La empresa que trabajo se dedica a la publicidad, tenemos varios clientes y, por ende, varios equipos, yo dirijo un equipo, solo somos 4 novatos, pero hemos aprendido a manejar las cosas. Carol tiende a tener una actitud explosiva, Julio es alguien tímido y asustadizo, mientras que Nidia, ella solo existe, no hace ni ruido ni entorpece el trabajo.
—¡¿Dónde has estado, Almendra?!- pregunto Julio. —Estábamos tan preocupados, tuve que hablar con el Lic. Edwin para que fuera por ti, como vives sola pensé que algo te había pasado.
—No puedo creer que lo logramos, pero terminamos la presentación solos nosotros tres, necesitábamos instrucciones tuyas, Almendra, pero creo que hicimos un buen trabajo. ¡Pero no nos vuelvas a hacer esto! Eres la líder, tienes que guiarnos, hasta responsable— Carol me dijo llevando sus manos a las caderas.
Nidia simplemente me estiro una galleta, que tome gustosamente. Me acerque a la computadora de Julio en donde teníamos una presentación con opciones de logotipos y planificaciones con sus cronogramas para llevar a cabo comerciales y más.
Todo estaba bien hecho y estaba seguro de que le gustaría al cliente.
No quiero alardear, pero tengo que hacerlo, soy bueno en mi trabajo. Tanto como Almendra como Ophir, no cambia mi forma de ser, mi seriedad, mis pocas palabras, mi sensates, mi muestra de respeto, mi eficacia y mi eficiencia. Había estudiado mercadotecnia y era una publicista con un equipo desastroso pero que sabia mantener controlado. Cuando estuve en el ejército, la mayoría de mis soldados eran jóvenes caóticos y asistidos que pude motivar. Llegar con mi equipo y que ellos me hablaran de los avances que tuvieron en mi ausencia me recordó a mis soldados, cuando estuve mucho tiempo en la soledad del Páramo. Aquello me alegro un poco, saber que Ophir y Almendra tenían cosas en común; el problema era que no podía sentirme feliz cuando al ver la pantalla negra del monitor donde se reflejaba aquel rostro femenino que tenía.
Mi jefe se había esforzado mucho, me había prestado un traje formal que me quedaba algo holgado, no mucho, pero si lo suficiente, aun se notaba que era una mujer, sobre todo por la manera en la que la camisa se colgaba sobre mi pecho. Mi cabello largo había sido atado en una desordenada coleta alta que dejo unos mechones de cabello sueltos en mi frente. Y no llevaba maquillaje, ni siquiera para cubrir mis tatuajes, no podía evitar sentirme incomodo ante la fija mirada de Nidia en los dibujos de mis brazos. Estire la manga para cubrir los dibujos y Nidia desvió la mirada, concentrada en beber de su jugo.
—Almendra, deberíamos cambiar algo, siento que aun podía ser mejor.
El calor de la oficina me hizo volver a arremangar la camisa. Nidia volvió a ver mis tatuajes. También se fijo en los que había en mi cuello.
—¡Estas loco! Falta poco para que venga el cliente, no podemos cambiar nada. Almendra hazlo entrar en razón.
¿Por qué tenia que tener una figura tan delgada? Estoy seguro de que ni, aunque lo intentara podría verme como un hombre.
—¡Almendra!
¿Y si me vedo el pecho? Seria una mejora.
—¡Almendra!
A Vivian le seguiré gustando en este cuerpo, ¿o me dejaría?
—¡Almendra!
¡Almendra! ¡Almendra! ¡Almendra! ¡Almendra! ¡Almendra! ¡Almendra! ¡Almendra! ¡Almendra! ¡Almendra! ¡Almendra! ¡Almendra! ¡Almendra! ¡Almendra! ¡Almendra! ¡Almendra! ¡Almendra! ¡Almendra! ¡Almendra! ¡Almendra! ¡Almendra! ¡Almendra! ¡Almendra! ¡Almendra! ¡Almendra! ¡Almendra! ¡Almendra! ¡Almendra! ¡Almendra! ¡Almendra! ¡Almendra! ¡Almendra! ¡Almendra! ¡Almendra! ¡Almendra! ¡Almendra! ¡Almendra!
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Mi Nombre es Ophir (CT).
ФэнтезиAlmendra ha sido una gran fanática de libros de transmigración durante años, cuando fue su turno para entrar al fantástico mundo de un libro que recién termino, no desperdicio su oportunidad siendo participe de muchas aventuras y amoríos, llevando e...