Parte sin título 31

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Respire profundamente intentando tranquilizarme, pero fue inútil pues mis lágrimas comenzaron a salir, caí rendida en mi silla, llorando como un niño y maldiciéndome por ser tan estúpida, porque siempre terminaba haciendo las cosas mal, siempre terminaba hiriendo a Olivia y me odiaba tanto por eso, porque yo la amaba tanto, porque nunca la deje de amar, porque desde que la conocía mi vida cambio, porque inesperadamente me enamore como nunca en mi vida y no había podido amar a alguien como a ella, ni siquiera al hombre con el que estaba a punto de casarme y yo no hacía más que lastimarla.

Me estaba volviendo loca por no saber qué hacer, pues había reaparecido en mi vida y ahora más que nunca cada día dudaba de mi compromiso.

Después de haberme calmado y dispuesta a buscarla para hablar con ella, recibí una llamada de mi jefe que con urgencia pedía verme, así que tuve que salir de inmediato hacia el lugar donde me había citado.

Después de haberme reunido con el director volví al instituto, entre a mi oficina y mi corazón se detuvo al ver que las cosas de Olivia ya no estaban en aquel lugar donde solía trabajar, se había llevado sus papeles, carpetas, computadora y absolutamente todo.

Intenté buscarla, pero los profesores me dijeron que ya hace algunas horas que se había ido, llame a su celular, pero estaba apagado, le dejé un mensaje "¿puedo hablar contigo?" esperando a que respondiera, pero las horas pasaron y ella nunca lo hizo.

Casi a la media noches recibí un mensaje, tomé mi celular y lo abrí.

Olivia: claro, si gusta puedo pasar mañana por su oficina.

Licia: vale. Te veo mañana. Descansa.


Olivia: igual.

Miré el pequeño chat por un largo rato hasta que me quedé dormida.

-OLIVIA-

Estaba centrada en un banquillo junto a Rebeca, hablábamos sobre trivialidades, vi a Lucia pasar junto a nosotras sin siquiera dirigirnos la palabra lo cual me pareció extraño, de inmediato corte la conversación con Rebeca y fui tras Lucia, entre a su oficina y le di los buenos días, le pregunté sobre el cómo estaba, ella respondió cortante, lo cual me hizo confirmar que algo iba mal así que insistí un poco y fue el peor error porque Lucia me dijo una serie de cosas que me hicieron sentir un tanto mal sin embargo, ninguna de esas palabras me dolió tanto como cuando mi vista cayó en su mano izquierda, en la cual pude ver un anillo que parecía ser de matrimonio, lo observé fijamente mientras ese mismo sentimiento que tuve cuando ella me dejó volvió a invadirme.

¿Como nunca antes se lo había visto?


Cuando ella noto mi mirada intento ocultar su mano, sentía que rompería en llanto, así que antes de que ella pudiera decirme algo yo salí de ahí, camine hacia la biblioteca, tome asiento en una de las mesas más escondidas del lugar. A toda costa intenté contener las lágrimas, no podía ponerme a llorar ahí. Tome aire e intenté tranquilizarme y entonces comience a regañarme internamente.


¡Maldición! No entiendo cómo es que esa mujer me gusta tanto, por qué diablos no puede gustarme alguien más y ya, habiendo tantas mujeres a mi alrededor y sin embargo siempre me duermo y me despierto pensando en ella, y dios, que mala suerte la mía porque ahora resulta que está casada, ¿en qué momento habrá conocido a su esposo? ¿En qué momento se enamoró de él?

Ella ya ha formado una familia y seguramente es feliz, seguramente ama a su esposo, seguramente todos los días llega después de trabajar y a la hora de dormir ella sonríe porque su esposo está a su lado, por qué su esposo la hace feliz y yo, yo no logré encontrar a alguien que ocupará su lugar, no logré sacarla de mi mente.

Decide esperar unas horas para sacar mis cosas de su oficina, mientras tanto ya había analizado que lo que me estaba sucediendo era solo responsabilidad mía, a final de cuentas el hecho de que yo siguiera enamorada de Lucia no significaba que ella también debía de estarlo de mí. Me hice a la idea de que aún faltaba tiempo para que termináramos nuestro programa de capacitación así que, por mi bien, era mejor que intentará alejarme de Lucia, tenía que ser profesional y entender que tendrá que seguirla viendo y hablando con ella, solo que está ves la trataría como a cualquiera de mis otros clientes.

Saque mis cosas y las metí en el auto, llegué a casa y me puse a organizar todos los documentos que había traído para solo llevarme los que utilizaría día con día y seguir trabajando, pero está vez en la biblioteca.

Mientras hacía eso recibir un mensaje de Lucia, decidí no abrirlo porque de hacerlo está vez no podría contener mis lágrimas y lloraría todo el día, resolví algunos pendientes he hice algunas llamadas, todo con la finalidad de mantener mi mente ocupada, cuando por fin termine decidí ver su mensaje y responder.

Lucia quería hablar conmigo y era muy consciente de que posiblemente ella intentaría disculparse y yo temía volver a ceder ante ella, ante sus ojos, ante sus labios, ante sus palabras. Sabía que sería difícil, pero también sabía que si seguía así la única que terminaría mal en todo esto era yo, la única que saldría perdiendo era yo y nadie más y también sabía que ya no quería volver a esos días grises en dónde no sentía tener una motivación para seguir con mi vida, esos días en los que lloraba por horas, quería evitarlo y aunque me dolía el simple hecho de pensarlo sabía lo que tenía que hacer.


Al día siguiente llegué a su oficina y mis pies temblaban, mis manos me hormigueaban y mi corazón se aceleró y sentí ganas de llorar al percibirla tan linda, con su falda negra ceñida al cuerpo, su camisa de manga larga y blanca, perfectamente planchada y que ella solía arremangar hasta los codos.

Olivia: buenos días.

Los ojos de LuciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora