Mi Nombre es Ophir (CT).

Capitulo 5. El Autor, parte 2.

Otro mundo, Primer año.

—¿Ir a la guerra? —hable confundido, Ezra me miraba y había algo en sus ojos que me gustaban.

—Si, te necesito al frente— dijo mientras jugaba con el anillo de su dedo. —En la frontera, quiero que acabes con cada demonio que encuentres y lo mates. Sin piedad.

—Ezra, ¿todo esto por una mujer? No crees que estas llevando esto demasiado lejos, los demonios no han hecho nada para...

—¡Y ESPERAREMOS A QUE NOS ATAQUEN PRIMERO! ¿quieres que arriesgue la vida de los humanos?

Quede en silencio, la tentación de golpear a Ezra en la cara era demasiado, pero seguía siendo el rey y mi cabeza rodaría por el suelo si es que llegaba a atacarlo.

—Mierda— como odio esa palabra y a veces parece ser la favorita de Ezra. —Ophir, eres el único en el que puedo confiar, por favor, ve a la frontera y haz lo que te pido.

¿Tenia opción? No

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Mi madre lloro en mis brazos cuando le di la noticia de que me enviarían a la frontera para pelear, acaricie su melena roja y trate de reconfortarla, aunque parecía inútil hacerlo.

—Madre, te juro que estaré bien, tendré mucho cuidado.

Ella solo negó aun con un mar de lagrimas en sus ojos. —¡Eres solo un niño! ¿Cómo pueden enviarte a ese lugar? No es justo, no ha pasado casi nada de tiempo desde que jugabas con las niñeras a ser un caballero, por favor, hijo mío, quédate conmigo. Te lo ruego, no se que hare si algo te pasa. Me quedare tan sola.

Abrace a mi madre, mi cuerpo era tan grande a comparación del de ella.

—Mamá, ¿recuerdas los pasteles que comimos en la costa?

Mi madre asintió aun sin soltar el agarre en mí.

—Cuando la guerra termine, vamos a probar más, ¿Qué tal si nos quedamos en la mansión de la costa y pasamos unas relajantes vacaciones ahí?

Mi madre se separó. —¡Ophir vas a ir a la guerra y quieres que piense en pasteles! ¡Mi hijo es tan desconsiderado! —era obvio que no podría hacerla entrar en razón.

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Mundo real, actualidad.

Hubiera sido mejor venir sola.

Mire como mi jefe tenía pegado su teléfono a su oído.

—Si, te veías muy linda— dijo con una sonrisa. —¿Por qué crees que no iría? Nunca faltaría a algo tan importante... no, puedes estar tranquila, estaré ahí y te escuchare cantar, ¿Qué flores quieres que te lleve?... Bien, Salúdame a tu mamá, nos vemos el viernes. Te amo.

Desvié la mirada, a mi no me gusta que me vean llorar, así que no mirare si mi jefe desea llorar.

—Lo siento, podemos seguir.

—No era necesario que viniera.

—Usualmente hubiera dejado que Samuel te acompañara, pero como el solicito sus vacaciones me imagino que esta ocupado— de reojo pude ver como se limpió rápidamente las lágrimas.

—Aunque Samuel hubiera estado disponible, podía venir solo— me volví a acomodar en el asiento del auto, estábamos en el estacionamiento del restaurante señalado por Sigma, el autor de "Destruiré al rey demonio", esperando a que se diera la hora del encuentro.