La noticia me cayo como un balde de agua helada.
Tsarech y Vic discutían frente al asador sobre cómo preparar la carne correctamente. Selina, Carol, Andrés y Nidia jugaban con Coraje a arrojarle una pelota y mi jefe había ido por cerveza. Esther y yo les estábamos intentando arrebatar el control de la comida a los orgullosos hombres cuando escuche el timbre de mi teléfono, Joana me lo llevo con una cara que claramente expresaba: "no lo dejes en cualquier lado".
Contesté sin presiones, pensando que seria una llamada cualquiera, ni siquiera vi quien era quien marcaba. Me lleve el teléfono al oído y deje caer mi cigarro al suelo para pisarlo.
—Diga— respondí.
—Almendra... quiero decir, Ophir. Yo... ¿estas ocupada? —era Samanta y su voz temblaba.
Esther me miro curiosa y alce la mano para pedir que me esperara. De inmediato entre a casa. —No, ¿paso algo?
Un sollozo se escucho en el teléfono. —Si, yo... Alme... Ophir— su voz se quebraba por el llanto.
—Samanta, respira— dije mientras llevaba mi mano al cuello. —Inhala... exhala...
—Ophir, ¿Dónde están bocadillos de Coraje? —pregunto Joana, asomando su cabeza por la puerta.
Estire mi mano para tomar los bocadillos sobre el refrigerador, repitiendo los ejercicios de respiración, le entregue la bolsa a Joana y acaricie su cabello.
—¿Está bien? —pregunto Joana, sus cejas se fruncieron.
Asentí, pero Joana no se movió, se aferro a mi costado, de seguro asustada de que fuera corriendo a ayudar.
Samanta se calmo un poco. —Lo siento.
—No hay necesidad de disculpas— respondí con tranquilidad.
Un nuevo sollozo llego a mis oídos. —Mamá me pidió que te llamara, ella quiere que invitarte al funeral de Samuel.
Mis piernas temblaron y Joana se aferro mas a mi costado, enterrando sus dedos en la tela de mi ropa. Samanta empezó a darme la dirección de la funeraria donde estaban velando a su hermano, me tuve que deslizar por la cocina con Joana aferrada aun a mi costado para tomar un papel y una pluma para tomar nota.
—Pasado mañana va a ser la misa y el entierro, mamá espera que vayas... tus padres dijeron que iban a estar presentes, así que si te sientes mas cómoda con tu psicóloga o el resto de tus nuevos amigos... eres libre de ir.
—Gracias...— susurre, no muy seguro de cómo debía actuar. —¿Hay algo que pueda hacer para...?
—Ophir. No puedes hacer nada, solo ven a ver a mamá.
Asentí, luego me sentí estúpido porque Samanta no me veía. —Si, está bien, iré.
—Gracias.
Colgué. Joana se aferró con más fuerza, mirándome en silencio.
—Ve con tu tía, Joana, necesito estar solo un momento.
Joana dudo, pero se separó y salió con la bolsa de bocadillos en mano.
La verdad es que me gustaría decir que me dolió, que lamentaba la perdida de Samuel, pero admitirlo en voz alta seria hipócrita de mi parte. En mis hombros estaba el peso de la culpa, yo ya había matado a Samuel una vez. Hoy respire, me borre cada signo de mi rostro y volví a salir. Me divertí con mi nueva familia. Fingiendo que nada había cambiado. Selina me entrego a su hija para que la cargara y estuve jugando tanto como ella como con Joana.
A la tarde del día siguiente, tanto yo como Esther salimos de casa juntas. Ambas con ropa negra y esperando poder regresar rápido. No tenía muchos ánimos de quedarme demasiado tiempo. El lugar, el cual, pensé que estaría lleno de personas, solo tenia unos pocos familiares; Samuel siempre se jacto de tener muchos amigos, pero aquí no veo a uno solo, esperaba ser invisible tras de Esther, pero ella era muy baja de estatura como para cubrirme, Samanta me vio de inmediato. Ella estaba igual de sola.
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Mi Nombre es Ophir (CT).
ФэнтезиAlmendra ha sido una gran fanática de libros de transmigración durante años, cuando fue su turno para entrar al fantástico mundo de un libro que recién termino, no desperdicio su oportunidad siendo participe de muchas aventuras y amoríos, llevando e...