TREINTA Y OCHO

264 30 29
                                    

Betty negó con la cabeza, sonriendo y tomó aire. —Bueno... entonces aquí voy y no te rías por favor...— Pidió, aclarando su garganta.

—¿Por que tendría que reírme, mi vida?— Preguntó Jughead, tomando ambas manos de su novia y mirándola fijamente. —Vamos, dime lo que me vas a decir—

Betty tomó aire, mirándolo fijamente. —Jug... yo... hace unos tres años aproximadamente... pensé que mi vida ya estaba arruinada cuando abusaron de mi y... y tener a mi hijo era lo único que me daba fuerzas para seguir adelante y también el apoyo de mi mamá. Te conocí a ti, aunque mi hijo te conoció primero— Admitió, divertida. —Desde el inicio supe que eres un buen hombre y desde entonces lo único que has hecho ha sido cuidar de mi y de Ethan sin ningún compromiso, solo porque te importamos. Te dejé estar en nuestras vidas porque has sido el padre que mi hijo nunca tuvo, has demostrado que de verdad nos quieres y ahora tenemos a una hermosa princesita. Te amo Jug. Por favor no te vallas de nuestras vidas nunca—

Jughead sonrió, con los ojos cristalizados, y dejó un dulce y pequeño beso sobre sus labios. —Jamás me iré de sus vidas Betty. Por eso quiero hacerte una propuesta esta noche—

—¿Cual propuesta? ¿Que me quieres decir esta noche?— Preguntó ella, mirándolo.

Jughead tomó aire, apretando levemente las manos de su novia mientras la miraba fijamente. —Betty, tú y esos hermosos niños nuestros cambiaron por completo mi vida. No tienes idea de lo solo que me sentía cuando llegaba a esa gran y solitaria casa. Me iba a fiestas y me acostaba con chicas para ver si ese hueco se tapaba, pero no funcionaba. Conocí primero a Ethan y desde el primer día vi algo en ese niño. Lo que no sabía es que acababa de conocer a mi hijo— Admitió, con una sonrisa. —Betty, desde que te vi supe que no ibas a ser pasajera en mi vida. Me enamoré de ti y de ese increíble niño. Se que no tiene ni una gota de mi sangre, pero él es mío porque así lo siento y porque estoy dispuesto a lo que sea por el. Pero... te agradezco a ti por darme la oportunidad de ser su papá y por darme una razón más para vivir cuando me diste también a una hija. Te amo tanto que las estrellas del cielo no serían suficientes—

Betty sonrió, con las lágrimas bajando por sus mejillas de la inmensa felicidad que sentía y se abrazaron por encima de esa mesa.

Jughead se separó y la miró, un poco nervioso. —Te amo y por eso quiero preguntarte algo esta noche—

—Adelante— Autorizó la rubia, emocionada, limpiándose las lágrimas.

—Mira lo que hay detrás de ti— Pidió el pelinegro.

Betty se giró a mirar detrás de ella y vio un globo enorme que decía "¿Te casarías conmigo?".

No lo podía creer. Cuando volvió a mirar a su novio, éste tenía una pequeña caja en mano, abierta, dejando ver un hermoso y reluciente anillo que hizo que el corazón de la rubia golpeara con fuerza su pecho.

—Cásate conmigo y hazme el hombre y el padre más feliz del mundo mi amor— Pidió Jughead, con los ojos cristalizados.

Betty asintió, rompiendo a llorar de la felicidad, y se pusieron de pie para entonces abrazarse y darse un tierno beso, recibiendo aplausos de las personas que también estaban en esa heladería y presenciaron tan importante y bello momento.

Ellos salieron de ahí y entraron al auto para volver a comerse entre sí, a devorarse las bocas en un beso feroz.

El fuego empezaba a avivarse otra vez entre los dos, y cuando se quedaron sin aire se detuvieron para mirarse a los ojos con una sonrisa.

—¿Y ahora que?— Preguntó Betty, con la respiración agitada.

—Podemos ir a casa. No se me ocurre nada más. Hay tantas cosas que quiero hacerte ahora, prometida— Confesó, acariciando las piernas de Betty mientras la miraba a los ojos.

—Me gusta eso, casi esposo. Vámonos a casa— Pidió la ojiverde, acariciando la mejilla del chico.

Él sonrió con picardía y encendió el auto, empezando a conducir a casa. El camino se hizo más largo de lo normal por las ganas inmensas de llegar a casa que tenían.

Apenas llegaron a la casa, Jughead estacionó el auto, bajaron y cuando entraron a su hogar, subieron a la habitación, cerraron la puerta y el ojiazul se abalanzó sobre la chica, ambos pegándose en la pared, comiéndose.

Betty enredó sus piernas alrededor de la cintura del pelinegro mientras ambos se besaban como si fueran dos adolescentes otra vez, incrementando el fuego en su interior y el deseo el uno por el otro.

Él le quitó el vestido por encima de los hombros y ella empezó a quitarle a él la camisa lentamente, ambos mirándose.

Jughead la tomó y la tiró a la cama, colocándose encima de ella para atacar su cuello, haciéndola estremecerse una vez más.

Caricias, besos y roces... calor cuerpo a cuerpo. Él le quitó el sostén para entretenerse con los pechos de Betty mientras ella disfrutaba la sensación de sus labios sobre cada parte de su piel.

Jughead bajó sus besos un poco más hasta llegar a su abdomen, pero esas bragas estorbaban un poco. Él las quitó, casi arranchándoselas, para entonces perderse todavía más en su piel y hundirse.

Luego fue ella quien desabrochó el pantalón del ojiazul y él terminó de quitárselo con todo y ropa interior para entonces enterrarse en ella, deslizándose con cuidado para entonces ir aumentando la velocidad.

Juntos hacían temblar la cama y llenaban la habitación de sus gemidos, empezando a subir juntos a la cima del placer.

Allá llegaron juntos, corriéndose y cayendo uno encima del otro en la cama, dándose un último beso profundo pero sencillo, sonriéndose.

—¿Ya te dije que tienes los ojitos más lindos del mundo?— Le preguntó Jughead a Betty, besando su frente. —Te amo, hermosa—

Betty se abrazó a él, cerrando los ojos con una sonrisa. —Te amo—










Y ahora boda Bughead 😍❤️ esto se está por terminar 👀

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Y ahora boda Bughead 😍❤️ esto se está por terminar 👀



Samy ❤️

Un Tesoro Inesperado •Bughead• Donde viven las historias. Descúbrelo ahora