Capítulo 19. Ridículo y poco digno.

11 1 12
                                    

Otro mundo.

Poco después de mi transmigración, cuando aún no entendía del todo el que me había pasado, recibí un comunicado del Palacio Real, su alteza, el Rey Ezra, solicitaba mi presencia. Como primo el rey, el ser mas cercano al gobernante, se esperaba que yo sacara al supuesto rey de su miseria por ser el familiar más cercano a su corazón y confianza.

Sin embargo, en ese momento aun no era Ophir, llevaba su cuerpo, pero yo seguía siendo Almendra, estaba asustada.

Entre a la habitación del rey y este se encontraba revolcándose en su miseria y sabanas suaves.

—Alteza— dije, pero mentalmente me castigué, así no era como Ophir se refería al rey en el libro. Al menos genero una respuesta.

—Mierda...— susurro el rey y yo puse los ojos en blanco.

Esa palabra, esa maldita palabra que me tenía cansada, Samuel parecía decirla a cada momento. ¿Qué tenia de especial decir mierda? Es estúpido y asqueroso.

El rey salió de sus sabanas para verme. —Dime, querido primo, ¿ya no somos cercanos o porque tanto formalismo de mierda?

¿Ese rubio ojeroso de mal cortesía es el rey? Este lugar esta destinado a la desgracia.

Estuve por días ayudando, esforzándome por sacar a la miseria de rey de su cama, escuchando sus suspiros por una mujer que no lo ama. Lo peor es que yo estaba a favor de la Davania. El rey por su parte era un idiota, pero era un idiota enamorado y poco a poco se gano mi simpatía, no podía evitar pensar que Samanta estaba encantada con este personaje y por alguna razón sentía un compromiso con este. Debía cuidarlo por Samanta.

Yo que carezco de amigos y que la interacción social no es lo mismo, tuve que ver al rey y levantarlo de la cama, animarlo, sacarlo de su habitación, motivarlo para hacer su trabajo, reintegrarlo a la sociedad. Fue una tarea agotadora, pero lo conseguí.

Infle el pecho y jure que jamás me enamoraría. No quería terminar como Ezra.

Mundo real.

Las lágrimas ya se habían acabado hace horas, solo quedaba esconderme en mi cama e inundarme de autodesprecio.

Esther se acostó a mi lado, pero de inmediato me di la vuelta. No tenia ganas de hablar con nadie.

—Ophir, no puedes estar así— escuché la voz de Joana demasiado cerca, volví a darme la vuelta en mi cama, chocando con el costado de Esther. —¡Papá esta preocupado, Ophir! Eres injusto.

—Si soy— murmuré y sentí como Esther me empezaba a acariciar el cabello. Tuvo que rebuscar entre las sábanas, pero lo logro.

La quite de inmediato.

—Ophir, mi bebé adorable, necesito que me digas que paso, así puedo consolarte.

Volví a esconderme en las sábanas. Dándome la vuelta, sentí a Joana a mi lado y volví a darme vuelta. Lo último que quería era un adolescente molestándome.

Se escucho que tocaron la puerta, así que Esther se levantó de su lugar. Joana se subió a la cama.

—Ophir, dime que paso— exigió, pero al ver que no di señales de vida suspiro. sentí un peso en mi brazo y supe que Joana se había recostado para darme una especie de abrazo incomodo. —Cuando estas triste pones tristes a las personas que amas— me dijo en un tono de regaño. —La tía Esther duce que esta bien estar triste, pero yo odio ver a mi mamá cuando llora, cuando mis padres se divorciaron, mi mamá se puso muy triste y lloraba todo el tiempo, lo hacia a escondidas y yo me sentía peor. Creo que las personas que te quieren deben de saber porque lloras, así pueden ayudarte. Mi papá y la tía Esther te quieren mucho y están preocupados por ti, ni siquiera quieres tomar tus medicinas, ¿no te duele, Ophir?

Mi Nombre es Ophir (CT).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora