Capítulo 17. Amigos.

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Si alguien pregunta, diré fui una persona productiva, estuve trabajando en proyectos propios y me cultivé; si, el resto de mis días de incapacidad definitivamente fueron llenos de descanso y recuperación. Definitivamente no estuve encerrado en mi habitación, ahogándome en mi miseria y llorando como si no hubiera mañana. Es obvio que no estuve en el regazo de Esther por horas llorando por mi padre, no dije cosas como "¿Por qué las cosas no pudieron ser así desde un principio?". Si alguien me pregunta diré que no me afecto que mi padre accedió a mi cambio de nombre, diré que no necesitaba que mi padre aceptara las acciones que estaba eligiendo. Cuando me cuestionen al respecto diré que no necesito de mi padre y en definitiva no diré que me aferre a mi jefe. Nadie se enterará que Esther y mi jefe nos encontraron a Druna y mi en el baño de mi casa vomitando tras ingerir excesivas cantidades de alcohol. Nadie sabrá que me escape un día para ir a esconderme de todo. Nadie sabrá nada de lo que hago, pienso y siento. Porque eso estaría bien si estuviera en la adolescencia, pero ahora tengo 26 años. Soy un adulto y tengo cuentas que pagar.

—lunes, jueves y sábado estaré aquí para ti, te preparare desayuno o si prefieres por las tardes iremos a comer fuera. Tienes mi número de teléfono así que me puedes marcar a la hora que quieras. ¿Recuerdas los ejercicios de respiración?

Asentí, Esther me había estado persiguiendo toda la mañana, mientras me preparaba para ir a trabajar, ella se encargó de hacerme desayuno y preparo algo de fruta para que sobrellevara el turno de trabajo.

—Recuerda que iremos al nutriólogo mañana así que iré a por ti después del trabajo, quiero que tomes mucha agua y nada de alcohol hasta entonces. No es que este mal que bebas, pero...

—Tengo que controlarme.

—Qué bueno que lo recuerdas—dijo Esther mientras me acomodaba el cuello de mi camisa.

—Estaré bien, viví sin ustedes 3 años y mírame— sonreí al momento de señalarme.

Esther tuvo que pasar su mano por su frente para intentar estirar las líneas de expresión.

—Quiero que me mandes mensajes todo el día, me mandas foto cuando comas, cuando salgas del trabajo, si Samuel se acerca a ti.

—No pasara, Carol no lo dejara.

—Dime que no te alejaras de ella— me pidió Esther.

—Doc.—le hable con una sonrisa, y tome sus hombros. —Estaré bien.

Esther no estaba segura de esto, así que me envolvió en un abrazo. —Se que estarás bien, pero no puedo evitar querer cuidarte, eres un niño pequeño al que quiero mimar. ¡Dios! Solo te conozco desde hace dos semanas y ya siento como si fueras mi bebe.

Rei, pero sentí como Esther se tensó en el abrazo.

—Pórtate bien y trabaja duro— dijo alejándose de mi para tomar a Coraje en sus brazos, luego se giró a verme. —¡Pero no te sobre esfuerces! Descansa, recuerda ir a la farmacia a comprar la melatonina, aférrate a la rutina de sueño, te hará bien.

—Esther, vas a llegar tarde a tus citas, vete— dijo mi jefe mientras entraba en la casa. Le entrego las llaves de su auto y se despidieron. Mi jefe también volvería a su casa y al mirar a mi alrededor era raro no ver sus maletas.

—¿Qué tal si te quedas con Coraje? —pregunto mi jefe al verme tan perdido.

Alce la vista. —Jamás podría, Joana...

—Ella entenderá, además puede visitarlo, ¿verdad?

Esther acaricio la cabeza del perro. —Si, Ophir, quédate a Coraje, es una compañía excelente.

Mi Nombre es Ophir (CT).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora