Parte sin título 8

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Lucia: oh, bueno he gracias, es muy halagador que piense así, pero creo que no es correcto que me diga eses tipo de cosas.

Olivia: oh si claro, perdón, lo lamento, en verdad lo siento.

Lucia: está bien no se preocupe, es solo que no quiero que usted se confunda. ¿Si me entiende?

Olivia: ¿Qué me confunda? ¿De qué habla?

Lucia: pues nada, es solo que al parecer a usted le gustan las chicas, y está bien yo no tengo ningún problema con eso, pero a mí no me gustan las mujeres y no quisiera que usted se hiciera ideas extrañas.

Olivia: ¿ideas extrañas? Ja, ¿pero de qué habla?, es cierto, me gustan las mujeres, pero le voy a dejar una cosa en claro, así como a usted no le gustan todos los hombres a mí tampoco me gustan todas las mujeres. ¿Acaso cree que por decirle algo lindo eso quiere decir que me gusta? Si es así me temo que está bien equivocada, que lastima me da que piense así, creí que era un poco diferente. Ah y sabe que, no solo me tomare el día de mañana me tomare todo el resto de los días que faltan para terminar mi castigo, y no me importa si me suspende o me expulsa, no volveré a acercarme a usted así ya no tendrá que preocuparse por tenerme cerca.

Lucia:

Escuchar a Olivia decirme todo eso me causo una sensación extraña, comencé a sentir pequeños piquetitos en el estómago que iban ascendiendo hasta mi pecho y que no pude controlar, y es que nadie me había dicho algo tan lindo, pero tenía que dejarle claro que a mí no me gustaban las mujeres, así que se lo dije; en cuanto termine de decirlo ella hizo una cara de sorpresa y molestia, después me dijo cosas que me hicieron arrepentirme al instante de haber dicho lo que dije, me sentía realmente avergonzada, ella tenía razón, la que se estaba haciendo ideas estúpidas era yo, y ahora ella se quedaría con esa mala impresión de mí

Olivia:

Sentí tantas cosas en ese momento, vergüenza, decepción, coraje, todas esas emociones me invadieron haciendo que al salir de su oficina cerrara la puerta con demasiada fuerza provocando que se azotara. Lo cierto es que jamás le había dicho a nadie ese tipo de cosas y me arrepentía profundamente de habérselas dicho a ella.

Los ojos de LuciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora