Capitulo 23. Angustia.

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Esther se miraba cansada, ya van varias veces que su cabeza choca con el cristal de la ventana. Me quite la camisa, para que la usara como almohada, quedándome en una simple blusa de tirantes. Estamos a mitad del verano así que no tengo problema por el clima, pero se siente raro solo usar una blusa ajustada, casi se siente como exponer mi cuerpo. No me encuentro cómodo.

Estoy estacionado en la vieja casa de los padres de Samuel y Samanta. En silencio. Esther esta enojada, ya trato de regañarme, diciendo que no debería estar ayudando; solo consigo mi silencio. A veces, Esther parece mas una madre que una psicóloga, la he escuchado dar sus sesiones múltiples veces, se que me trata diferente. Algo en eso me molesta, pero a la vez me reconforta.

Dos golpes en la ventana me hacen reaccionar, una mujer mayor esta fuera del auto, cubriéndose con una manta.

—Señora, buenas noches— salude al salir del auto, escuche como Esther se movía de su lugar, lista para salir, pero coloque el seguro a su puerta y espere que se quedara quieta.

—Almendra, ¿Cómo estás? —pregunto la madre de Samanta.

—Bien— conteste a secas. Cerrar la puerta del auto.

—Es un alivio que ayudes a buscar a mi hijo, mi esposo y yo estamos muy angustiados. Él no es así...

Asiento, intentando darle apoyo a la madre. Ella se estira para tomar mi mejilla. —Como has crecido, siempre has estado con mis niños, no sabes cuanto te debo.

—Usted me dio asilo cuando lo necesite, no hay cuentas entre usted y yo.

La mujer aparto su tacto de mí. —Tu madre me ha contado sobre la demanda, sobre la pelea... mis hijos han sido crueles contigo, así que si te debo. Espero que puedas perdonarlos, son niños.

Negue.

—Hablo enserio, no hay rencores.

La mujer llevaba el pesar en sus ojos. —Entenderé si ya no quieres estar con mis hijos, si deseas volver a casa y sacarnos de tu vida. Ahora estas a tiempo.

Sonreí. —Ayudare.

—Eres una buena niña.

—Mamá— Samanta salió de la casa. —Nos iremos, solo tenia que asegurarme que no estuviera aquí.

—Claro, hija. Mantennos informados. Tu padre quiere ayudar, pero...

—Estaremos bien nosotros. Nos encargaremos— aseguré, volví a abrir la puerta, entrando al auto para darle privacidad a Samanta.

Esther mantenía los brazos cruzados sobre su pecho Tenia su teléfono en su mano. —Joana despertó y pregunto por nosotros.

—¿Qué le dijo mi jefe? —pregunte.

Esther me miro. —Que le dijo no es importante, ¿crees que está bien ayudar a...?

—¿...A los que fueron mis amigos por años? —termine por ella.

—Lo que te hicieron...

—Hay contextos que no sabes.

La mirada de ira que Esther me lanzaba era imposible de ignorar, pero hice mi mejor esfuerzo. Después de unos segundos, ella suspiro y dijo: —Dices que Samuel es Ezra, todo lo que te hizo pasar.

—Fue traición de mi parte irme con los demonios, él estaba afectado por eso y actuó sabiamente, como un rey.

—No hay justificación.

—Esther, lo mate.

Ella me miro. —Eso y lo que pasa en este mundo son diferentes.

—Para ti lo es, para quienes transmigraron no. Yo aun sigo siendo el guerrero que traiciono a su rey y el deshonor que conlleva eso... pocos lo entienden— mire a Esther, intentando ser severo. —Traicione a la persona que más confiaba en mí, ¿entiendes eso?

Mi Nombre es Ophir (CT).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora