sensaciones en los dos.
Cuando la falta de aire los obligó a separarse, se miraron directo a los ojos, totalmente perdidos en la mirada del otro.
Se volvieron a besar, como si lo único que quisieran fuera besarse, comerse y devorarse.
Pero ese beso estaba subiendo la temperatura, y los dos lo sabían muy bien. Jughead empezó a colocarse encima de Betty sin querer mientras aún se besaban, pero él se separó.
—Espera. ¿Qué estamos haciendo?— Preguntó Jughead, mirándola, con la respiración agitada.
—No lo se, pero no quisiera parar— Confesó la ojiverde, mirándolo.
Jughead suspiró. —Betty, no creo que estés preparada para que vallamos tan rápido—
Betty bajó la mirada hasta que su celular sonó con un mensaje, y cuando ella lo tomó del sofá y lo miró, era un mensaje de su mamá que la hizo sonreír.
—Es mamá. Dice que está en el parque con Ethan. ¿Quieres venir conmigo?— Propuso la rubia.
Jughead sonrió. —Mejor aún. ¿Y si te llevo?—
Ambos salieron del apartamento y entraron al auto del ojiazul, siendo él quien empezó a conducir.
En el camino se regalaron miradas que expresaban muchas cosas, pero lo que más compartían en ese momento era la emoción de reencontrarse con el pequeño Ethan.
Llegaron al parque y lo primero que vieron fue la figura de Alice, abrazando a su pequeño nieto.
Betty fue la primera en bajar del auto y correr al parque hacia su hijo. —¡Bebé!—
Ethan vio a su madre acercarse y corrió a ella, siendo atrapado entre sus brazos. —¡Mami!—
Betty abrazó a su hijo y miró a su madre. —Hola mamá—
—Hola linda. Veo que estás mejor— Admitió Alice, mirando a su hija, aliviada.
—Hola señora Smith— La saludó el ojiazul, acercándose.
—Hola Jughead. Qué gusto verte de nuevo— Respondió Alice, con una sonrisa.
Ethan vio a Jughead y sus ojos grandes y curiosos se abrieron, y corrió hacia el. —¡Joget! ¡Joget! ¡Joget!— Chilló, abrazándose a su pierna.
Jughead sonrió y sus ojos brillaron, tomando al niño en sus brazos y alzándolo. —También te extrañé campeón—
Alice y Betty se centraron en esa hermosa imagen. Jughead abrazaba al niño y el pequeño también lo abraza a él, y reían y jugaban.
Era la imagen perfecta de un padre y un hijo, aunque no lo fueran.
—¿Entonces ese muchacho ya es tu novio, Elizabeth?— Le preguntó Alice a su hija, poniéndose de pie.
—Aún no, pero vamos bien— Aseguró la ojiverde, con una sonrisa.
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