DIECIOCHO

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Betty lo miró, con los ojos cristalizados. —Yo... yo también creo que te amo, Juggie—

Jughead sonrió y ambos se acercaron lentamente hasta unir sus labios, lento, suave, cariñosamente. Pero la temperatura empezó a subir cuando ese beso se tornó rudo y salvaje.

Jughead posó una mano en el rostro de la chica mientras la besaba y ella tomó el rostro del ojiazul entre sus manos, aún entre el beso, profundizándolo e intensificándolo.

Se les escapó el aire entre ese maravilloso y mágico beso y se separaron, con sus respiraciones agitadas y con los ojos cerrados y sus frentes unidas.

Esto para besarse otra vez, con mas ganas e intensidad, sus respiraciones totalmente descontroladas y el calor creciendo dentro de ellos.

Ya estaban tan calientes que sin darse cuenta, Jughead se colocó encima de Betty mientras la besaba, y ella aún tenía el rostro del chico entre sus manos, con sus lenguas jugando entre ellas.

Jughead no tardó en darse cuenta de lo que estaba haciendo, y se separó, mirándola fijamente. La deseaba, pero tampoco quería aprovecharse.

—¿Por qué nos detenemos?— Preguntó Betty, mirándolo a los ojos y acariciando su rostro, aún debajo de él.

—Lo que estamos haciendo no está bien— Respondió Jughead, alejándose de ella, sentándose al otro extremo del sofá.

—No estábamos haciendo nada malo— Negó Betty, sentándose en el sofá y mirándolo con confusión.

Jughead aclaró su garganta y bajó la mirada. —Solo... solo pienso que voy demasiado rápido contigo y no quiero incomodarte—

—Pero no me incomodas— Aseguró Betty, acariciando su mejilla. —Me siento segura contigo, me siento bien contigo y si quieres tener algo serio conmigo, está bien. Sobre todo por cómo te llevas con mi niño—

Jughead sonrió. —Daria hasta mi vida por ese niño si fuera necesario. Pero... no quiero arruinarlo Betty— La miró. —Pasaste por algo muy difícil y no quisiera... solo pienso que aún es muy pronto para ciertas cosas entre nosotros. ¿Entiendes?—

Betty lo miró, con los ojos cristalizados. —Pensé que querías estar conmigo—

—Pero sí quiero amor— Aseguró Jughead, posando una mano en su mejilla. —Pero llevas solo una semana y no creo que estés...

Ella lo interrumpió con otro beso, y para la mala suerte de Jughead esa era una debilidad. Le era casi imposible resistirse a uno de sus besos.

Ese beso estuvo más caliente e intenso que los anteriores, y ella terminó sentándose a horcajadas encima de él sin darse cuenta, porque solo se estaban dejando llevar de la pasión.

Él quería, y ella también. Eso ambos lo sabían.

Cuando el ojiazul bajó sus besos al cuello de la rubia, haciéndola jadear, se separó y la miró, acariciando su rostro.

—Betty, si vamos a hacer esto... por favor, si en algún momento te sientes incómoda o no quieres que siga, solo avísame. ¿Si? Voy a detenerme de inmediato— Avisó.

Betty asintió y bajó la mirada, sonrojada. —Hay algo que debes saber—

—Te escucho— Contestó el pelinegro.

—Yo... espero que no tengas expectativas muy altas. No tengo mucha experiencia y mi cuerpo cambió cuando tuve a Ethan y...

—Detente— Le pidió Jughead, colocando un dedo sobre sus labios. —Si es contigo, estoy seguro de que será increíble. Eres hermosa tal y como eres. Además... ya te he visto desnuda y te juro que tienes un cuerpo perfecto—

Un Tesoro Inesperado •Bughead• Donde viven las historias. Descúbrelo ahora