Capítulo 31. Insultos.

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La transmigración, el hecho de que el alma cambie de un cuerpo a otro, es algo que duele, pero nadie sabia que hacerlo en repetidas ocasión en un mismo día podía provocar un infarto.

Así que, si, estaba atravesando mi segundo infarto del día, en un hospital y ni siquiera era consciente de que estaba pasando, sentía un dolor espantoso en todo mi cuerpo, luego golpes, luego todo se volvió negro.

Termine en cama bajo estricta vigilancia medica por días, semanas. Aunque no estoy seguro de cuanto tiempo fue, pase la mayor parte del tiempo dormida. Las visitas eran regularmente de mi jefe, Carol y Kosj; Esther no se aparto de mi lado e hizo un escandalo cuando lo intentaban. Todo mi tiempo en cama me dio mas tiempo para pensar en lo que había pasado mientras estaba dormido, mi tiempo con Ophir y Almendra, era extraño, en mi mente mantenía las memorias de los dos y a veces llegaba a mezclar las memorias, tuve que obligarme a hacer una línea del tiempo en mi mente para entender todo lo que paso, aquello me dio un dolor de cabeza que solo empeoro cuando empezó a salir el sol, la habitación era demasiado luminosa.

Mientras dormía, o fingía estarlo, escuche a mi padre decir que cubriría los gastos del hospital y que quería hablar conmigo, Esther dijo que preguntaría cuando estuviera despierto; la pregunta nunca llego, ella dedico ese día a llenarme de mimos, hacerme masajes en mi cabello y a distraerme.

No permití que Joana me viera, pero me llamo al menos una vez por día y me contaba como le había ido. Me decía que su mamá había accedido a tener a Coraje en casa mientras yo me recuperaba y que ya tenia muchas ganas de verme, decía que ya había terminado sus cursos de verano y ya podía descansar el resto de sus vacaciones, pero que no tenía muchos ánimos de hacer mucho. también mostro su entusiasmo en comprar videojuegos para que jugáramos juntas, dijo que tendrá mucho cuidado de no lastimarme y lloro. Me partió el corazón escuchar a la pequeña sollozar, escuche como su madre la consola, pero Joana no soltó el teléfono, diciendo que debía tener mas cuidado, que tenia que volver a casa para ayudarla con su tarea, también tenia que ir a escucharla cantar. Yo hice muchas promesas ese día, no pensaba romperlas.

Mi jefe estaba furioso, no había día que no me regañara por lo que paso, también lo vi llorar. El pensaba que estaba dormido, lo vi recargar su frente en la orilla de la cama y temblar en silencio.

—Niño tonto— escuche su voz quebrada.

No acepte mas visitas, ni llamadas, su fuente tenía con ver el rostro angustiado de Esther.

—No tengo ni un mes de conocerte y mira todos los problemas que me has hecho pasar— dijo mientras se comía mi gelatina y lloraba. —¡Tienes que parar! Porque... porque... no se cuanto pueda soportar mi corazón.

Mi jefe me dijo que cuando estaba pasando por ambos infartos, pedía la presencia de mi madre, él quería traerla de inmediato, pero Esther no lo permitió.

—Perdóneme, jefe— le dije ya sintiendo mi rostro arder en vergüenza. —Creo que me he adueñado a Esther, yo... quería a ella, quería que Esther me estuviera acompañando, no mi madre.

Mi jefe se carcajeo por eso y dijo que ahora era parte de la familia Palacios.

—Somos una familia rota, muy rota, pero estamos juntos. Así que ten por seguro que vamos a cuidarnos unos a los otros.

Mi estadía en el hospital no fue mas que aburrida, jugando, recibiendo indicaciones médicas. Me sentí como una muñeca de trapo bajo el mando de las enfermeras y una de porcelana en los brazos de Esther. Llego a ser divertido ver a los doctores frustrados porque no entendían lo que provoco mis infartos. Esther mostro sus habilidades actorales fingiendo no saber nada sobre lo que le explico Sigma.

Mi Nombre es Ophir (CT).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora